En esta sección vamos a subir fics más extensos de los juegos del hambre citando siempre la fuente de la provienen!
Les advertimos que algunos pueden contener SPOILERS, así que si no leyeron los libros y/o no vieron la película, les recomendamos que no los lean...
...Disfruten de las historias...
* Diez años después de la rebelión, Katniss miraba su armario cuando encontró el viejo bloc de dibujo de Cinna, cubierto de una capa fina de polvo y descansando sobre el anaquel superior. Ella hojeó las páginas, llena de admiración con cada diseño que él había hecho para ella;no pudo dejar de llorar cuando encontró sus garabatos delgados, negros sobre la tapa de detrás del libro: " Sigo apostando por ti,chica en llamas."
* Los hijos de Peeta y Katniss consiguieron lo mejor y lo peor de ambos padres. Su hija
consiguió el talento de su padre para la cocción, pero el carácter ardiente de su madre, que a menudo conduciría a cosas que se precipitan. Su hijo por otra parte, consiguió las habilidades de su madre en la caza, pero los pies ruidosos de su padre.
* Después de la guerra, a Gale le costaba trabajo dormirse. Siempreque cerraba sus ojos, veía a Prim,y las bombas. Sus sueños estaban llenos de gritos y explosiones. Una noche, él despertó con un jadeo agudo y fue abajo, teniendo la intención de tomar un paseo, limpiar su cabeza y tranquilizar su palpitación del corazón. En cambio, él encontró sobre su umbral una carta que debe haber sido momentos entregados antes. Sus manos sacudidas como él leyó las tres palabras simples, garrapateadas en la letra él sabían así como su propio. " Te perdono. " Esa noche, Gale dormió mejor que nunca. Cuando Prim entraba en sus sueños, ella se reía, un ángel que ríe abajo sobre él.
*Katniss envejeció para entender la conversación entre Peeta y Gale hace todos aquellos años cuando ellos pensaron que ella estaba dormida.Todo muy tarde,ella pensó.Primero con Peeta para no ser una pieza en sus juegos,luego Gale que sabia que no podía sobrevivir sin uno de ellos en su vida.Gale tenia razón, ella se rompería sin Peeta a su lado.Pero donde él se equivocó era la idea que ella sólo necesitaría a uno de ellos, porque ella se estuvo ropiendo cada día sin su mejor amigo Gale a su lado también.
*Mega Fic:Habían pasado casi veinte años desde que el Capitolio había caído… Cinco
años exactamente tardó Peeta en convencer a Katniss para tener hijos.
La primera fue una niña, una niña hermosa, más hermosa aún que su madre. Diez
años después tuvieron a Gale, la idea de ponerle ese nombre no fue de Katniss,
Petaa quiso hacerlo desde el principio. Katniss y Gale no se hablaban desde su
encuentro después de la muerte de Coin. Un día Peeta tuvo que dejar el distrito
12 porque llevaba una semana sufriendo flashback mucho peores
de los que sufría con normalidad, al principio pensaron que no se recuperaría
pero Haymitch pensó en mandarlo de nuevo a hacer terapia. Viajó al distrito 2
para empezar sus pruebas, apenas dos días después de su llegada se encontró con
un viejo conocido, Gale. Pasaron varias horas sin hablarse pero al final Peeta
no aguantó y se lo preguntó. “¿Por qué? ¿Por qué la dejaste?” Al principio Gale
dudo, pero no tardó mucho en comprender que decir por qué lo hizo no iba a
arreglar nada, y tampoco a estropearlo. “Cuando la bomba estalló comprendí que
había perdido a Katniss, no tuve nada que ver con la bomba, ni siquiera sabía
que Coin planeaba usarla, pensé que si se lo explicaba a Katniss me perdonaría
pero luego recapacité. Ella jamás podría separar el momento de la bomba de mí,
yo invente la bomba que mató a su hermana… Si me quedaba, si luchaba por ella,
lo único que le haría es daño. Quiero decir, verme le recordaría a Prim,
eso haría que sufriese y yo no podía verla así. Lo mejor era retirarme, dejarte
ganar, dejarla vivir.” Peeta al principio se sintió un poco mal, pero él
no habría dejado de luchar por Katniss. Le contó que estaban bien, que les
costó superarlo todo, que había mañanas en las que Katniss no sonreía, y había
otras en las que volvía del bosque y se preguntaba cómo estaba Gale. Le contó
también que Katniss estaba embarazada, en un principio pensaba no decirlo, pero
pensó que evitar la noticia dadas las circunstancias era una tonteria y cuando
lo dijo Gale dejo de sonreír, aunque al final se alegro por ellos. “Yo siempre
quise formar una familia, me alegro de que Catnip se decidiese a formar también
una”
Pasaron unas semanas y
mandaron de nuevo a Peeta a 12, cuando le recibieron lo hicieron de una manera
especial. El parto de Katniss se adelantó y un nuevo miembro en la familia
esperaba a su padre. Cuando llego vio a Katniss como nunca la había visto, la vio
como el día que canto en clase cuando solo eran niños, la sonrisa de Katniss
prometía una nueva vida, prometía un futuro.
Pasaron cinco años desde
la caída del Capitolio, desde la muerte de Finnick, de Coin, de Prim… de
tanta gente, pero también pasaron cinco años cuando Katniss decidó seguir
adelante, y lo hizo, con su primera hija. Cuando la llevaba dentro Katniss
sintió que podría haber acabado, que podría empezar de nuevo su vida, junto a
Peeta. La niña nació nueve meses después, bueno algo menos de nueve meses, y
fue como un faro de esperanza, el 12 lo festejo a lo grande, incluso el tío
Haymitch como le llamaban ahora dejó la bebida para jugar con la pequeña. Sí,
todo cambio cuando Amy nació. Annie volvió al 12 con Finnick, su hijo, que ya
tenía cuatro añitos para celebrar el nacimiento. Todo iba genial, la vida
prometía un nuevo futuro y todos lo cogieron con muchas ganas. El libro de los
recuerdos empezó a crecer, su primer viaje al distrito 4, a la playa, cuando
Annie les invito a pasar el verano antes de que Amy naciese. Los primeros pasos
de la pequeña, la primera carrera, el primer cumpleaños, la primera palabra, el
primer día de clase, el primer arco, fotos de todos juntos de nuevo, de
reuniones de tributos, de amigos. Y otro gran recuerdo vino diez años después
con el nacimiento de Gale. Katniss y Gale se reconciliaron cuando él apareció
con Peeta el día que volvía del distrito 2, en realidad les llevo un par de
días, pero cuando se encontraron en el bosque... volvieron a cuando tenían 12 años,
y simplemente ocurrió, ahora son como antes, amigos, los mejores amigos. Cuando
le preguntó a Peeta que nombre quería ponerle al niño, Gale entró por la puerta
y Peeta lo dijo, quería llamarlo Gale. Katniss no se negó para nada, pues que
su hijo llevase el nombre de su mejor amigo era más de lo que hubiese imaginado
nunca. Peeta lo hizo por una razón, porque gracias a él estaba con Katniss, no
solo porque se fue al 2 sino porque años atrás le había salvado la vida, y
aunque a ambos les costaba reconocerlo con el tiempo las heridas se curan y sus
celos se fueron apagando poco a poco hasta que un día ya eran amigos. Aún así a
veces las miradas de Gale cuando le veía con Katniss hacían ver que aunque es
imposible olvidar, a veces merece la pena intentarlo por la persona a la que
quieres o un día quisiste.
Pasaron otros cinco años
tranquilos y la vida era perfecta. De vez en cuando una pesadilla de los juegos
aparecía, o un mal recuerdo como la muerte de Prim, Rue, Cinna desaparecido…
pero todo se arreglaba con un abrazo de sus hijos, un dibujo que traían del
colegio, una tarde en el lago o un ramo de flores que recogían por el camino.
Si, había juegos horribles pero todos los juegos acaban con un vencedor, y esta
vez ellos habían ganado. Pero ahora habían pasado casi veinte años desde que el
Capitolio había caído, y la historia se repetía. Todo empezó una mañana en la
que todas las televisiones de los distritos, del capitolio se encendieron para
dar una noticia.
- Bienvenidos a la
televisión del nuevo capitolio, o antiguo, depende como lo miréis, si lo habéis
oído bien. No acabasteis con todos rebeldes, nos ha llevado veinte años, y nos
hemos recuperado, ¿no es así Clover?
-Así es querido amigo,
veinte años sin juegos, ¿cómo lo habéis soportado?
- Yo lo he llevado muy
mal Clover, pero eso se ha acabado, ¿no echáis de menos a nadie vencedores?
- Así es, podéis buscar,
en la cama, en el colegio o por toda casa, pero no lo vais a encontrar. Un hijo
y una hija de cada vencedor de todos los distritos ha sido traído hasta aquí,
tranquilos solo hemos cogido dos por distrito ¿recordáis las reglas no? Un
chico y una chica de cada distrito, ¿por qué no hijos de vencedores esta vez?
Para recordaros quien es realmente el Capitolio.
-Clover resulta que
había un distrito en el que hemos tenido que coger hermanos ¿no?
-Sí, no queríamos hacer
luchar hermanos entre sí, pero el distrito 12 es el único que no nos ha dado
otra lección ya que solo había una pareja de vencedores con niños. Aunque nos
hemos levantado de la nada, no hemos conseguido todavía una población. Tenemos
edificios, hospitales, esto es como el Capitolio pero en pequeño, eso sí, lo
primero que construimos fue la Arena, no os molestéis, no podréis encontrarla.
-Exacto Clover,
tendremos población cuando acaben los juegos, hay muchos distritos a los que
someter. Pero tal y como lo has dicho no hay población, por lo tanto no hay
patrocinadores. Las reglas cambian un poco en estos Juegos del Hambre, sin
patrocinadores los niños tendrán que arreglárselas solas, y no solo es eso,
Clover que tal si les explicas como va a ir todo.
-Bueno básicamente ya lo
saben, no hay patrocinadores, no hay ayudas. Pensamos en traer a los padres
para que hiciesen de mentores pero nos pareció cruel y pensamos que era mejor
que lo vieses desde casa, sin poder hacer nada. Sí, eso es aún más cruel, al
parecer tal y como queríamos. Tranquilos el año que viene saldrá a sorteo, este
año no podíamos permitirnos perder así el tiempo. Pero no nos vamos a
entretener más, seguramente queráis conocer a los tributos de los, Septuagésimo
Sexto Juegos del Hambre.
- Empezaré con la lista
Clover, distrito 1, Alexia y Chad; del distrito 2 Cathy y Austin; del distrito
3, Evelyn y Colin; del distrito 4, Tedy y, vaya este chico seguro que lo
conocéis todos, sus padres sufrieron una, llamémosla trágica historia de amor,
Finnick; del distrito 5, Gisele y Joel; del distrito 6, Taylor y Loriyn; del
distrito 7, Annick y Brendon ; del distrito 8, Gina y Rue, la segunda que
aparece en los juegos, trágico el final de la primera Rue, esperemos que no se
repita; del distrito 9, Madge y Parkert ; del distrito 10, Jennifer y Lauren;
del distrito 11, Zoe y William; del distrito 12, vaya me encanta este distrito
lleva 22 años contando historias increíbles, hoy os traemos otra historia que
contaréis en el futuro, Amy y su hermano pequeño Gale; y por último, pero no
menos importante, donde se llevo acabó todo, donde empezó la destrucción del
capitolio, del distrito 13, Caly y Black. Una última sorpresa, desde el
Capitolio, la mismísima hija de la presidenta también participará en los
juegos.
- Esos son todos Clover,
nos veremos en unos días. Ya no hay vuelta atrás. Los juegos van a
comenzar. Los tributos deben salir a la Arena y luchar por
sobrevivir. Ganar significa una nueva oportunidad, perder significa la
muerte segura... ¡Que empiecen los Septuagésimo Sexto Juegos del Hambre! Y
que la suerte esté siempre de vuestra parte.
Las televisiones se
apagaron, un silencio invadía Panmen, el mismo silencio que hace treinta años
acompañaba la cosecha. En todos los distritos los vencedores lloraban, en el 12
una madre dio un grito. Un grito desolador, un grito que hizo que el fuego se
apagase, y un "NO" que hizo que las pocas llamas que quedaban en el
corazón del Sinsajo, se apagasen por las lágrimas que ahora caían por sus
mejillas. En un principio Katniss Everdeen, no quería tener hijos, Peeta
la consiguió que accediese porque al fin y al cabo el Capitolio se había
hundido, nada podría hacer que los Juegos se repitieran, nada excepto lo que
acababa de ocurrir esa tarde.
-Katniss mírame, mírame,
los vamos a sacar de allí ¿vale? – gritaba Haymitch, un grito que se oyó
por todo el distrito, pero la persona que tenía que escucharlo estaba demasiado
concentrada en sus lloros, odiando demasiado como para entender nada de lo que
los demás le dijesen - Escúchame Katniss, no dejaré que les pase nada, te juro
que los traeré de vuelta, os sacamos una vez de la Arena, podemos sacarlos a
ellos.
- Haymitch ¿cómo vas a
hacerlo? Necesito ayudar, necesito hacer algo, mis hijos…
- Peeta, escucha, Annie
y Gale van a venir en un tren, tardaran un par de días, cuando lleguen
encárgate de Annie, está sola, solo tenía a su hijo y también se lo han
llevado. Gale se quedará unos días ayudándoos y después volverá al Capitolio
conmigo, allí ya están planeándolo todo, contamos con la ayuda de todos los
distritos y sobre todo con la de la presidenta, ya que tienen a su hija. Peeta
vamos a sacarlos, losSeptuagésimo Sexto Juegos del Hambre no van a empezar.
Mirame, ahora debes ser fuerte, Katniss siempre lo ha soportado todo, ahora te
toca a ti cuidar de ella ¿vale? Yo no puedo encargarme esta vez Peeta, no
estaré detrás de la pantalla, ahora tengo que encontrar a vuestros hijos.
-Vale Haymitch,
pero tráelos de vuelta.
- No lo dudes Peeta, no
lo dudes.
Pasaron tres días, Gale
y Peeta cuidaban de Katniss, la chica en llamas que sobrevivió a dos juegos, a
una guerra, a la muerte en persona, lo único que hacía falta para hundirla era
quitarle lo que más feliz le hacía, y lo habían hecho. A Annie le pasaba algo
parecido, ella no hablaba, se limitaba a sentarse y mirar al frente, tal y como
lo hizo cuando volvió de los Juegos, pero esta vez Finnick no estaba allí para
sostenerla y su hijo tampoco.
Las vidas que habían
construido, en un segundo habían sido derrumbadas. Su caída fue tan rápida como
el Capitolio.
Los días pasaban, Gale
ya se había ido para formar parte del rescate, en la televisión daban buenas
noticias, decían que ya estaban más cerca de conseguirlo. Pero al igual que
cuando Peeta fue rescatado del Capitolio, el único que era capaz de contarle a
Katniss la verdad era Haymitch llamaba de vez en cuando para decir siempre lo
mismo, no había cambios, era imposible localizarlos.
Un día Gale llamó, le
explicó a Peeta que habían decidido recorrer los alrededores de Panmen a ver si
encontraban algo, cualquier cosa que pudiera ayudarles, le pidió que cuidase de
Katniss y le dijo que harían lo que pudiesen. Y aunque en realidad no tenían
esperanzas, le prometió que les encontrarían. Su voz temblaba, cualquiera que
le hubiese oído lo habría notado, lo de localizarles estaba siendo mucho más
difícil de lo que habían esperado. Cuando colgó un grito se oyó el salón.
Katniss había gritado de nuevo, cuando Peeta llegó lo comprendió todo. E ya no
era la misma de siempre, le quitaron a su hermana, su madre se fue, vio morir a
sus amigos por ella, aún así lo superó, lo superó todo pero estaba vez no iba a
levantarse, esta vez no tenía más fuego, no tenía más fuerzas, no tenía más
esperanzas, no tenía ganas de luchar. Quería levantarse, presentarse en el
Capitolio y hacer lo que hubiese hecho hace veinte años, ser el sinsajo,
realmente quería hacerlo, pero no podía, no podía despegarse del teléfono, de
la televisión, porque ahora sabía por qué lloraba su madre al verla en los
juegos y porque ella lo había vivido dos veces, y es una herida que ni siquiera
el tiempo consigue curar.
-Por fin nos vemos de
nuevo Clover, ¿qué tal si empezamos con el programa de hoy?, las entrevistas a
nuestros queridos tributos, dos minutos por entrevista, eso es poco tiempo,
nuestros tributos deberán aprovecharlo si quieren decirle algo a sus familias.
La entrevistas
empezaron, una a una iban empeorando, algunos niños lloraban por miedo, otros
prometían venganza y otros pocos contentos de estar allí porque sentían
orgullosos de poder demostrarle a todos que ellos eran tan fuertes como sus
padres.
- Colin, del
distrito tres, pasa, siéntate, bienvenido.
-Muchas gracias Clover.
-Vaya se echa de menos
una respuesta tan… amable
- Si, por aquí la gente
ha perdido bastante las posturas ¿no es así?
- Vaya, vaya, este chico
sí que merece la pena, si hubiese patrocinadores te aseguro que te los hubieses
ganado.
- Si pero Clover ¿no los
hay verdad? Una pena, la verdad es que puedo caer muy bien.
- Bueno eso puedes
demostrarlo con tus habilidades, para las puntuaciones, no te ayudará con los
patrocinadores porque no hay pero sí te ayudará a darle esperanzas a tu
familia.
-Cierto, pero no hace falta,
mi madre sabe que voy a luchar por estos juegos. Mi padre murió en la guerra
por salvar l Sinsajo, yo no la debo nada, será un placer ganar a sus hijos.
-Esto sí es un buen
tributo. Señores, Colin, del distrito 3. Y ahora por favor que pase la joven
del distrito 4.
Katniss no sabía qué
hacer, y Peeta tampoco, se limito a abrazarla, como hacia las noches de
pesadillas, por desgracia esta pesadilla era real y por el momento no había
forma de pararla. Le recordó que no era culpa suya, que gracias a ella la gente
ya no moría de hambre, que el sinsajo era la esperanza, pero nada servía para
animarla. Un poco antes de acabar la entrevista de la chica del 4 Annie habló,
después de casi una semana, lo único que pudo decir fue, ahora viene mi hijo.
Katniss se levantó, y se sentó a su lado, “todo saldrá bien Annie”. Fue lo
único que se atrevió a decir, aunque no lo creyese, aunque no lo pensase, debía
ser ahora el sinsajo, debía ser fuerte y dar esperanzas a Annie aunque solo
fuese un rato, porque su amigo Finnick lo hubiese querido así.
-Bien, bien, la
entrevista no ha ido como esperaba, si esto fuese la Arena, esa chica me
hubiese matado. Ahora demos paso a nuestro siguiente tributo, Finnick, del
distrito 4.
-Hola Finnick ¿qué tal
está tu madre?
-No creo que muy bien
-¿Quieres a tu madre?
-¿Acaso no quieres tu a
la tuya? Mi madre es lo más importante para mí, ella ya lo sabe.
-Una respuesta un poco
seca, cambiaré de tema. Eres un chico muy guapo al igual que lo fue tu padre,
de 19 años, eres el sueño de cualquier chica, seguramente deseado por muchas y
además famoso, tus padres fueron ambos vencedores, seguro que tienes a muchas
chicas detrás de ti. ¿Hay alguna especial?
- Bueno, no creo que el
que mis padres hayan pasado por este infierno aporte nada bueno a sus vidas y
sinceramente, no estoy aquí para hablar de chicas. En realidad no estoy aquí
para nada productivo, tan solo me han secuestrado. Estos Juegos son estúpidos,
lo fueron hace años y lo siguen siendo.
-Y además tiene es
gracioso, si quisieses podrías mostrarte como eres en realidad, estoy seguro de
que caerías genial.
-Ya caigo genial a la
gente que me importa, no me interesa caerte bien a ti.
- Sí, supongo que no
estamos aquí para hacer amigos. ¿Qué piensas hacer en estos juegos? ¿Vas a
ganar?
-No, no voy a hacerlo,
en un principio no iba a jugar, iba a esconderme y esperar a que todo acabase.
- Eso parece que va
seguido de un pero ¿me equivoco?
-Sí que va seguido de un
pero, no iba a luchar, pero entonces vi a una amiga entro los tributos. Así que
he decidido que si voy a luchar, pero voy a hacerlo para salvarla, no para dar
espectáculo.
-Finnick para serte
sincero, no me importan tus motivos, lo que queremos es ver como os matáis
entre vosotros.
Ese comentario fue
exactamente lo que describirían los Juegos, un comentario que a Finnick no le
sentó demasiado bien. Se levantó y se fue, Clover dio paso a su siguiente
tributo.
Me quedé un rato
pensando, callada, analizando la situación. Ya sé quién era Finnick, es el hijo
de Annie, la amiga de mis padres. Después de Finnick no merece la pena contar
las entrevistas, uno detrás de otro los tributos salían, algunos lloraban y
suplicaban volver a casa, seguramente no duren mucho en los Juegos o tal vez su
estrategia sea parecer débiles. Contaré una entrevista que sí que me hizo abrir
los ojos y ver que estos Juegos eran reales, la anterior a la mía.
- Y antes de dar paso a
la chica que seguramente todos estéis esperando, que pase William, del distrito
11.
-Hola Clover, un placer.
-Vaya, otro chico
bastante educado, eso está bien, es todo un placer.
- Muchas gracias, aunque
debo decir que para mí no es ningún placer estar aquí, soy educado porque me lo
enseño así mi madre, aun así sigo pensando que sois despreciables.
-Eso me ha dejado
helado, bueno si querías impresionar a alguien, lo has conseguido. Y bien, ¿vas
a luchar por sobrevivir?
-Sí, creo que en
realidad, todos acabaremos luchando por nuestras vidas, para volver a casa.
-Genial, eso está muy
bien. Te voy a poner un ejemplo, imagínate que tuvieses que luchar con la chica
de nuestra próxima entrevista, se llama Amy, es del 12.
-Bueno, para ser sincero
creo que eso no va a ocurrir, la he visto antes, una insignificante y
débil chica como ella no dudará mucho en estos Juegos, y mucho menos si intenta
proteger a su hermano, aunque no la culpo, yo también actuaría así en su lugar.
-Sí señor, menuda
respuesta, bueno demos paso a nuestra siguiente tributo, Amy, del distrito 12.
Mientras caminaba con mi
hermoso vestido hasta aquel sillón pensé en muchas cosas, pero cuando los ojos
de William y los míos se cruzaron, su mirada me hizo quedarme en blanco, esos
ojos verdes, sus palabras resonaban en mi cabeza, ¿tan débil parecía? No me
conocían en realidad. Me recordé a mi misma que debía ser fuerte, como mi
madre, ella caminaba con un vestido precioso hacia la entrevista años atrás. Su
estrategia era caer bien, ahora sé cuál sería la mía, parecer dura, fría, todo
lo contrario a insignificante, tenía que impresionarlos, tenía que demostrar
que era hija del Sinsajo.
-Y aquí esta, la hija
del Sinsajo, la chica a la que todos esperábamos impacientes, la hija de la
chica en llamas, Amy del distrito 12. Bien, ¿qué espectáculo vas a ofrecernos?
-Oh, muy fácil, empezaré
por conseguir un cuchillo, después me escapare de la asquerosa habitación donde
me retenéis y a continuación iré a por ti, y tu hermoso cuello Clover sufrirá
algún que otro daño, pero tranquilo, no es nada personal.
-Después de esa
respuesta me da algo de miedo seguir preguntando, lo mejor sería que me
separase un poco ¿no crees?
- No tranquilo, al fin y
al cabo soy una chica débil e insignificante. Aunque si lo pensamos mejor, mi
madre hundió tu querido Capitolio, tal vez si deberías separarte, el fuego se
extiende ¿lo sabías?
- Sí, desde luego eres
hija de Katniss, lo has heredado todo de ella, bueno en realidad tu eres mucho
más guapa, eres preciosa, preciosa y fría, tu madre se mostró más amable en sus
entrevistas no sé si alguna vez las has visto.
-Ya bueno, no hay
patrocinadores, no merece la pena esforzarme, y aunque no lo creas soy dulce,
amable y encantadora, solo me porto así con la gente que me produce nauseas, y
vosotros me provocáis eso exactamente.
-Genial, seguramente
esto no ha sido un cumplido, te voy a hacer una pregunta, ¿Qué te parece que tu
hermano esté aquí?
-Es genial, sí, ver como
un niño de cinco años lucha a muerte con 26 tributos mas y uno de ellos se
hermana. – mi respuesta le impresiona, y no es de extrañar, pero sigo hablando,
porque mis padres me están viendo y debo demostrarles que no pasará nada malo,
que seré fuerte, como ellos- Que me preguntes eso me parece asqueroso,
disfrutas ¿verdad? Más disfrutaré yo cuando mis padres entren aquí
destrozándolo todo, pero no te preocupes, pediré que no te toquen.
-Vaya ¿en serio? Muchas
gracias preciosa.
-No me las des, prefiero
que lo hagas cuando estés de rodillas pidiéndome que no te mate.
-No puedes levantarte
todavía, la entrevista no ha acabado, ¿me oyes? ¡vuelve aquí ahora mismo!
-Mire Clover, obedecer
no es mi objetivo en este momento, y yo si he acabado con la entrevista, igual
de acabado que estarás tu cuando Panmen nos localice. Y si espera que le dé un
buen espectáculo, está muy equivocado, yo no voy a jugar en estos juegos. No
voy a dar vueltas para que vea como mi vestido se envuelve en llamas, mi fuego
lo demostraré cuando el Capitolio se hunda de nuevo.
Me fui, no pensé en nada
más que en alcanzar a mi hermano, y en quedarme allí hasta que terminase su
entrevista, la cual se me hizo eterna.
-Esto no ha sido
exactamente lo que esperaba, estoy Juegos están llenos de sorpresas, los Juegos
en si son una sorpresa. Ahora, demos una gran bienvenida a Gale, nuestra más
preciada joya, distrito 12, ¡adelante!
-Hola- una voz de niño
pequeño resonó en todas las televisiones de Panmen.
-Hola pequeño, ¿cuántos
añitos tienes?
-Tengo ya cinco años, ya
soy un niño grande
-Cinco años, si que eres
grande, dime ¿sabes que haces aquí?
-Sí, mi hermana me ha
contado que vamos a jugar a un juego.
-¿En serio? Y ¿a qué juego
te ha dicho que jugamos?
- Me ha dicho que es muy
divertido, cuando un jugador toca a otro tiene que hacer como si
estuviese muerto, y el ganador se lleva un premio enorme.
-Sí, tu hermana te lo ha
explicado muy bien, asique no puedes dejar que te toquen.
-No, mi hermana me a
enseñar a esconderme muy bien para que no me encuentre nadie.
-Y dime Gale, ¿echas de
menos a alguien?
-Si, a mi mamá y a mi
papá, pero mi hermanita me ha dicho que pronto voy a irme a casa.
-Eso esperamos Gale, ya
puedes volver con tu hermana, tu entrevista ya ha acabado. Y que entre el
próximo tributo.
Cogí a mi hermano
aferrándome a él como si nadie más existiese, entonces dos agentes de la paz
nos separaron y vi como se lo llevaban. Me solté, gritaba su nombre pero cada
vez venían más agentes, aún así seguía luchando para volver con mi hermano, y
lo hice hasta que me durmieron. Una jeringuilla se introdujo en mi brazo, y lo
único que vi antes de caer al suelo fue a un chico de ojos azules, gritando que
me dejasen. Lo siguiente que recuerdo es estar encerrada en una habitación, me
sentía algo débil pero no tarde en recuperar mis fuerzas, solo me hizo falta
acordarme de mi hermano y ya estaba dando golpes en la puerta, gritando que me
dejasen salir. Una hora o dos después un agente abrió la puerta, y me dijo que
le siguiese. No estaba en posición de discutir así que le seguí como me dijo.
Me llevo hasta una sala enorme la cual reconocí en seguida. La sala para
entrenar, eso significa que en menos de una semana estaría en la Arena. Nunca
me había sentido tan nerviosa. Me quede parada en frente de esa sala, ni
siquiera note que el agente se había ido. No calculé cuanto estuve parada,
observando, solo sé que me despertó él. Agarro mi mano con fuerza y me susurro
al oído.
-No es tan malo, ven –me
llevo al centro de la sala- puedes practicar con lo que quieras, esa máquina es
para que aprendas que plantas puedes comer, allí puedes aprender a hacer fuego,
también hay cuchillos, espadas y tiro con arco, para camuflarse, para escalar,
arboles para trepar y allí esta mi favorita, es donde se aprende a hacer nudos,
aunque eso también puedo enseñártelo yo. Soy Finnick, tal vez no me recuerdes,
solo tenías dos años cuando nos conocimos, aunque yo jamás podría olvidarlo.
-No lo recuerdo –mi voz
era un hilo-yo... gracias pero tengo que buscar a mi hermano.
-Tranquila, hace un día
que estamos practicando en esta sala, solo paramos para comer y dormir. Le he
enseñado a hacer nudos, y ha aprendido las bayas que puede comer, pensé que
podría ayudarle en la Arena. También ha aprendido como sobrevivir, pasamos dos
horas en aquel puesto, son cosas básicas pero pensé que podrían servirle,
además no sabía cuando vendrías, pregunta mucho por ti, tenía miedo de que te
hubiese pasado algo.
-Gracias, no sé cómo
agradecértelo, podrías haber aprovechado tu tiempo para practicar ¿por qué lo
has hecho?
-Porque me importa… –su
voz se paró de repente- porque yo no voy a jugar, si quieres agradecérmelo
sigue viva, a mi también me tenias preocupado.
Cuando se fue pensé que
si que tendré que jugar, si quiero salvar a mi hermano tendré que luchar. Él ya
había hecho suficiente, me tocaba a mí ocuparme de mi familia. Fui hacia el
puesto, mi hermano pequeño sabía hacer más nudos de los que yo había imaginado,
tal vez Finnick no bromeaba con que podría enseñarme. Me consto mucho que
dejase de preguntar, como cualquier niño pequeño quería saberlo todo. ¿Dónde
has estado? ¿Cómo es el premio? ¿Cuándo empieza el juego? ¿Para qué aprendemos
estas cosas? Cada respuesta que le daba era otra mentira, una tras otra, no
paraba, pero era lo mejor, lo mejor para él era no saber a lo que se
enfrentaba. ¿Cómo se le explica a un niño lo que está ocurriendo? Hay 27
tributos, solo uno vive, estoy perdiendo la esperanza de que logren
encontrarnos, tocará luchar de verdad. El tiempo de luz está acabando, las
sombras han vuelto. Debo cerrar los ojos y esperar a que todo pase, solo es una
pesadilla. Pero cuando despierto sigo allí, si no puedo volver a casa, haré que
mi hermano lo haga. La guerra vuelve a aparecer, el fuego se propaga, si estos
Juegos siguen, si entramos en la Arena no habrá marcha atrás. Será solo vivir o
morir, matar o rendirte, volver a casa o cerrar los ojos hasta que todo pase.
Lo que necesitamos es mostrar que la luz no se ha apagado, que no hay
suficientes sombras. Que hasta unos niños son más fuertes que ellos. Igual que
lo hizo Haymitch, como lo hizo mi madre, como hace veinte años. Solo tengo que
encontrar la manera, si quieren unos juegos inolvidables, hare que los tengan,
pero primero tengo que poner a salvo a mi familia.
Han pasado tres horas,
Gale casi lo consigue ya, casi ha aprendido a trepar un árbol. Eso lo ayudará a
seguir, a salvarse, si yo fallo el podrá seguir. Aprenderá a esconderse
también, y podrá sobrevivir aunque sea pequeño, Finnick le ha enseñado que
comer, podrá conseguir bayas, sabe cómo encontrar agua, como buscar un refugio,
aunque me encargare de todo eso antes de… bueno antes de morir. Algo me rescata
de mis pensamientos, alguien me agarra del brazo, como la otra vez.
-Ey, deberías descansar,
come algo y luego practica, si tu no sobrevives dudo que él pueda hacerlo.
-No puedo Finnick, ni si
quiera puede trepar, esto no va a salir bien.
-Sí, si va a salir bien,
además si tu fallas me tiene a mí, le llevaré de vuelta a casa, te lo prometo.
-Es mi responsabilidad,
no puedo dejar que des tu vida para salvarle.
-Eso lo decidí hace
mucho, es mi vida, yo decido como hacer mi juego Amy, vete a comer y después
practica, yo le enseñaré a subir este árbol, ¿a que sí pequeño?
Cuando mi hermano
asiente me rindo, Finnick es demasiado bueno, pero también es cabezota, decido
comer algo, la verdad es que me muero de hambre. Miro atrás y veo que Finnick y
Gale se llevan muy bien, supongo que ahora es como su hermano mayor, ya que su
hermana ha estado ocupada metiéndose en líos. Cuando estemos en la Arena será
diferente, Finnick ya no será un amigo y si quiere serlo no lo dejaré, no puedo
dejar que se arriesgue por nosotros y ahora mismo estar a mi lado es como
sujetar una bomba que no sabes cuándo va a explotar. Camino hacia la
comida, pero cuando voy por mitad de la sala, tres personas impiden que siga,
puedo reconocerlas de las entrevistas, uno es Colin, Cathy y Austin, del 3, le
acompañan. Veo un arco unos cinco metros más adelante, podría ser mi salida si
la aprovecho. Finnick está demasiado lejos, ocupándose de mi hermano como para
oírme, lo que en parte me alegra, no quiero meterle en más lios, tal vez ser
amigo de Colin le ayude a sobrevivir asique mejor será no buscarle enemigos.
-Dejadme pasar ¿vale?
-Y que vas a hacer, como
era… - su tono burlón me pone enferma- tu cuello sufrirá algún daño Clover.
-Tio, Colin dejala en
paz – lo reconozco, es Joel
-Vaya te ha salido un
defensor
-Joel, déjalo. ¿Te hace
gracia Colin? ¿Quieres que le pase lo mismo al tuyo? –me giro a la niña que
está a la derecha de Austin y al principio se asombra- Y tú qué Cathy ¿te ha
salido un defensor? ¿Es lo mejor que se te ocurre? Tendréis que hacerlo mejor
si queréis sobrevivir al primer día.
-¡Suéltala Austin! –esa
voz… insignificante y débil niña…
-¿Qué pasa William?
¿Quieres problemas?-Austin me suelta el brazo y puedo comprobar cómo se
desvanecen las marcas rojas
-Problemas tendrás tú en
la Arena cuando suene la señal y vaya directo a por ti.
-Se acabó, William,
Joel, no quiero meteros en líos, pero gracias – dudan un segundo pero cuando
asiento se van, me alegra saber que no todo el mundo está contra mí, pero no
puedo permitir que tengan problemas con Colin, y menos por mi culpa- Colin si
tienes algún problema lo arreglaremos en la Arena, ahora apártate.
Me abro paso
tranquilamente, pero sé que esto no acaba así, he visto como Colin miraba el
cuchillo. Seguramente los padres de Colin eran profesionales, sobrevivirían así
a la Arena. En otros tiempos el también lo hubiese sido, era rápido, fuerte y
apostaría lo que fuese a que sabía utilizar más de un arma. Voy hacia el arco y
cuando llego, sonrío para mí misma. Empiezo a contar hacia atrás. Tres, dos,
uno… me agacho, el cuchillo ni me ha rozado. Me levanto cojo el arco y la
flecha, me pongo en posición y lanzo, la flecha da justo al muñeco de
entrenamiento que tiene al lado Colin, en el centro de la diana.
-Eres muy predecible,
Colin. Si no quieres que te pase lo que a ese muñeco- su mirada se desvía y veo
una mezcla ente el miedo y asombro en sus ojos- será mejor que no me
subestimes, no soy tan débil e insignificante como pensáis.
El jaleo que había en la
sala desapareció. Todo el mundo observaba. Algunos empezaron a hacer
comentarios, reconocí a Joel cuando dejo caer la espada que tenía en la mano
por el asombro y la risa de William fue inconfundible. En los ojos de Colin
podía verse la furia, la rabia y el odio que me tenía. Al parecer el silencio
devolvió a Finnick a la realidad y se acercó a ver qué pasaba, cuando se lo
expliqué puso la misma cara que Colin.
-¿Has hecho eso en
serio?
-Sí, te dije que no
necesitaba entrenar tanto, quizá lo de las bayas me venga bien, y lo de los
nudos. Sé luchar, mi madre me enseño a usar el arco de pequeña, nos gusta ir a
cazar juntas. Sé que no lo necesitamos, pero cuando vamos al bosque, mi madre
cambia, sonríe más y es diferente. Gale me enseño a hacer trampas, no mi
hermano sino el amigo de mi madre, es como de la familia, muchas veces se pasa
a vernos y me encanta cada vez que me trae una nueva, y luego está mi tío
Haymitch, me enseño a luchar con el cuchillo. Al principio nadie quería
enseñarme a luchar, y yo quería aprender, a mi padre le costó acceder a que me
enseñasen, y a Haymitch también, supongo que no creerían que esto iba a
repetirse…
-Entonces hicieron bien
en enseñarte, ahora ya sabemos que tu hermano estará a salvo. Come, y después a
la maquina a estudiar, de los nudos ya me encargaré yo tranquila.
Su sonrisa me hace
pensar que quizás esto no sea tan malo, si salimos de esta habré ganado un buen
amigo, y si no salimos habré pasado mis últimos días con una gran persona.
Aquellos ojos azules, era como nadar, era como el lago del 12, con mi madre.
Cuando miro esos ojos me siento más segura, tranquila, como si nada malo
pudiese pasar. Pero son los Juegos del Hambre, un castigo para los rebeldes y
26 muertes para recordar. Esta vez si me siento a comer, hacia días que no
probaba nada, el pan olía genial, las comidas que había era tal y como las
describía papá cuando nos hablaba del capitolio, cogí el estofado, tenia
ciruelas. Estuve comiendo durante dos horas, con calma, porque volver al
entrenamiento me devolvería a la realidad, a los juegos y eso no me gustaba.
Cuando acabo, me levanto, voy en busca de esos ojos azules para que me
diga algo que me tranquilice, mientras le busco un agente de la paz me agarra y
me saca de la sala a la fuerza. Lo último que veo es a Finnick sujetando a mi
hermano con fuerza para que no salga corriendo detrás de mí.
Me despierto en una sala
cerrada, tumbada en el suelo. Reconozco esa sensación, me habían vuelto a
dormir. Intento ponerme de pie pero me encuentro muy mareada, incluso parezco
más débil, no sé cuanto llevo encerrada pero tampoco tengo fuerzas para
intentar averiguarlo. La cabeza me da vueltas, me pongo la mano en el estomago
porque tampoco me encuentro bien. Agotada, me tumbo de nuevo, esperando que sea
una pesadilla y que al abrir los ojos este de nuevo en la sala de
entrenamiento, no tardo en dormirme por el cansancio, pero la segunda vez que
me despierto, estoy empapada en sudor y no veo unos ojos azules, sino que veo
unos grises que me recuerdan a la Veta. La Veta, la echo tanto de menos, yo
vivía en la Aldea de los Vencedores pero me encantaba ir allí, a jugar con
otros niños, con mis amigos. Mis amigos… lo pienso de nuevo, en todo el tiempo
que he estado aquí no he pensado en ellos, sus recuerdos me reconfortan, me
tranquilizan, quiero quedarme recordando hasta que vengan mis padres a
rescatarnos. El hombre me ayuda a ponerme en pie y me sienta en una especie de
banco que hay pegado a una pared. La primera vez que me desperté ni siquiera lo
vi, estaba tan mareada que solo levantando la vista sentía que me caia. Se
agacha y me mira a los ojos, todavía estoy algo mareada pero ya soy capaz de
ver mejor. Tal vez ese señor me saqué de allí, a lo mejor ha venido a ayudarme.
Pero no es así, su risa me estremece el cuerpo, empieza a reír una y otra vez,
yo no consigo entender nada, pero entonces aparece Clover por la puerta para
explicármelo. Me lleva hasta una especie de ducha y me coloca debajo, veo que
aprieta un botón y acto seguido las gotas empiezan a car sobre mí, veo como mi
ropa está empapada y como las gotas de agua caen por mis brazos. La verdad es
que me reconforta, hace demasiado calor y el agua esta fría. No logró
comprender que pretenden, así que Clover al ver mi expresión decide
explicármelo.
-Hace tres días de la
entrevista, al principio pensamos en matarte –mis ojos se abren, ¿de verdad
quieren matarme? – te preguntarás para qué es el agua, bueno ayer diste un buen
espectáculo con tu compañero Colin en la sala de entrenamientos. Fue entonces
cuando vimos que eras nuestra joya, contigo la arena será mucho más
interesante. Todos querrán ver como la hermana mayor intenta salvarle la vida a
su hermano y además verán como cambias como te conviertes en una máquina de
matar.
-Yo no voy a cambiar, en
la Arena os demostraré que no sois lo suficiente fuertes para…
-Tranquila pequeña,
ahora estoy hablando yo. Siento tener que interrumpir lo que estoy seguro habría
sido un bonito discurso pero antes quiero contarte lo que vamos a hacer
contigo. Te necesitamos viva, por varias cosas, la primera por el espectáculo,
la segunda, para enseñarle a tu madre que todo esto es culpa suya y la tercera,
si te matamos, estoy segura de que ese chico... ¿Cómo se llama?- se gira hacia
una pantalla y la enciende, reconozco lo que aparece, es la sala de entrenar,
enfoca a las mesas donde comemos. Todos los tributos están sentados, pero
cuando enfoca, reconozco a dos. Finnick está con mi hermano, todavía cuida de
él. Quiero tirarme encima de Clover, quiero matarlo pero los agentes me tienen
sujeta – bien, gracias por aclararlo, sabemos que ese tal Finnick haría
cualquier cosa por ti, estará bien verlo en la Arena. Lo dejó muy claro en la
entrevista, aunque por tu mirada creo que eso tú no lo sabías. El caso es que
tengo una buena noticia para ti, no vamos a matarte, pero tampoco podemos dejar
escapar tu mal comportamiento. ¿Alguna vez has oído como el Capitolio torturó
a Johanna Mason? Pues hoy comprobarás lo que
la chica sintió, pero tranquila, solo lo haremos un par de veces, tienes que
estar fuerte para los Juegos, no podemos permitirnos ninguna baja ahora.
Mi cuerpo no responde,
mis ojos no se abren. El único cambio que noto es que mi expresión se ha
endurecido, yo no respondo pero mi cuerpo está intentando recordarme que debo
ser fuerte, yo misma lo dije. Rezo para que todo pase rápido, para no notarlo.
Solo sé que no me resistí, y que no quise darles el gusto de gritar, aunque no
pude evitarlo después de horas en ese sitio.
Noto que estoy tumbada
pero no sé nada más, me limito a tener los ojos cerrados y a rezar para que los
malos recuerdos se vayan. Sé que pasa el tiempo y que yo sigo ahí, pero es lo
único que puedo hacer. Tengo ganas de llorar. Quiero despertarme pero me da
miedo abrir los ojos. No sé dónde estoy, cuántos días han pasado. No sé dónde
está mi hermano, y tampoco sé si los Juegos han empezado. Tal vez me hayan
rescatado y este descansando en casa. La cabeza me da vueltas, mis recuerdos se
mezclan y no consigo olvidar lo ocurrido con Clover. Lo único que me devuelve a
la realidad es el sonido de una puerta abriéndose y a un agente gritando “solo
tienes media hora muchacho” Oigo unos pasos y alguien se sienta a mi lado, noto
como me quitan un mechón de pelo que tengo en la cara, cuando esa mano roza mi
piel. Empiezo a temblar, unas lágrimas caen por mis mejillas, esa sensación, es
como cuando las gotas caían sobre mí y después venía lo peor. Pero en vez de
eso noto como alguien me abraza. La persona que está conmigo ya no está
sentada, ahora se ha tumbado y siento como su brazo pasa por mi cintura,
agarrándome con fuerza. Es entonces cuando me siento protegida y no me hace
falta abrir los ojos para saber quién es, porque solo hay una persona en el
mundo que me hace sentir así. Y me quedo cayada, apretando su mano con fuera,
hasta que consigo dormirme, y no sé cuánto tiempo se queda allí, pero esa noche
no tuve pesadillas.
La siguiente vez que
me despierto me atrevo a abrir los ojos, estoy en mi habitación. No en la de mi
casa sino la que me asignaron para los Juegos. Me siento poco a poco para que
la cabeza no me dé vueltas y me apoyo en la pared, esperando a que alguien
venga a decirme que día es, y que ha pasado con los Juegos. Empiezo a contar en
voz baja para no volverme loca y entonces recuerdo lo que le obligaban a hacer
a mi madre. Un día me lo contó en el bosque, decía que hablar conmigo le ayudaba
a olvidar los malos tiempos, así que empiezo, despacio, tal y como hacia mi
madre hace treinta años.
“Me llamo Amy Mellark
Everdeen. Tengo 15 años. Mi casa está en el distrito 12. Mis padres son Katniss
Everdeen y Peeta Mellark. Los dos estuvieron en los Juegos del Hambre.
Escaparon. Hace treinta años el Capitolio se derrumbo. Todos estos años han
sido tranquilos, hasta hace unas semanas. Estoy en los Juegos del
Hambre. El capitolio al que dimos por acabado me odia, al igual que a mis padres.
Me han torturado. Mi hermano está aquí.”
Mi hermano esta aquí. Me
levanto y voy a poner la mano en la puerta cuando alguien la abre. Veo a
Clover. Tengo ganas de temblar pero debo olvidarme de eso, porque mi hermano
esta aquí. Me mira despacio y al final suelta una de sus gracias. “Estas mejor
preciosa, pensábamos que tendríamos que coger un sustituto.” Me llevan hasta la
sala de entrenamientos, no han debido pasar muchos días si los Juegos no han
empezado todavía. Cuando entro todos los tributos fijan la mirada en mí,
algunos murmuran cosas, otros con cara de asombro dejan las armas y se quedan
mirando. Tal vez si que hayan pasado bastante tiempo o tal vez muchos me diesen
ya por muerta. Las puertas se cierran a mi espalda, y veo a Finnick, junto a
Gale, mirándome desde el otro lado de la sala. No dudo en ir hasta allí, quiero
correr pero no me lo permito, prefiero que me vean andar tranquilamente, que
crean que no ha pasado nada. Pero si que ha pasado, y tal vez no pueda
olvidarlo. ¿Qué voy a decirle a Finnick? No tengo que preocuparme de eso porque
nada más llegar allí me da un abrazo, y me susurra al oído “pensé que no
volvería a verte”. No sé cuánto tiempo estamos así pero una voz nos despierta a
ambos.
-Amy ¿Dónde has estado?
-Hola mi rey, pues mira,
he ido a ver el premio, me han estado enseñando las reglas para ganar, ¿sabes
qué? Estoy segura de que el premio te va a encantar, es muy grande.
-¿De verdad? Y a mamá le
va a gustar también ¿a que si?
- Claro que si cariño,
mamá también sabe cuál es el premio, pero no podemos decírtelo porque es una
sorpresa.
-Ey Gale, ¿por qué no
vas donde las pinturas y le enseñamos a tu hermana como has aprendido a
camuflarte? –mi hermano sonríe y sale corriendo, Finnick me agarra el brazo
para que vaya más despacio- aquí todos pensábamos lo mismo Amy, creíamos que no
ibas a volver, por eso todos te miraban. Amy, por favor dime qué te han hecho.
-Nada Finnick, hice unas
entrevistas, quieren utilizarme para que el Sinsajo se hunda.
-Amy a mi no me mientas,
todos lo oímos. Tus gritos se oían por todo Panmen- no doy crédito a lo que
oigo, no solo era un castigo, era una muestra para enseñar a los tributos qué
pasaba si no seguías las reglas del Juego- Amy, los Juegos se han atrasado una
semana, llevamos entrenando cinco días, este va a ser el sexto desde que
desapareciste, cuando esta mañana nos dijeron que iba a ser el último, que
mañana eran los Juegos, pensamos que ya no vendrías, que estabas muerta.
-Pero, tú viniste a
verme. –Su expresión muestra tristeza, sus ojos ya no brillan- Finnick,
¿viniste a verme o no?
-Sí, fui el segundo día.
Después no me dejaron entrar más. Amy estabas temblando, en el suelo, como si
te hubiesen hecho algo horrible, y llorabas, ¿qué pasó Amy?
-Nada, no paso nada.
Sabe que no puede hacer
nada, sabe que no se lo contaré. No quiero que lo sepa, es mejor así. A parto
la mirada y el me acaricia la mejilla, cuando ve que no puede hacer nada para
que se lo cuente se limita a abrazarme y es lo mejor que puede hacer, igual que
lo hizo aquel día, cuando estaba temblando. Mi hermano aparece con el brazo
pintado, cuando me lo enseña sobre en el árbol es como si desapareciese. Mi
padre y él se parecen mucho, seguro que no le costó mucho aprender a hacerlo,
me encantaría que mis padres lo viesen ahora, tiene oportunidades de ganar, si
yo sigo a su lado en la Arena tal vez vuelva a casa. Pero no es lo único que
sabe hacer. Su velocidad a mejorado muchísimo, Finnick le ha estado entrenando,
ahora también trepa con mucha facilidad, eso nos da más oportunidades. Aunque
ahora me preocupa más que Finnick no haya entrenado lo suficiente. Hablo con el
y como siempre lo niega todo, dice que esta bien y que no me preocupe. Tras
discutir un par de veces me quedo con mi hermano para que Finnick practique,
William se ofrece para enseñarle a luchar cuerpo a cuerpo, incluso lo hacen con
cuchillos. Finnick podrá conseguir aliados para sobrevivir, por nosotros ya ha
hecho suficiente. Tiro un par de veces con el arco y lanzo unos cuchillos, mi
precisión no ha fallado ni una vez, Joel se ofrece para que luche con el cuerpo
a cuerpo y mientras mi hermano se entretiene con la hija de la presidenta, que
al parecer, está de nuestro lado. Le está enseñando hacer una trampa con una
cuerda, lo que está bien teniendo en cuenta la cantidad de nudos que sabe
hacer. Al final del día compruebo que he ganado unas cuantas amistades, Joel
también se ha ofrecido para ayudar a Finnick con los cuchillos, ya que se le da
mejor que a William, y yo le ayudé también con el arco, al principio Finnick
era negado a usarlo pero ya lo consigue más o menos, no es malo, pero tampoco
es su punto fuerte. William me da algunos consejos de donde conseguir los
materiales para mis trampas, y como conseguir madera por si me quitan el arco. Me
enseña cómo fabricar flechas, lo que me viene realmente bien. Me dan ganas de
preguntarle por qué me está ayudando, pero cuando miro sus ojos verdes no puedo
decir nada, así que imagino las razones y entre ellas escojo una, seguramente
le de lástima. Cuando los entrenamientos acaban nos invitan a todos a un gran
banquete. Antes de este, te visten y arreglan como si fueses a una gala.
Primero me ducharon,
tuvieron que hacerlo con morfina porque no dejaba de gritar, cuando me deserté
ya estaba vestida. Una chica se acercó para peinarme, y tengo que reconocer que
me dejo preciosa. A continuación me maquilló, en sus ojos podía ver que ella no
pertenecía al Capitolio, me trataba con delicadeza y cuando acabo no logro
contener las lágrimas, tras un lo siento salió de mi cuarto. Recuerdo sus ojos
grises del color de la Veta, su mirada triste mostraba que buscaba algún
recuerdo perdido. Tal vez ella tampoco estaba a gusto con los Juegos. Supongo
que en el fondo hay gente con corazón por estos pasillos. Me quedé en frente
del espejo un par de minutos, bueno la verdad es que no se cuantos. Me miraba y
recordaba a mi madre, estaba preciosa, tal y como ella lo estuvo en las
entrevistas de los Juegos, me parecía tanto a ella. No quería defraudarla,
quería parecerme más a ella, demostrar que era fuerte como lo hizo ella,
demostrar que el Capitolio no es invencible. Lo único que me faltaban eran unos
zapatos, cuando me los trajeron casi me sentí en casa, se parecían a los que
tenía que llevar mi madre en sus giras como sinsajo, yo siempre me los probaba
aunque me quedaran grandes. Mama me vestía de pequeña con vestidos parecidos a
los suyos, siempre que había una gira mandaba al Capitolio una carta para que
los estilistas hiciesen otro vestido para su niña. Cada año lo mismo, para
recordar a la población que ya eran libres. Libres hasta ahora claro.
Acabaron pronto conmigo
asique me dejaron en mi cuarto hasta que empezase la cena. Encendí el televisor
aunque no permitían ver nada que no fuese su cadena, volví a ver las entrevistas
y me sentí orgullosa de mi comportamiento, por mucho que me costase después. Me
pregunte qué sintió mi madre o mi padre al verlo, pero seguramente ya lo sabía,
sintieron que el mundo se le venía abajo. Si hubiese venido yo sola a los
juegos hubiese sido diferente, pero mi hermano también estaba aquí.
Acabé de ver las
entrevistas, también el anuncio de que los juegos se atrasaban y he de decir
que su escusa fue muy pobre, apague la televisión cuando sonó mi puerta y me
preparé para mi último banquete.
Entré en la sala y vi
lámparas enormes colgando del techo, era la habitación más lujosa que mis ojos
habías visto, no me di cuenta de que todo el mundo estaba ya sentado hasta que
empecé a oír hablar a la gente. Buscaba mi asiento, Finnick se levanto para
ayudarme, estaba a su lado y al de mi hermano, por lo que deduje que los sitios
se elegían, el Capitolio no habría tenido ese detalle conmigo. Finnick estaba
nervioso y no supe porque hasta que me fije en los comentarios de la gente.
“¿La habéis visto? Esta preciosa” “Que envidia, mira que bien le sienta ese
vestido” “Esta increíble” Note como me ruborizaba un poco, ni siquiera Colin
pudo aguantarse y soltó algún que otro cumplido hacia mí. Se suponía que yo no
estaba oyendo nada pero creo que mis mejillas me delataron porque pronto todo
el mundo comenzó a callarse, noté como la mano de Finnick se apoyaba sobre la
mía y me decía algo. “Tranquila, solo están diciendo la verdad, no hace falta
que te sonrojes. Estás preciosa” Poco a poco creo que volví a mi color natural,
vi que al lado de Finnick se sentaba Evelyn, era del mismo distrito que
Colin aunque no parecían muy amigos, ella no paraba de mirar a Finnick, lo que
reconozco que me estaba poniendo enferma. En frente de mí estaban Joel y
William a los que también había oído comentar algo sobre mí y al lado de Joel,
Cristina, era la primera vez que alguien participaba desde el Capitolio, la
pobre no tuvo mucha suerte. Colin estaba con Cathy aunque Austin no paraba de
mirarles lo que me resulto en un principio gracioso. Clover entró por la puerta
de repente, anunciando su queridísimo banquete, el orgullo que sentía de estar
sentado con nosotros y lo feliz que le hacía ver unos tributos tan especiales y
animados. También nos dijo que los Juegos serían mañana, nos animaba a
disfrutar del día y a dormir bien ya que lo necesitaríamos, después de dar un
discurso sobre el por qué de estos Juegos dio paso al banquete y
empezaron a traer comidas que ni yo misma conocía. Después del discurso de
Clover mis ganas de comer habían disminuido, pero sabía que al día siguiente no
tendría nada, así que tenía que aprovechar y también tenía que conseguir que mi
hermano comiese algo, aunque él no quisiese. Al final a Finnick se le ocurrió
la idea de inventarse que era una comida especial, que nos daba más fuerzas
para ganar el Juego. Mi hermano cogió en seguida sus cubiertos y empezó a comer
como si no hubiese comido antes, tenía muchas ganas de ganar, aunque no supiese
de qué juego se trataba.
La comida estuvo
entretenida, teniendo en cuenta que en unas horas nos mataríamos entre
nosotros. La gente era muy amable, al final deje que Evelyn entretuviese a
Finnick como ella quería porque no podía mantener una conversación con él sin
que interrumpiese. Joel y William resultaron ser increíblemente divertidos, me
lo pase realmente bien, o al menos cuando me quitaba de la cabeza los Juegos.
Me hubiese encantado conocerlos en otras circunstancias porque sinceramente, la
mayoría seríamos buenos amigos. La pobre Cristina no podía parar de pensar en
la Arena, a penas probaba bocado. Estaba empezando a recordarme a mi hermano y
no pude evitar decirle que comiese, le explique que seguramente lo que comiese
hoy la mantendría con vida en la Arena al menos uno o dos días si no encontraba
alimento. Parece que se lo tomó en serio porque su comida empezó a bajar del
plato.
Solo hubo un momento de
tensión en la comida, lo provocó Colin.
-Ey preciosa, ¿por qué
no nos cuentas a todos como vas a sobrevivir en la Arena? Vaya, no me
contestas, ¿se te han apagado las llamas, preciosa? –cuando dijo lo de las
llamas quedó muy claro a quién se refería, yo me estaba pensando si contestarle
o no pero siguió hablando - o prefieres contármelo a mí a solas
Cuando hablo de un
momento de tensión fue porque después del comentario de Colin, Clover le rio la
gracia, William y Joel se estaban conteniéndose para no hacerle nada a Colin
como soltase otro de esos comentarios, lo que me resulto extraño, tal vez
Clover se equivocó y en la entrevista caí mejor de lo que él pensaba. Cristina
me miró y me dijo que no le hiciese caso pero tuve que hacerlo cuando Finnick
perdió los nervios. Antes de que Finnick se levantase le agarré del brazo y le
dije que no pasaba nada, aunque por la manera en la que apretó el puño creo que
no pensábamos igual. Todo parecía calmarse cuando Colin tuvo que hablar de
nuevo.
-Vaya, pues si que te
han salido seguidores, pero seguro que a ti te pasa lo mismo que a mí,
prefieres otro tipo de compañías. Qué me dices entonces, ¿te apetece contármelo
a mí solo?
-Sí, Colin – no iba a
parar hasta que le contestara, y eso era lo mejor que podía hacer, la mirada de
Finnick fue fulminante, aunque no solo la suya ya que toda la mesa me miró
igual- me encantaría contártelo a solas
-Justo la respuesta que
esperaba- su risa se oía triunfante, creo que a Finnick se le quito el
hambre, su mirada era de decepción, pero yo no pude evitar sonreír - ¿te vienes
conmigo sinsajo?
-Creo que me has
entendido mal Colin, me encantará contártelo a solas, pero en la Arena, cuando
tenga mi arco.
Tras mi respuesta la
cena fue muy silenciosa, la gente apenas hablaba. Colin se quedo callado,
mirándome fijamente, solo volvió en sí cuando su compañera Cathy le dio un
tirón en el brazo para que se sentase. Clover a veces metía un nuevo tema de
conversación sobre los Juegos y eso dejaba sin apetito a muchos. Al principio
la gente tenía miedo de irse pero no muchos aguantaban lo que significaba estar
allí, escuchando halagos sobre los Juegos, los Juegos en los que muchos
moriríamos. Los tributos se fueron retirando poco a poco, cuando se habían ido
ya unos once o doce, decidí llevarme a mi hermano para acostarle, el pobre
estaba agotado y parecía que se iba a quedar dormido encima del plato. William,
Joel y Cristina se despidieron de mí cuando me levante y me desearon buena
suerte. Finnick ni siquiera me miró a la cara.
La habitación de Gale y
la mía estaban cerca, ya no teníamos las salas de antes con un colchón malo en
el suelo, ahora eran enormes, y en el centro una cama que serviría para cuatro
como yo. Era una habitación lujosa, las paredes con estilos victorianos y
lámparas de araña colgando en el techo. Había plantas repartidas por toda la
habitación, y bambú en la pared, en la pared izquierda, asomaba una puerta a un
enorme cuarto de baño. Este, era enorme, antes de acostar a Gale le bañe un
poco por encima, me trague los malos recuerdos para poder hacerlo pero al final
lo conseguí. Metí a Gale en una enorme bañera en la que incluso se podía nadar,
estaba en el suelo y salían vapores y otras muchas cosas. Cuando apretabas un
botón que había a la derecha aparecían muchísimos aceites y cremas, había
esponjas, toallas y de todo en el baño pero no me moleste en admirar lo que
había a mi alrededor. En cuanto sequé a Gale le puse el pijama que había encima
de la cama. Muchos lujos para el poco tiempo que nos quedaba, estoy segura de
que la mayoría de los tributos ni siquiera los utilizarían, simplemente se
limitarían a tumbarse en la cama y recordar a sus familias hasta que se
quedaran dormidos. Cuando tumbé a mi hermano me di cuenta de lo pequeño que
era, no ocupaba ni un cuarto de la cama, le conté una historia pero cuando iba
por la mitad se quedo dormido, le di un beso en la frente y me fui, porque por
una vez me pareció seguro dejarle solo. Me levante de la cama y fui hacia la
puerta, Finnick estaba allí, no sé cuanto llevaba y después de su mirada en la
cena, me da hasta miedo cruzármelo, no sé qué pensaría de mí, pero tampoco me
apetece hablar de ello. Paso a su lado y salgo de la habitación, voy hacia la
mía pero cuando me agarra de la mano lo único que puedo hacer es pararme.
-Pensé que te irías con
él
-Ya Finnick, se te notó
cuando no fuiste ni capaz de decirme adiós
-No fue por eso, cuando
le dijiste a Colin lo de la Arena no pude evitar sonreír, porque en un
principio creo que pensé lo que todos, que si querías irte. – ¿lo que TODOS?
¿acaso él es como todos? Iba a contestarle pero lo único que hago es desviar la
mirada, no quiero encontrarme con esos ojos azules de nuevo- Amy, no te he
dicho adiós porque no quiero despedirme, despedirme de ti significa que todo ha
acabado.
-Es que todo ha acabado,
mañana son los Juegos y yo voy a morir en la Arena– mi voz es débil, porque no
tengo la fuerza suficiente para decirle todo lo que me gustaría, así que me
suelto de su mano y abro mi habitación, será difícil dormir con tantas
pesadillas pero si no duermo algo mañana no seré capaz de hacer nada, antes de
cerrar la puerta se me escapa una frase- para mi Finnick nunca has sido como
todos.
Cierro la puerta porque
no soy capaz de aguantarme más las lágrimas, porque en un día voy a perder todo
lo que me importa, bueno no todo. Si estoy segura de algo, es que mi hermano va
a seguir con vida. Finnick me pide que le abra una y otra vez pero creo que al
final se da por vencido, porque sabe que no lo voy a hacer. Me tumbo en la cama
con la esperanza de poder descansar, pero cuando cierro los ojos lo único que
me encuentro son pesadillas.
A la mañana siguiente no
encuentro mi traje para la arena, me impiden ir a ver a mi hermano así que lo
único que puedo hacer es darme una ducha, lo que me llevo mi rato ya que al
principio todavía temblaba. Cuando salí me seque, bebí un poco de agua del
grifo y esperé con el albornoz a que me trajesen la ropa para poder vestirme,
la cual tardó bastante. Estuve pensando en que haría, cuál sería mi estrategia.
Estaba claro que quería alcanzar a mi hermano pero después de eso qué hacer.
Pensé un rato en como escaparía con Gale en brazos y vi que tenía pocas
opciones, si lo lograba tendría que encontrar un refugio para escondernos y una
vez que estuviese segura de que nadie lo encontraría salir a por agua. Y me
queda la comida, cazar será complicado si no tengo armas. En mi cabeza solo
aparecen formas de morir y lo que yo necesito es una oportunidad, una manera de
sobrevivir, pero supongo que es complicado. Empiezo a pensar en la Arena, a lo
largo de los años la Arena a mejorado, se ha convertido en un lugar lleno de
trampas mortales, ¿Cómo será esta vez la Arena? Si fuese un bosque tendría más
oportunidades pero dudo que lo pongan tan fácil. Seguramente sea algo
inesperado para dar más espectáculo. Una chica aparece con mi ropa, la deja
encima de mi cama y sin mirarme a la cara desaparece. La ropa es sencilla y
parece cómoda, un pantalón ajustado, unas botas, una camiseta básica… Todo
parece muy práctico. Básicamente el mismo vestuario que llevo mi madre tiempo
atrás. Aunque yo no tenía chaqueta, en vez de eso tenía un chaleco lo que me
hace pensar que esta vez la Arena será un sitio caluroso, o eso o nos moriremos
de frio si no encontramos un saco.
Tenía cinco
minutos para vestirme y llegar hasta el tubo, así que me puse la ropa, mi
chaleco y empecé a correr para llegar a tiempo, podría haber llegado tarde, o
no haber llegado, pero entonces ni si quiera tendría la oportunidad de luchar
para vivir. Por el camino me hago una trenza, me doy cuenta de que es como la
de mi madre, sin ni siquiera pensarlo me estoy pareciendo cada día más a ella.
Me meto en un tubo claustrofóbico y escucho la cuenta atrás. Cuento los
segundos que faltan para que mi vida sea un infierno y sin que me diese cuenta
ya estaba en la Arena. Ya no había vuelta atrás. Cualquier cosa que estuviesen
intentando desde el verdadero Capitolio para encontrarnos no había funcionado y
dudo que logren hacer que funcione.
Veo las posiciones de
los tributos, estamos colocados en círculo en frente de la cornucopia. Miro a
la cara a mis adversarios, algunos asustados pero la mayoría parecen fuertes y
decididos. Veintisiete, pienso. A mi espalda bosque, eso me da esperanzas, en
frente arena. Una mina activada en frente de cada tributo para que nadie salga
antes de tiempo, Gale no sabe eso.
Primero se oyó la voz de
Clover, dando inicio a los Juegos del Hambre, dio un pequeño discurso como el
de la cena, pero dirigido a la gente de los distritos. Les recordaba que una
vez más el Capitolio había ganado, que todos estos años de libertad serán un
castigo mayor del que había en el pasado, que se arrepentirían de haberse
rebelado y que hoy empezaría el castigo a los rebeldes y después dijo una frase
que no entendí muy bien. “Dado que hubo unos juegos que no pudieron terminar,
tal vez sea la hora de empezarlos de nuevo”
A continuación sonó la
señal, una última mirada hacia Finnick y salí corriendo. Todos iban a por
mochilas, armas o comida, yo iba a por mi hermano. De repente todo
se convirtió en una matanza, los gritos venían de todas partes y aunque
intentabas no cruzarte con la gente resultaba imposible. Me sentía atrapada en
una de esas pesadillas en las que debes correr, correr hasta que no puedas más,
sin lograr escapar, sin lograr despertar. Las piernas parecían moverse
cada vez más despacio, mientras me esforzaba por llegar hasta mi hermano, aquí
existe solo una salida “MATAR O MORIR” La única regla esta puesta, los tributos
deben salir a la Arena y luchar por sobrevivir, matándose entre ellos.
Consigo ver a mi hermano
y le cojo para irnos, no pienso en armas, en comida, solo pienso en salir de
allí. Veo un arco, sé que es una trampa asique sigo adelante. Lo único que
pretendo es adentrarme en el bosque que parece tan lejano. Una especie de
círculo de arena enorme recoge la cornucopia en el centro. Voy más lenta pero
no puedo soltar a Gale, avanzo como puedo. La arena que hay en el suelo
ralentiza mi paso, es fina y me recuerda al distrito 4, voy a llegar al bosque
cuando Colin se pone en medio. La voz de Gale preguntando qué está pasando resuena
en mi cabeza pero tan solo como un eco porque estoy atenta a lo que pasa en
frente de mí. Puedo ver dos espadas en sus manos, me saluda con un “hola
preciosa”. No va a dejarme en paz, ni siquiera el primer día, ha venido a por
mí sin pensarlo dos veces. Supongo que se trata de eso, primero hay que
librarse del enemigo para asegurarse más tiempo en la Arena. Enemigo, lo
pienso, mi enemigo no es él, es el Capitolio, no tengo que dar espectáculo.
Algo me trae de vuelta a la Arena, algo que aleja mis pensamientos, de repente
se oyen mas gritos de los que ya se oían, y por la cara de asombro de Colin no
se trataba de una pelea en la Cornucopia, me giro sin pensarlo y veo como el
circulo de arena se está convirtiendo en agua, forma una especie de mar, en el
centro una pequeña isla sujeta la Cornucopia, pero no todo el circulo pasa a
ser agua, también deja ver una especie de orilla. Recuerdo la frase de Clover,
los juegos que no se acabaron… solo tengo una cosa en mente, tick tock, this is
a clock. Va a ser como el reloj, esos juegos nunca pudieron acabar. La Arena es
un reloj. Un horror cada hora. No sé cuantos tributos se habrán dado cuenta
pero tal vez sea algo a mi favor, he estado despierta y atenta a lo que decía
Clover, puede que me haya ayudado aunque él no lo sepa. Los gritos son de
ayuda, de desesperación, la gente se ahoga. Veo como muchos consiguen llegar a
la orilla y oigo las voces que se apagan de los que no sabían nadar. Empiezan a
sonar los cañones. Ver tanta agua solo me recuerda a una cosa y siento que me
quedo sin fuerzas. Las manos me sudan y las piernas me tiemblan. No soy la
única que lo nota porque Colin me suelta “¿Qué te pasa? ¿Te da miedo mojarte?
¿Temes que se apaguen tus llamas?” Su comentario sarcástico me pone enferma
porque no tiene ni idea de lo que pasa. Ya estamos a solas, como le prometí
pero antes de acabar con el necesito poner a salvo a Gale. No sé cómo voy a
salir de esta, Colin empieza a pelear con las espadas, yo me agacho y esquivo
algún golpe pero llevar a Gale no ayuda mucho. El está asustado pero no más que
yo, yo tengo miedo de perderlo. Consigo derribarlo con una patada pero no tarda
en ponerse en pie con más fuerzas aún que antes. Una voz detrás de mí hace que
me gire y entonces una de las espadas de Colin roza mi brazo, haciendo que
empiece a sangrar. Finnick está justo detrás, le da su mochila a Gale y me
dice que corra. Y en ese momento no pienso en lo que dejo atrás, sino en que mi
hermano siga con vida. Corro tan rápido como me lo permiten las piernas, mi
hermano tiene la mano en el corte que no para de sangrar pero no estoy atenta a
lo que me dice, quiero mirar atrás pero sé que si lo hago pondré en peligro la
vida de Gale y es algo que no puedo permitirme. Los cañones siguen sonando y
solo puedo preguntarme si uno de esos cañonazos no será por Finnick.
El bosque es enorme, me
recuerda al distrito 12, busco cualquier cosa que nos sirva para escondernos.
Empiezo a caminar cuando creo que estoy lo suficientemente lejos, toco el musgo
para comprobar si hay algún rio o lago cerca pero no veo nada, ni una gota de
agua. Si la Arena es un reloj el agua estará dentro de los árboles, pero no,
eso sería bastante obvio. Cuando Clover nos ha dado esa pista sobre la Arena
era para despistarnos, tal vez si sea un reloj pero no el mismo, no nos dejará
jugar con esa ventaja ya que muchos se habrán dado ya cuenta del significado de
su frase y estarán perdiendo el tiempo buscando alguna forma de agujerear el
tronco. Las horas pasan y empiezo a preguntarme donde acabara la Arena. Sigo
caminando, oigo la voz de Gale pero estoy tan cansada que suena tan solo a lo
lejos. El tiempo no pasa muy rápido, y casi lo prefiero. Decido parar un
momento porque estoy segura de estar lo suficientemente lejos como para que me
encuentren. El fenómeno de la arena y el agua me ha dejado boquiabierta. Noto
como la sed empieza a aparecer y entonces me acuerdo de la mochila de Finnick.
Se la pido a Gale y él
se la quita de la espalda. La mochila es naranja, como de las que hablaba mi
madre. En el interior encuentro varias cosas. Empiezo a sacarlas una a una, y
las examino, un botellín sin agua, una cuerda, un saco para dormir, y un
cuchillo que debió meter Finnick. Teniendo en cuenta que cuando salí de la
Arena no tenía nada para mí esto es más que un triunfo. La mayoría de las cosas
son las que utilizó mi madre para sobrevivir, pienso en subir a un árbol como
hizo ella pero me parece más seguro seguir caminando de momento y buscar algún
refugio en tierra. Gale está agotado y ha dejado de hacer preguntas y para ser
sincera lo prefiero ya que no se qué contestarle.
Me levanto y cojo a Gale
en brazos. Me pongo la mochila a la espalda para que él no tenga que cargar con
ella. Miro un poco a lo lejos y solo veo bosque. Me pregunto si al final habrá
algo que me sirva para salir de aquí. No oigo ruidos y no veo tributos
alrededor asique debemos habernos alejado de la playa bastante. Seguramente los
tributos mas fuertes ya se hayan aliado y tendrán la cornucopia bajo su poder.
Estarán bien situados, es un buen refugio y si quieres llegar hasta allí
necesitas atravesar el agua, es decir, lo más probable es que te viesen antes
de que consiguieses llegar al otro lado. Tendrán armas, comida y agua para
refrescarse, lo único que les queda es algo para beber. Ellos sí que tienen más
oportunidades pero aun así no puedo quejarme, Gale sigue vivo. Seguimos
caminando cuando resbalo con el pie derecho. Un dolor punzante y pierdo el
equilibrio. Caemos por un desnivel lleno de matorrales. Gale se suelta al
instante. La caída se me hace eterna, recibo golpes en los brazos, piernas y
tengo un dolor intenso en el costado por el golpe de una roca. Permanezco unos
minutos en el suelo. Me llevo la mano derecha al costado y nada más rozarlo
siento un dolor terrible. Parece que me ha pasado por encima uno de los trenes
del Capitolio. Un poco magullada intento levantarme, primero apoyo una
mano, después la otra. Apoyo el talón que no me duele y con el otro hago un
pequeño esfuerzo. Como me cuesta decido levantarme apoyando primero la rodilla.
Me quito el barro de la herida que me había hecho Colin, recojo la
mochila y me pongo a buscar a Gale. No puedo evitar pensar en la caída, levanto
un poco la vista, es un desnivel enorme. Miro entre los árboles y los
matorrales, repito su nombre varias veces en bajo por miedo a que nos
descubran. Nerviosa miro a cualquier lado, intento escuchar el mas mínimo
sonido que me diga dónde encontrarlo, pero no veo ni oigo nada. Empiezo a
preocuparme porque no lo encuentro y aún sabiendo que si grito podrían descubrirnos,
tras escuchar un cañonazo grito su nombre. Un Gale que habrá puesto los pelos
de punta a cualquiera que estuviese viendo los Juegos, un Gale que implica
desesperación, miedo… Seguro que todas las cámaras me están enfocando en este
momento. Grito una vez más, este Gale no es como el de antes, este es una
súplica. Un grito que se apaga al igual que la esperanza de encontrar a mi
hermano. Espero, nadie contesta, sigo esperando. Grito una vez más desesperada,
tengo ganas de llorar, no he podido fallar, no tan pronto. Miro por todos lados
y no encuentro a nadie. Me llevo las manos a la cabeza pero entonces oigo una
voz, es Gale, pero parece lejana. Le grito que salga, que no pasa nada, que
está a salvo y tras un poco de espera, veo una cabeza que se asoma con miedo
desde unos matorrales. Voy hacia allí corriendo, siento como la alegría recorre
mis venas, miro los matorrales y cuando los aparto me doy cuenta de que
hay muchos más detrás, me adentro un poco entre estos y cuando aparto unas
ramas veo una cueva. Todavía no me lo creo, abro los ojos y mi corazón late con
fuerza, me agacho para entrar porque si no es a gatas no paso. Gale entra con
mucha más facilidad. En mi interior siento que una llama crece en mi, que mi
corazón ahora es más fuerte, no sé explicar esta sensación pero creo que muchos
la denominarían esperanza. Esa llama empieza a recorrer mi cuerpo y una sonrisa
se dibuja en mi rostro. Por dentro la cueva era mucho más alta, me pone de pie
y aún así no llegaba hasta arriba. Era lo suficientemente oscura para que no se
nos viese y desde que sonó la señal es la primera vez me alegro. Coloco las
ramas delante de los matorrales para que la cueva no se vea, cuesta ver el
exterior pero en este caso es una buena señal. Primero salgo con cuidado para
comprobar que es imposible de localizar y cuando estoy segura vuelvo a entrar.
Oigo la voz de Gale que me dice que no le gusta este juego, yo le sonrió y le
prometo que pronto estará en casa. Coloco el saco de dormir al fondo de la
cueva, a la izquierda se extiende un poco y desde allí ni siquiera se ve la
entrada por lo que muevo el saco hasta allí. Como supongo que está cansado
acuesto con cuidado a Gale y cierro el saco para que no pase frio ya que en la
cueva la temperatura es algo diferente a la exterior. Ahora está a salvo,
necesito encontrar comida y agua si queremos sobrevivir. Pienso en las horas
antes de entrar en el tubo, parecen tan lejanas y ha ocurrido en el mismo día,
mi estrategia era esta y no sé cómo pero está saliendo bien. Vengo de una familia
de vencedores, su sangre corre por mis venas, eso tendría que animarme aunque
en este caso todos los tributos tienen la misma ventaja que yo, seguramente
todos cuenten con estrategias que usaron sus padres para ganar. Al principio
dudo en dejarle solo pero al final me decido y salgo en busca de cualquier
cosa. Mi plan para la cuerda era dejársela a Gale para que jugase pero prefiero
utilizarla para hacer una trampa. Recuerdo a Gale, el amigo de mi madre,
comienzo a hacer la trampa tal y como él me enseño. No sé si me estará viendo
en alguna pantalla pero por si acaso dejo caer en el aire un gracias, con la
esperanza de que lo oiga y no sea una simple palabra que se lleve el viento.
Cuando ya está hecha la dejo entre unos matorrales y voy a buscar algunas bayas
que se que si pueden comerse, decido que tengo suficientes así que
echo a la mochila las que me quedan en la mano y voy a buscar la trampa. Ya han
pasado varias horas desde que la puse.
Cuando llego encuentro
un conejo atrapado, me da un poco de pena pero saco el cuchillo y lo mato.
Cuando iba a cazar con mamá o con el tío Gale y veíamos un conejo a veces lo
soltábamos porque tampoco lo necesitábamos para sobrevivir y a mí me gustaban mucho
porque son muy bonitos, supongo que ahora las cosas han cambiado. De camino a
la cueva cojo unas ramas para hacer un fuego pequeño con el que poder cocinar.
Miro arriba y pensando que mis padres me estarán viendo digo en un susurro,
‘cuidaré de él como me enseñastéis’
No nos está yendo tan
mal, tenemos comida y refugio, si Haymitch siguiese siendo mentor del 12
estaría orgulloso de mí. Pienso una vez más en Haymitch, él es muy
importante para mí, me enseñó muchas de las cosas que sé y siempre le he admirado.
Él me hizo ver la vida desde otro punto de vista, desde su punto de vista.
Haymitch ha cambiado mucho en los últimos años, cada vez le veo más optimista y
divertido, ahora vive de verdad, lo sé porque papá me ha contado muchas veces
como era antes de que yo naciese. Recuerdo que si un día llegaba a casa y le
veía con la mirada perdida le daba un abrazo para traerlo de vuelta porque
cuando se sentaba y dejaba la mirada fija en un punto estaba pensando, y yo sé
en qué pensaba, en los Juegos, en su familia y la chica de la Veta que mataron
por él, lo sé porque cuando hacia eso sus ojos perdían brillo y poco a poco se
humedecían. Pero aunque suene egoísta, yo me alegro de que Haymitch ganase esos
juegos, sin él todo hubiese sido diferente. Como dice mama, siempre ha sido una
pieza clave, no en los Juegos como mentor sino una pieza clave en nuestra
familia.
Llego a la cueva pronto,
Gale sigue durmiendo, enciendo fuego tras varios intentos y pienso en lo bien
que me hubieran venido unas cerillas. Apago con la bota el fuego hasta dejar
solo las brasas. Empiezo a despellejar el conejo, me miro las manos mientras lo
hago, estan descuidadas, las uñas sucias, si Effie me viese ahora le daría un
ataque. Acabo de despellejarlo y con los restos del fuego, lo preparo.
Despierto a Gale para que coma algo, le doy casi todas las bayas para que
alivie un poco su sed y comemos un poco de conejo. A penas tenemos hambre
asique el conejo se queda casi entero. Vuelvo a acostar a Gale y me tumbo a su
lado. Hemos sobrevivido el primer día, espero que Finnick también lo haya
hecho. Esa noche duermo mejor, de vez en cuando me despierta alguna pesadilla,
la mayoría de Finnick pero no puedo evitarlo, me despejo un poco y me siento al
lado de Gale. Ahora sé de qué hablaba mi madre, ahora entiendo que hubiese
mañanas en las que sonreír le resultase imposible, solo quiero ser tan fuerte
como lo fue ella y encontrar la manera de salir de aquí cuanto antes. De
repente empiezo a oír una tormenta, salgo y miro al cielo, tengo tanta sed que
cuando las gotas rozan mi piel ni siquiera tiemblo, despierto a Gale enseguida
y con cuidado salimos a fuera, con las hojas grandes bebemos el agua que cae y
cuando ya no tenemos más sed, lleno el botellín. Le lavo un poco la cara a Gale
y limpio mi herida, volvemos a entrar. Como no tiene hambre lo acuesto, pero
antes decido que ha llegado el momento de hacer una cosa importante, ahora
tenemos agua y comida y un lugar donde escondernos. Con el botellín y el conejo
Gale tendrá al menos para un día, el conejo le durará más pero si no llueve
pronto aguantará solo un día con el agua que tenemos. Tal vez haya una hora
para conseguir agua, al fin y al cabo estamos en el reloj, tal vez tenga
sentido. Me da miedo dejarle solo pero sé que nadie le va a encontrar. Antes de
que se duerma le explico que me voy a ir un día, que si tiene hambre coma, pero
que si tiene sed intente beber poco ya que solo tiene ese botellín. Le pido que
si llueve salga con cuidado y que si por cualquier cosa tardo mas salga a coger
bayas de los matorrales de cerca. Le recuerdo que en el juego no pueden tocarle
asique si alguien le encuentra tiene que salir corriendo y subirse a un árbol
donde no puedan encontrarlo. Me da miedo dejarle solo pero debo hacerlo.
Después le doy un beso y me marcho a buscar a Finnick. Antes de irme, me
encargo de tapar la entrada más y cuando estoy satisfecha saco el cuchillo y
empiezo a caminar.
No sé cuantas horas han
pasado pero me he alejado mucho de la cueva, tengo un día para encontrarlo solo
un día. Podía hacerlo. Es de noche, el bosque ahora da más miedo que nunca, las
sombras de los árboles me confunden por sus formas y decido ir más lento por si
acaso. Sigo caminando durante unas horas y ya diviso el final del bosque.
Todavía queda mucho pero verlo me da esperanzas. Tal vez Finnick este escondido
cerca. Espero que no esté herido, tengo que encontrarlo lo antes posible.
Mientras camino compruebo los arboles, pero no veo nada. En uno de ellos me
subo y cuando estoy a la altura suficiente miro alrededor a ver si se encuentra
cerca. Bajo cuando compruebo que no hay nadie y sigo caminando. Pienso en cómo
estará Finnick, las caras salieron en el cielo justo cuando estaba dormida y no
pude comprobar si la suya estaba entre estas. Yo solo espero que este bien, o por
lo menos que esté vivo. Llego a la orilla una hora más o menos después, me
escondo en los matorrales pero entonces me parece ver a alguien tumbado en la
playa, si estuviese muerto ya se lo habrían llevado lo que significa que está
vivo, podría ser Finnick. Y si es él seguramente sea una trampa pero no puedo
evitar salir, y cuando me acerco veo que no es quien yo pensaba. Pero si
reconozco a alguien, y no precisamente al cuerpo que hay en la arena, sino al
que hay de pie detrás de mí. No me lo pensé dos veces, salí corriendo de allí,
sin rumbo, con solo una idea en la cabeza, escapar. Corría como podía, pedía a
mis piernas que fuesen más rápido pero no respondían y detrás de mí una risa
inconfundible. Pero si Colin estaba detrás de mí, Finnick tal vez estaría
muerto.
Quiero sacarme esa idea
de la cabeza porque ahora es mi vida la que está en juego. Sigo corriendo, me
adentro en el bosque con la esperanza de poder despistarlo, no sé cuánto tiempo
ha pasado porque se me está haciendo eterno. Intento no tropezar porque no voy
mirando el suelo, tan solo miro al frente esperando encontrar la manera de
escapar. Colin lanza uno de sus cuchillos y me raja la camiseta. Noto como
empieza a salir un poco de sangre, lo que es una buena señal porque significa
que la herida es pequeña. Se para a recoger el cuchillo y eso me da una ventaja
favorable. Corro más rápido y me meto entre los árboles. Me araño con algunas
ramas pero eso no me impide seguir. Voy apartando las hojas, no veo nada de lo
que tengo delante. Solo una idea en mi cabeza, escapar. Al cabo de un
rato creo que consigo despistarlo. Me paro, miro a todos lados buscando algo a
lo que aferrarme, camino hacia atrás. Estoy segura de que le he despistado.
Todavía tengo el cuchillo en la mano, podría haberlo utilizado y haber luchado
contra él pero correr era más sensato. Pienso en cortar la circulación para no
seguir sangrando pero estoy demasiado preocupada como para curarme la herida.
No le veo por ningún lado. Aún así era solo cuestión de tiempo que me hallara,
era débil e insignificante, pero no, demostré en la sala de entrenamiento que
no lo era. Esta vez no sabía qué hacer, lo único que esperaba es que mi hermano
se quedase en esa cueva. Lo peor es que sé que muchos no se lo pensarían
dos veces para acabar con mi vida, y Colin no es el único. Me doy cuenta de lo
sola que estoy, de lo que realmente significa estar en la Arena. De que un día
podría levantarme y ese, podría ser el último. Los latidos de mi corazón
aumentaban, no tenía fuerzas, y mis ganas de seguir luchando se habían
ido. Sentí como un brazo me tomaba por la cintura pegándome a su cuerpo y
como una mano tapaba mi boca impidiendo que gritara, podía sentir su
respiración en mi cuello, su aliento… el cuchillo se resbaló de mi mano, logro
que me invadiera una ola de temor, pensé que moriría allí mismo, sin poder
hacer nada para evitarlo.
-Te soltaré, pero no
grites, Colin aun esta aquí- susurro levemente a mi oído, no era necesario
girarme para saber quién era, conocía su voz a la perfección, la había oído en
los entrenamientos, en la cena, pero en ese momento resonó en mi la frase que
utilizo en la entrevista para hablar sobre mí, era William.
El chico de ojos verdes,
¿intentaba salvarme? ¿Por qué razón? Él mismo había dicho que una insignificante
y débil chica como yo caería pronto en estos juegos, entonces ¿por qué me
estaba ayudando? Si me dejaba morir tendría más oportunidades de vivir. ¿Por
qué lo hacía? Las preguntas resonaban en mi cabeza sin respuesta alguna.
-Creo que ya se ha ido
-¿Por qué.. – no pude
acabar la frase
-No dejaré que te pase
nada, si algo te ocurriese no podría vivir con ello- quiero preguntarle por qué
no se lo perdonaría, cuándo empezó a pensar así, pero él sigue hablando, como
si fuese capaz de leer mi mente- el día de la entrevista, cuando saliste con
ese vestido –coge el arco que lleva a la espalda y me lo da, yo lo cojo sin
preguntar nada mas, atenta a sus palabras, el mira a todos lados preocupado,
cuando se relaja un poco me mira a los ojos- cuando nuestras miradas se
cruzaron.
-¿Cuándo deje de ser
débil e insignificante?
-¿Quién te ha dicho que
no lo sigas siendo? Acabo de salvarte la vida.
-Lo dicen tus ojos, ya
no me miras igual.
-El día de los
entrenamientos, cuando dejaste en ridículo a Colin- me tiene agarrada de la
mano, habla susurrando y avanza lentamente, mira alrededor y está atento a
cualquier sonido pero aún así no me pierde de vista.
- ¿Por qué sigues aquí?-
me separo de él, lo dije histérica, ya me había ayudado, podía irse y
desaparecer -No tienes razones para seguir aquí, lo mejor es que te vayas- lo
decía con el nudo en la garganta. En realidad no quería tratarle así, una
lágrima resbaló por mi rostro, no sabía por qué, ahora ya no era el chico
gracioso de la cena, ahora era mi enemigo, era un tributo más, no me importaba.
Para salvar a mi hermano no me lo pensaría dos veces, mataría a cualquiera.
Entonces él se acercó, se acercó demasiado.
- ¿Qué no tengo
razones?- una sonrisa se dibujada en su rostro- Tengo una y la más importante
esta frente a mi ahora- apartó la lagrima que caía por mi rostro y acercó su
mano dulcemente, acariciándome.
-Todavía no me has dicho
por qué me has salvado.
-Creo que no hace falta
que te lo diga
Y entonces un beso, en
medio del fuego, de la guerra, de las llamas, del horror, en medio de los
Juegos, un beso. Era cálido, no podría olvidarlo aunque quisiera, fue como la
esperanza, no sabría explicarlo, solo sé que me dio fuerzas para luchar, para
seguir adelante. Era lo que necesitaba, algo a lo que aferrarme. Sé que estuvimos
juntos bastante tiempo, su mano volvió a rodear mi cintura y sus labios
volvieron a juntarse con los míos. Sin pensarlo uno de mis brazos rodeó su
cuello juntándonos aún más de lo que estábamos. Lo que sentía en ese momento
era imposible de describir. Todas las emociones que sacudían mi
cuerpo habían desaparecido. Todos los pensamientos, tantos buenos como
malos habían dejado de existir. En ese momento nada pasaba por mi cabeza, tan
solo él. Desde que salí de la cueva habían pasado horas. Mientras me besada
comprobé que había amanecido asique era el segundo día. Ya había pasado un
día de los Juegos y en ese momento nada me parecía tan malo. Pero si había
pasado un día debía volver con mi hermano, pero qué le decía a Will, después de
lo que había hecho no podía decirle que estaba buscando a Finnick. Como acababa
de amanecer en realidad me quedaba casi un día entero para encontrarle, debía
volver al anochecer a la cueva, todavía había tiempo. Lo peor es que no quiero
separarme de Will, no quiero que este momento acabe.
-William, mi hermano,
tengo que volver a por él.
-Lo encontraremos,
tranquila- noto su piel, su mano me roza la cara como una caricia y después un
abrazo, por primera vez siento que todo podría ir bien, pero no puedo quitarme
de la cabeza una cosa, a Finnick. Estoy preocupada, ni siquiera sé si está
vivo, no he estado atenta a las caras que aparecieron la noche anterior.
Cojo de nuevo el arco y
pongo una flecha en posición, un arco para mí en ese momento era una
oportunidad muy grande, una oportunidad para llevar a mi hermano a casa.
Mientras caminábamos me sentía segura, a gusto, no sabría describirlo pero era
una sensación de seguridad, de esperanza. Will iba delante porque no quería
ponerme en peligro, yo me acercaba a él cada vez más para no perderlo, cuando
estaba rozando su espalda me di cuenta de que me sentía como en casa. Era la
misma sensación que cuando cazaba en el bosque, tienes que ir con cuidado para
no espantar a tu presa pero aun así no te preocupa nada más porque sabes que no
corres peligro. Pero no entiendo porque me siento así, yo si corro peligro, en
este mismo bosque hay gente que intenta matarnos. Muchas cosas encuentro en mi
cabeza pero cuando pienso en Will se desvanecen y pierdo el miedo que siento en
mi interior. Como si estuviese segura a su lado. Seguimos caminando un rato, iba
diciéndole por donde ir para guiarle entre el bosque hasta la cueva. Sé que es
seguro decirle donde esta nuestro refugio asique le llevo por el camino por el
que vine. Si hubiese sido otro tributo tal vez no hubiese confiado en él tan
rápido, pero Will me ha salvado, ahora mismo es una persona en la que sé que
puedo confiar, y eso aquí en la Arena no hay que desaprovecharlo porque es
difícil encontrar tributos así. Se tarda bastante en llegar y compruebo como
pasan las horas, atenta a ver si descubro una hora nueva en el reloj. William
me mira asombrado por la atención que tengo en el bosque, lo que me da a
entender que no ha descubierto todavía que esto es un reloj, y si lo ha
descubierto no ha caído en la cuenta de que estamos cambiando continuamente de zonas.
Cada zona es una trampa mortal, cada hora es un horror y una vez que te
encuentras en uno solo dependes de ti mismo. Observo y escucho alrededor de la
zona, de vez en cuando miro al cielo para orientarme. Según la posición del sol
es ya por la tarde. Mis tripas rugen pidiendo a gritos algo que comer y mi
garganta arde como nunca lo había hecho. Repaso mentalmente, el primer día
conseguí encontrar refugio, atrape un conejo y llene un botellín, estamos en el
segundo día y ya es por la tarde, al anochecer tengo que estar de vuelta en el
refugio para cuidar de Gale, pero antes debería encontrar a Finnick. Me siento
culpable por lo que ha pasado. Miro a Will a los ojos y su mirada me
tranquiliza, como si todo fuese a salir bien. Veo que se para y saca su mochila,
en ella guarda un montón de cosas, también tiene un botellín vacio, una cuerda,
cerillas, algo de fruta y una botella de agua que debió coger de la cornucopia,
pan, bayas… No puedo explicarme como caben tantas cosas ahí pero mis ojos miran
fijamente la comida. Me hace una señal para subir a un árbol y cuando empiezo a
subir me sigue. Trepar se le da bien pero no lo suficiente para alcanzarme
asique espero en una rama a que él suba. Cuando llega se coloca a mi lado, coge
la mochila y saca la fruta, algunas bayas, pan y la botella de agua. Me
extiende la mitad de todo y aunque al principio me niego a cogerlo porque es su
comida, tras ver un par de veces su sonrisa no puedo evitar cogerlo. Comemos
con ganas ya que ambos teníamos mucha hambre y la botella baja potencialmente.
Las bayas eran frescas, tenían un sabor diferente, era como una explosión de
sabores distintos en la boca y estaban deliciosas. La fruta era exótica, estaba
realmente deliciosa, jamás había probado nada igual, ni siquiera en las visitas
con mis padres al verdadero Capitolio.El pan estaba también exquisito. Me
recordaba al pan que preparaba papá en casa, por fuera era perfecto, su textura
suave. Cuando lo partías por dentro estaba tierno y la corteza justo como me
gustaba. Hacía mucho que no comía un pan tan bueno, el que había en los
entrenamientos era diferente, la corteza estaba dura y por dentro no era en
absoluto esponjoso. Cuando estamos servidos bajamos del árbol, seguimos
caminando un poco y mientras le agradezco todo lo que está haciendo por mí.
Durante el camino bromeamos un poco para olvidar que estamos en la Arena, una
de las mejores cosas de Will es que sabe hacerme reír. Seguimos nuestro camino
sin perder de vista los alrededores.
Lo siguiente ocurrió muy
rápido, a penas puedo explicarlo, oímos un grito y salimos corriendo. Un grito
en la Arena no significa nada bueno. Podría haber un tributo cerca que este
peleando con otro, o tal vez sería otra hora del reloj. No solté su mano en
ningún momento, corríamos tanto que mis piernas a veces no se coordinaban.
Teníamos que salir de allí lo antes posible. Apartábamos ramas y seguíamos
adelante sin que nada nos parase porque en la Arena, pararte es un sinónimo de
morir. Llegamos a unos matorrales y nos escondimos, entonces apareció Austin.
Su mirada era de odio. Austin no ha cambiado nada, sigue igual de fuerte y de
grande. Seguramente se hubiese aliado con Colin, y Cathy también estaría con
ellos. Buscaba algo por todas partes. Miraba entre los matorrales que había en
frente nuestra. Se subía a los arboles y cuando comprobaba que no había nadie
bajaba y cabreado daba un puñetazo a este. A quien estuviese buscando no le
esperaba nada bueno. Teníamos que salir de allí, estábamos en el lugar
equivocado y en el momento equivocado. Will me hizo una señal para que no me
moviese. No sé cómo pero Austin nos vio, Will me aparto y cogió el
cuchillo. Austin vino directo hacia nosotros, yo estaba tirada en el suelo
porque William me había apartado pero no tarde en ponerme de pie. Austin cogió
a Will y lo levanto tirándolo contra un árbol. Involuntariamente grite asustada
y Austin que se había olvidado de mi existencia, vino directo hacia donde
estaba. Sin esperarlo William se lanzo sobre él y ambos cayeron al suelo.
Dieron un par de vueltas y cuando uno se ponía encima del otro todo cambiaba y
volvían a girar en el suelo. Ahora William tenía el cuchillo y lo empujaba
hacia su cuello pero Austin era demasiado fuerte y con las dos manos estaba
evitando que el cuchillo llegase hasta él. Yo tenía el arco que me acababa de
dar pero me sentía inútil, si disparaba me arriesgaba a dar a Will. Por muy
buena que fuese, un paso en falso de uno de los dos y podría fallar. Cierro los
ojos y lo único que recuerdo es el beso, intento no pensar en eso ahora, intento
despejarme, concentrarme en la lucha. Tengo miedo pero aún así me acercó. Todo
fue tan rápido, les veía pelear. Cuando Austin agarro a Will del cuello y lo
puso contra el suelo pude disparar y lo hice, pero Austin era fuerte y aunque
le había atravesado con una de mis flechas seguía luchando, aunque ahora era
William quien llevaba ventaja. Cogí otra flecha y la volví a colocar en el
arco, tense la cuerda para disparar pero no podía hacerlo hasta que no
estuviese segura. Mis manos no temblaban, cuando cojo el arco no puedo
permitirme dudas, no puedo permitir miedo, somos tan solo yo y mi presa, aunque
en este caso mi presa fuese humana. Siguieron peleando, Austin consiguió poner
a William de rodillas y entonces yo le disparé a la cabeza, y sonó un cañonazo.
El de Austin. Había matado a una persona, ahora las manos sí que me temblaban.
Lo único que me ayudaba era saber que por lo menos William estaba bien, cuando
me acerque me salió un grito ahogado. Austin había conseguido ponerle de
rodillas porque le clavo su cuchillo. Me agache en seguida, recuerdo mucha
sangre. Le tumbé y intenté parar la hemorragia, primero apreté con las manos
que en pocos segundos se tiñeron de rojo. Me levante y rasgué la camiseta de
Austin por completo, la coloque sobre la herida y presioné, pero había
demasiada sangre. Fue entonces cuando me agarro de la mano.
-¿Sabes una cosa? Me
alegro de haberte robado ese beso.
-No me has robado nada-
las palabras salían costosamente de mi, con un hilo de voz. No iba a dejarlo
allí, no podía, tenía que salvarlo. - te vas a poner bien, ya lo verás.
- Escucha Amy, no hay
nada que hacer, tienes que irte, si Colin te encuentra... – su voz se apagaba
poco a poco, estaba viendo morir a William, el me había salvado y ahora no era
capaz de hacer nada para mantenerlo con vida, por mi culpa estaba así. Las
lágrimas caían por mi mejilla y aunque no tenía fuerzas seguía hablando, seguía
preocupado por mi- encuentra a Finnick, el cuidará de ti, saldréis de aquí
pronto, vendrán a rescataros. He visto como te mira Finnick, lo hace igual que
yo, porque te quiere. – con la mano me aparta las lágrimas y me acaricia,
después la posa sobre la herida y esta queda cubierta de sangre- No te sientas
mal, te lo mereces, él es mucho mejor. Cuando te vi, el día de la entrevista,
pensé que querría pasar el resto de mi vida contigo, tan solo tuve que mirarte.
Sé que le quieres a él, se te nota. Encuéntralo, y prométeme una cosa,
prométeme que seguirás luchando, prométeme que vivirás.
Se moría, sus ojos
verdes se apagaban poco a poco, cerré los ojos y se lo prometí, porque era lo
único que podía hacer. Agarraba su mano con fuerza, le pedía que se quedara.
William significaba algo para mi, algo importante, no solo por lo que había
hecho por mí en el último día. El chico de los ojos verdad, el tributo más
divertido que había conocido den la cena, con él que luche cuerpo a cuerpo en
los entrenamientos, el que me enseño algún que otro truco para utilizarlo en la
Arena, el chico que me había salvado la vida se moría. Se moría por culpa de
los Juegos, por culpa del capitolio, por mi culpa… Después de notar las
lágrimas caer, oí el cañonazo. Su cañonazo. Me negaba a aceptarlo, me negaba a
dejarle ir. Coloque mis manos sobre su pecho y comencé a apretar, contaba para
mí y seguía presionando. No ha muerto, era lo único que pensaba en ese momento.
Seguí presionando, un, dos, tres, golpe. Un, dos, tres, golpe. El cañonazo se
había equivocado. Tenía que haberse equivocado. ¿Queréis saber que paso
después? Solo sé que alguien me agarró y me llevo a rastras, grite para que me
dejasen pero no lo hicieron, lo último que recuerdo es un golpe en la cabeza.
Ocurría todo demasiado
deprisa. Hace apenas once horas William me había salvado. Ahora estaba muerto,
al igual que Austin, al igual que lo estaría yo pronto. Pero supongo que se
trata de eso, son los Juegos, todo va deprisa, unos mueren y otros intentan
sobrevivir. Un dolor intenso recorría mi cabeza al igual que miles de
pensamientos hasta que cerré los ojos, mis fuerzas para gritar se desvanecieron
y quede inconsciente. Ya no pensaba, no gritaba, no luchaba, no estaba dormida,
tan solo me fui, me fui a otro lugar más tranquilo, parecido al de los sueños.
No sé cuanto estuve así pero poco a poco fui despertando. Primero empecé a
sentir de nuevo un dolor constante en la cabeza y mis ojos se fueros abriendo
hasta que al final pude despertar. Lo siguiente que recuerdo es ver a Finnick
luchando con Colin, todo borroso. El me agarraba del cuello y me amenazaba con
un arma, mis piernas fallaban demasiado pero Colin me sostenía.
-Será mejor que la
sueltes Colin
-Pensé que ya había
acabado contigo pero al parecer eres escurridizo. Seguramente estabas aquí
escondido ¿no es así? Te escondiste en el bosque esperando no desangrarte, o
¿saliste a buscarla a ella? Sí, debe ser eso, cuando peleamos y te adentraste
el bosque querías alcanzarla, pero no lo lograste. ¿Sabes que hacia tu amiga en
la playa? Vino a buscarte Finnick, utilicé el cuerpo de un tal Brendom como
trampa, el pobre estaba casi muerto. La de las llamas se acercó susurrando tu
nombre pero en seguida se dio cuenta de que no eras tú. Lo que más me gustó fue
perseguirla por el bosque, estaba asustada, mucho la verdad. Parecía una niña
pequeña. La perdí de vista pero volví a encontrarla tras mucho buscar. Estaba
llorando, William estaba en el suelo. ¿Quieres saber cómo estaba Amy? Agarrando
su mano- Colin se ríe y noto como Finnick me mira, veo que tiene heridas pero
estoy tan mareada que no consigo centrarme- la di un buen golpe, aunque no para
matarla. ¿Ves ese arco? Lo tenía cuando la cogí, no sé cómo se las apaño pero
mato al grandullón, a Austin. Me apuesto lo que sea a que Cathy anda asustada
sin él.
-Colin déjala en paz,
acaba con lo que empezaste en la Arena, ¿o es que no eres capaz de matarme?
- Eres muy valiente, no
lo serás tanto cuando te mate, pero no te voy a dar el placer de morir primero.
Cuando estés medio muerto cogeré a Amy y la mataré delante de ti, sin que
puedas hacer nada.
Me agarra del pelo y me
lanza contra lo que parece ser un árbol, el golpe me duele demasiado pero aún
así intento levantarme y llegar hasta el cuchillo que hay en el suelo. Caigo
varias veces pero sigo intentándolo. Estoy magullada, demasiado. Me duele todo
el cuerpo pero la cabeza sigue siendo lo que más. El segundo día en la Arena
está siendo para mi peor que el primero, como siga así no sé si saldré viva. Me
levanto una y otra vez y al final me pongo de rodillas. Oigo gritos y golpes,
pelean entre ellos pero no distingo quien es quien, me duele la cabeza demasiado.
Veo el arco cada vez más cerca pero me cuesta mucho moverme y sé que en este
estado no podré lanzar flechas, no con la precisión necesaria. Muevo la cabeza
con el fin de despejarme, cuando paro noto que me mareo, la vista se empieza a
volver negra hasta que se cubre por completo del mismo color. Parpadeo un par
de veces y me llevo las manos a la cabeza esperando a que mi vista vuelva. No
es normal que un mareo me dure tanto pero en el estado en el que me encuentro
lo veo incluso razonable. Comienzo a ver poco a poco, primero unos destellos de
luz y después la mancha negra va desapareciendo hasta que se borra por
completo. Veo los árboles, distingo formas lejanas. Vuelvo a la escena en la
que me encuentro, miro a ver cómo van Finnick y Colin. Sangran, ambos sangran.
Luchan entre ellos, veo como se tiran al suelo y vuelven a ponerse en pie, como
se hace cortes mutuamente y se golpean. Tengo que darme prisa si quiero ayudar
a Finnick. Mi vista cada vez es mejor, ya no veo nublado y distingo perfectamente
el cuchillo en el suelo, entre las hojas. Mis manos son rápidas, muevo las
hojas del suelo hasta que consigo coger el cuchillo. Giro la cabeza para ver
cómo va la pelea de nuevo, Finnick y Colin están sangrando, no sabría decir
cuál de los dos más. Veo como los cuchillos de Finnick rasgan la espalda de
Colin, y como este pierde el equilibro. Alcanzo el cuchillo, con dificultad me
pongo de pie porque sé que es mi única oportunidad, tambaleo un poco en el
sitio y al final consigo caminar hacia delante y cojo a Colin del pelo como me
había cogido él hace un rato con la idea de clavárselo en el cuello, consigue
soltarse y se agacha pero no puede evitar que le clave el cuchillo en el
estómago. Estoy dando un buen espectáculo para el Capitolio, tal vez si me este
convirtiendo en una máquina de matar. En ese momento me da igual. Le grito a
Finnick que corra pero veo que sigue parado, solo pienso en sacarlo de allí
asique le agarro de la mano y tiro de él hacia el bosque, corriendo como puedo,
intentando llegar a la cueva. Y es entonces cuando me viene a la cabeza mi
madre, mi padre, todos los del 12, estarían viéndonos en sus pantallas,
estarían buscándonos, o tal vez, simplemente, estarían tan desesperados como yo
ahora.
No sé como siguieron
adelante después de estar en la Arena, como fueron tan fuertes para volver a
casa, para olvidarlo todo, me gustaría ser como ellos, que estén orgullosos de
mí. Me encuentro cada vez peor pero debemos llegar a la cueva, de vez en cuando
miro atrás para ver si Colin viene. Sé que podríamos haber acabado con él, pero
no es mi juego, ese no es mi juego. Mis pensamientos se desvanecen y poco a
poco dejan una única idea en mi cabeza, ponernos a salvo. Finnick va un poco
después de mí, sigo agarrando su mano y tiro de él pero cada vez tengo que
tirar mas, corro por los dos pero no es suficiente, en la Arena nada es
suficiente. Está empezando a anochecer y no veo muy bien, tropezamos un par de
veces porque ambos estamos algo torpes pero seguimos corriendo. Me paró en seco
y analizo las heridas de Finnick, noto en sus ojos que pierde fuerza pero le
digo que queda poco, que va a estar bien. Coloco su brazo y lo paso por encima
de mi hombro apoyando su peso sobre mí. Antes podía andar con dificultad, casi
ni corría pero ahora toda su fuerza le ha abandonado y soy yo la que debe
sostenernos a los dos. La poca fuerza que tengo no va a salvarnos pero no puedo
dejar de intentarlo. Con dificultad veo la colina, y más adelante el desnivel,
estamos cerca. Pienso en eso, queda poco, algo de esperanza aparece de repente,
abro los ojos de nuevo ahora más decidida. Con la mano en la cintura de Finnick
y la otra agarrando su brazo, pongo su peso sobre mi cuerpo y sigo adelante.
Finnick pesa, pesa bastante pero eso no me impide seguir. Se lo debo, se que
vamos a salir de esta porque nos lo merecemos. Hemos sobrevivido, esas son las
reglas, SOBREVIVE. Pero todavía no ha acabado el Juego, se trata de eso,
acabarlo. Mientras lo único que hacemos es dar espectáculo, sufrir para que
ellos se diviertan y pasen un buen rato. Me dan ganas de parar, de rendirme, de
enseñarle al Capitolio que no soy una ficha más de sus juegos. Si hago eso
ellos habrán ganado, ellos siempre ganan, da igual si mueres dando espectáculo
o rindiéndote, el caso es que mueres y si mueres el juego para ti ha acabado.
No puedo permitir que acabe, tengo que seguir luchando, tengo que sacar
fuerzas, tengo que guardarme la poca esperanza que me queda y aferrarme a ella.
Estoy tan hundida en mis pensamientos que no noto que caemos hasta que mi
rodilla golpea el suelo, a penas soy capaz de ver y estoy mareada pero como si
fuese un acto reflejo me levanto. Me levanto, eso es lo que me diferencia del
Capitolio. Me he caído, y me he levantado sin pensarlo, y si me he levantado es
porque realmente quiero seguir adelante, y si quiero seguir es porque tengo
esperanza de sobra, es porque sé que saldremos de esta. Podría haberme rendido,
haberme quedado en el suelo y esperar a que un tributo me encontrase. Pero
estoy de pie porque me he levantado, porque quiero seguir adelante, luchando,
porque el Capitolio no conseguirá hundirme, no si creo que hay razones para
luchar, y de esas tengo más que de sobra. Eso es lo que me diferencia de ellos,
nuestras razones son diferentes. Ellos quieren enseñarnos que están al mando,
que pueden controlarnos, acabar con nuestras vidas, que somos suyos, pero
realmente les demostramos que no, porque no pueden controlarnos. Pueden
encerrarme en este infierno y obligarme a sobrevivir, pero no han podido
obligarme a matar a Colin, le he tenido en frente, he podido acabar con su vida
pero no lo he hecho. Porque no soy del Capitolio, porque no pueden controlar
mis actos, porque con eso he demostrado que solo yo soy dueña de mis
decisiones. Porque si que tengo razones para luchar, por mi hermano, por mis
padres, por Finnick, para que todos volvamos a casa. Incluso por mí, porque
rendirme seria dejarles ganar, y mi madre siempre dijo no hay peor perdedor que
aquel que no lucha por lo que desea. Lo que deseo es volver a casa, y está claro
que lucharé por ello. Me estoy enfrentando a la muerte en cada momento que paso
en la Arena, asique si tengo que morir, que sea luchando. Levanto a Finnick con
cuidado y lo coloco en la misma posición de antes. Avanzar ahora no será un
problema porque ya estamos en la colina. Camino más lentamente apartando los
matorrales y por fin veo la cueva, avanzo con cuidado y tumbo a Finnick para
poder pasar arrastrándole hasta dentro. Gale está dormido asique no ha visto
nada, veo que la comida ha bajado y que apenas queda agua. Tapo la cueva con
las ramas y vuelvo dentro, me rasgo la camiseta y ato un trozo de esta en la
pierna para parar la hemorragia, con lo que me queda le limpio la sangre. Mi
preocupación por el agua es mínima por lo que uso la que queda para limpiarle
las heridas más graves. No abre los ojos y eso me preocupa pero me alivia
pensar que quizá este dormido, que sigue consciente. Me apoyo en la pared
agotada y sé que hoy no habrá guardias, nadie cuidará de nosotros. Hago un
intento para mantenerme despierta pero no puedo, solo espero que nadie nos haya
seguido. De repente me acuerdo de donde estamos. El reloj, pronto será la hora
en la que llueva, es la única oportunidad de conseguir agua, faltarán dos horas
como mucho. Todavía no he descubierto más horas en la Arena y eso que es el
segundo día. Con un intento de desvelarme miro al cielo, donde empiezan a
aparecer caras de los tributos muertos. Ya han caído trece, tan solo quedan
catorce. Veo la cara de Austin y pienso, yo le mate, siguen apareciendo más
caras, pero no tantas como la primera noche. La de Colin no aparece, en su
lugar veo la de William y una lágrima me cae justo antes de cerrar los ojos.
Debo haber dormido algo porque cuando me despierto está lloviendo, me encuentro
algo mejor asique me bebo el agua que queda después de haber limpiado un poco a
Finnick y despierto a Gale. Mi hermano se asombra de verme y me da un abrazo.
El pobre me toca la cabeza y me pregunta que por que tiene sangre, mi escusa es
pobre porque no tengo ganas de pensar y le digo que Finnick y yo nos caímos de
un árbol mientras nos escondíamos. Al ver a Finnick se alegra y quiere
despertarle, pero se lo impido para no llevarnos sorpresas. Salimos y bebemos
agua con las hojas, como la otra vez, luego inclino la hoja y lleno el
botellín. Cuando ya hemos saciado la sed entro, y limpio a Finnick con el agua
que tenemos, le lavo las heridas y le mojo la frente varias veces, cuando el
agua se acaba salgo a por más antes de que se pase la hora. Así repetidas
veces, y una última porque Gale tiene más sed de nuevo. Miro las provisiones y
veo que nos queda solo para por la mañana, debemos ir a cazar. He perdido el
arco, no lo recogí cuando peleamos con Colin, pero nos quedan los cuchillos de
Finnick, tiene dos asique uno para cada uno a ver quien caza mas. Me recuesto
con mi hermano y le sigo contando la historia que le conté el día del banquete
cuando la acabo cierro los ojos, y duermo, por primera vez sin
pesadillas.
A la mañana siguiente me
despierto tambaleante, me toco la cabeza y compruebo que no sangro aunque el
golpe me ha dejado un dolor punzante. Examino los cortes y compruebo que no
están infectados, tengo moratones repartidos por el cuerpo pero uno en la espalda
que me duele aún más, debió hacérmelo Colin cuando me lanzó contra aquel árbol.
Me pongo de rodillas y avanzo como puedo hasta Finnick, sigue tumbado y con los
ojos cerrados, le toco la frente y veo que tiene la temperatura algo alta, pero
seguramente no tenga fiebre. Miro las heridas y las limpio con un poco del agua
que tenemos, puede parecer insensato pero es más peligroso dejar que las
heridas de la pierna de Finnick se pongan peor. Si se infectasen su vida podría
correr riesgo. Le quito los trozos de camiseta que use la noche anterior para
que corra la sangre y pienso en que haré a partir de ahora. Como Finnick
respira mi preocupación disminuye. Mi hermano sigue dormido asique me acerco
con cuidado para comprobar las provisiones. Con lo que tenemos no duraremos
mucho asique me quedan dos opciones, salir a por bayas y algo de caza si la
consigo con el cuchillo o arriesgarme a ir hasta donde Colin a por el arco y su
mochila. Ambas opciones tienen consecuencias, en la primera podría no conseguir
nada, podrían encontrarme y podría desvelar donde estamos porque no me
separaría mucho de la zona, además con bayas no duraremos mucho tiempo, en la
segunda veo más pegas pero también más oportunidades. Colin sigue vivo y tal
vez esté con Cathy y si me encuentran no duraría nada, el camino es más
largo y podría cruzarme con más tributos pero también está más cerca de donde
Will… trago saliva, las imágenes vienen a mi mente, cierro los ojos he intento
olvidar pero de nada sirve, murió por mi culpa, solo por mi culpa. Entonces lo
veo claro, no voy a ir hasta allí a por la mochila de Will ni a por la de
Colin, ni siquiera sé si Austin tenía algo que me sirviese. Sé que está mal
dejar a mi hermano solo, pero ahora hay más agua, y si Finnick despierta puede
ayudarle. Necesito volver allí y hacer algo por Will, necesito ir hasta allí.
Despierto a Gale, le
explico que tiene que hacer lo del día anterior, que de vez en cuando se
acerque a Finnick y si le queda la frente le ponga un trozo de camiseta mojado
en agua, pero no mucha porque no pueden desperdiciarla. Me despido de él y le
repito una vez más lo mucho que le quiero, Gale esta vez no hace preguntas,
agotado se vuelve a acostar y yo salgo con uno de los cuchillos, dejando uno a
Finnick por si se despierta. También cojo la mochila para meter en ella lo que
consiga por el camino.
Cuando camino miro a
todos lados. Mi cabeza de vez en cuando da vueltas y necesito apoyarme en un
árbol pero no tarda en pasarse y vuelvo a caminar. Reflexiono sobre la idea de
que Cathy aparezca o me la cruce por el camino. Muchas ideas vienen a mi pero
me doy cuenta de que Cathy no va a aparecer. A ella le gusta Colin y
seguramente haya vuelvo a por él, pero Colin está muy herido, no se atreverá a
dejarle solo, aunque él se lo pida. Por otra parte Colin estará jugando con
ella, la necesita de su lado ahora que no se mantiene vivo él solo, si se
aliaron con Austin han perdido un miembro asique Cathy tiene que encargarse de
las provisiones también, con lo egoísta que es Colin no dudará un segundo en
pedirle que arriesgue su vida por él, aunque eso implique enfrentarse a mí. Tal
vez si haya una mínima posibilidad de que venga a por mí por venganza, pero
teniendo en cuenta el estado de Colin, hasta a él mismo le dará miedo quedarse
solo, esta más indefenso que nunca. Voy con cuidado escuchando cada pájaro,
cada ruido… sigo el mismo camino que recorrí con Finnick solo que en dirección
contraria. Me voy alejando cada vez mas de la cueva y me doy cuenta de que
llegar a la orilla de la playa me llevo casi medio día, asique supongo que
tardaré la mitad en llegar a donde Will. Voy examinando el terreno, se cuanto
tardo en llegar a la orilla y también a donde Will, se por los caminos que
puedo llegar a la cueva. He podido realizar un pequeño mapa de la Arena en mi
cabeza pero la zona que he recorrido es demasiado pequeña en comparación a lo
demás, si quiero estar segura y tener un mapa que realmente pueda ayudarme
deberé investigar más allá de mis limites. Según el mapa que he dibujado en mi
cabeza camino en dirección contraria a la cueva, subiendo el desnivel y hacia
la orilla. Todavía no he investigado la zona de detrás de la cuenta, la de
enfrente de la colina, tomo nota mentalmente, tal vez haya algo que nos ayude
en esa zona. Mientras camino oigo un chasquido, como una rama rota, una pisada,
no sé cómo describirlo pero me pongo en posición con el cuchillo porque tal vez
esté en peligro. Lo más sensato es permanecer en el sitio, si salgo corriendo
seré un blanco fácil, me descubriré yo misma. Giro en el sitio con cuidado
intentando descubrir que ha sonado. Podría ser cualquier cosa, digo cualquier
cosa porque dudo que sea un tributo, tal vez esté a punto de descubrir una
nueva parte del reloj.
Sigo mirando y decido
caminar hacia atrás, primero un pie y luego el otro, sin hacer ruido. Temerosa,
no tengo miedo más bien estoy a alerta. Camino hacia atrás con el
cuchillo en la mano, intento ser lo más sigilosa posible y de vez en cuando me
paro. Tengo una idea clara de cómo se siente una presa cuando va a ser cazada
porque es exactamente la sensación que siento ahora mismo. Agudizo el oído y
abro bien los ojos, tengo que mantenerme tranquila, los nervios no son de ayuda
ahora. ‘Crack’ otra rama rota, miro mis pies, no he sido yo. Un tributo no
haría dos veces lo mismo, sería como delatarse. Pero lo que ha aparecido en
frente de mí no es un tributo, es un muto. Salgo corriendo, mi idea es solo
una, llegar a un árbol lo suficientemente alto y fuerte para subirme a él.
Corro como si me persiguiese algo horrible. Bueno, corro porque me persigue
algo horrible, apenas me ha dado tiempo a verlo y doy gracias a que he
reaccionado deprisa. Lo siento detrás de mi, oigo como respira,
siento como corre porque hace que el suelo tiemble, lo noto cada vez mas cerca
y un calor recorre mi cuerpo. Sigo manteniendo los ojos abiertos y
los oídos atentos. Mis piernas no dan para mucho mas, corro lo que
puedo pero parece no ser suficiente, el muto esta cada vez mas cerca. Aunque me
meto entre los árboles para ralentizar su paso de nada me
sirve así que corro tan rápido como mi cuerpo lo permite.
Solo me fije en unas cosas, los enormes colmillos que tenia, su tamaño y los
ojos. Eso es, veo un árbol y no dudo en subirme a él, pero esta vez no es para
escapar. Tengo un plan. Puede verme, oírme y olerme, si consigo tapar mi olor y
quedarme quieta tal vez me salve pero para ello he de encargarme de sus ojos.
Si no me ve tardará más en localizarme porque necesitará escuchar o seguir mi
rastro y eso me dará más tiempo para salir corriendo. Diviso una especie de
lodo que ha debido formarse esta noche cuando ha llovido, es perfecto para
tapar mi olor, es perfecto para burlar al muto, para burlar al Capitolio. Ellos
mismos han creado ese lodo con la lluvia, me han dado mi oportunidad para
escapar. Tal vez no sean tan listos como creían o tal vez me subestimasen una
vez más. Cálculo que llegare en cinco minutos corriendo, un poco más a lo
mejor. Una vez que tape mi olor no hará falta nada mas, solo esperar.
Tengo que agarrarme
fuerte al árbol porque el muto está intentando derribarlo, da golpes contra él
y en uno de ellos casi me caigo. Me mantengo en mi posición pero dispuesta a
saltar. Tengo que caer justo en la cabeza si quiero clavar mi cuchillo en sus
ojos. Lo veo potencialmente problemático teniendo en cuenta las ganas de comer
que tiene. Veo una rama fina y se me viene una nueva idea a la cabeza. Subo un
poco más arriba del árbol, trepo con dificultad porque me duele la espalda, y si
a eso le añadimos los golpes del muto resulta bastante complicado subir. Me
siento en una rama lo suficientemente fuerte para aguantar mi peso y acto
seguido rompo la rama larga y fina que vi antes. Empiezo con el cuchillo a
cortar, formando una punta en la rama, como una lanza. No tengo flecha, no
tengo arco y solo tengo un cuchillo pero si consigo hacer una lanza o incluso
dos podré clavárselas en los ojos y así no perderé el único arma que me queda.
Sigo tallando y de vez en cuando miro abajo a ver si sigue ahí, aunque muchas
veces no me hace falta porque el árbol tiembla por los golpes del muto. Pasan
los minutos y se me hace el tiempo eterno. Mis manos me duelen, no solo de
trepar sino de lo que estoy haciendo ahora. Aprieto fuerte la rama para que no
se me escape y tallo con mayor velocidad, la giro y eso hace que raspe mi mano
pero es un daño menos comparado con el que sufriré si mi plan no sale bien.
Afilo la punta un poco más. Tengo la lanza acabada, podría hacer otra pero si
el muto sigue dando al árbol no tardará mucho en derribarlo. Así que decidida
me pongo de pie, cojo la lanza y espero al momento adecuado para lanzarla. Solo
tengo un intento pero no pasa nada, tengo una precisión muy buena. Recuerdo la
caza, siempre hay que atravesar el ojo, estoy más que acostumbrada. Mis padres
estarían orgullosos de mí. Sigo esperando y mientras pienso en que el Capitolio
estará disfrutando de este momento, si muero ellos ganan, si sobrevivió
también, el caso es que les estoy dando justo lo que quieren, un espectáculo
del que hablar. Con un brazo agarrado al tronco y la lanza en la otra mano, veo
mi oportunidad y no lo dudo ni un instante, mi lanza sale disparada. Le da
justo donde yo quería, el muto se echa para atrás y con una de sus enormes
patas intenta sacarse el palo, es mi momento. Bajo de un salto, no me molesto
ni en ir agarrada, el golpe me deja los pies con continuos pinchazos y la caída
ha sido dolorosa pero sigo corriendo en busca del charco de barro. Mis pies
duelen pero tengo que seguir si quiero salvarme, miro una y otra vez detrás de
mí pero al muto le veo lejos, sigue intentando sacarse la lanza. Sus enormes
garras lo dificultan pero para mí eso es un punto positivo. En tres minutos más
o menos llegare al charco, ya lo veo, miro una vez más atrás. El muto no puede
sacársela pero creo que ha decidido dejarla y seguir detrás de mí porque
empieza a correr. Le ruego a mis piernas que vayan más rápido y por una vez me
hacen caso. El muto corre a una velocidad impresionante, se abalanza sobre mi tan
rápido que parece que apenas he corrido unos pocos metros, sus enormes patas lo
hacen más fácil. No me rindo, si el va mas rápido yo también tendré que
acelerar el paso. En estos días he comprobado que mi resistencia es mucho mayor
así que le puedo pedir más a mi cuerpo, mis piernas ahora son más fuertes y
rápidas y eso ahora mismo me aporta muchas oportunidades. Respiro hondo, unos
pasos más y estaré dentro, cuando llego me meto sin dudarlo. Es asqueroso pero
puedo soportarlo si eso me va a salvar la vida. Me unto por completo, de arriba
abajo y me quedo tumbada, cubierta de lodo y esperando a que el muto no me
reconozca. Cierro los ojos porque tengo miedo de abrirlos, de repente el suelo
tiembla y la bestia se planta a pocos metros de mí. Los abro con cuidado,
respiro más lentamente y no me muevo para nada. Veo que le sangra el ojo por
completo y que tiene la cara totalmente arañada de cuando se ha querido quitar
la lanza. El otro ojo se lo ha dañado el mismo asique tengo más ventajas de las
que pensaba. Veo como mueve la oreja y como comienza a olisquear, por un
momento pienso que no va a servir de nada lo que he hecho pero entonces se oye
el grito de una chica. La bestia gira la cabeza en dirección del grito y duda
un momento pero sale corriendo. Me quedo parada pensando en que habrá ocurrido
pero vuelvo en mi y salgo corriendo, esta vez no hacia el interior del bosque
si no hacia la orilla. Lo siento Will, me repito a mí misma, pero no puedo
arriesgarme. La orilla aunque parezca mentira es el lugar más seguro por lo
menos hasta que termine la hora de la bestia. Un grito de terror se oye, pero
no es la misma chica, esta vez es una voz masculina, después se oye rugir a la
bestia, de nuevo un grito, es la misma chica de antes. No quiero ni imaginar lo
que está pasando, la bestia no ha tardado nada en llegar hasta allí. Esos
gritos no eran de lucha entre dos tributos, el terror de las voces era
inconfundible. Me paro un momento y cuento los segundos, siete segundos después
suenan los dos cañonazos. Esto es horrible, tantos niños muriendo. Éramos
veintisiete. Solo es el tercer día. Hago una nota mental intentándome acordar
de los que han muerto ya, del Distrito 1, Alexia y Chad siguen vivos; del
distrito 2 Cathy sigue viva y a Austin lo mate yo; del distrito 3, Evelyn y
Colin, que yo sepa ambos siguen vivos; del distrito 4, Tedy y Finnick, están
vivos; del distrito 5, Gisele y Joel, no sé nada de ellos pero no he visto sus
caras de momento asique siguen vivos; del distrito 6, Taylor y Loriyn, no los
recuerdo bien pero sé que ella era pelirroja y el chico tenia pecas, no he
visto la cara de la chica en el cielo, el chico cayó el primer día; del
distrito 7, Annick está muerta, murió en la cornucopia seguramente y Brendon
está muerto también, es el chico que utilizo Colin, recuerdo que lo dijo; del
distrito 8, Gina y Rue, a penas los recuerdo pero siguen vivos; del distrito 9,
Madge y Parkert siguen vivos ; del distrito 10, Jennifer y Lauren creo que
ambos murieron en el primer enfrentamiento; del distrito 11, Zoe está viva y
William, Will murió por salvarme; del distrito 12, Amy y Gale, estamos vivos, y
seguiremos asi; del distrito 13, Caly y Black y del Capitolio, Cristina, espero
que ella sepa mantenerse viva. En total murieron Jennifer, Lauren, Loriyn,
Annick y Brendon la primera noche, no estuve muy atenta pero Will me lo conto
mientras caminábamos, Austin y William el segundo día, es el tercero y han
caído dos más. Eso son nueve en total, quedamos dieciocho. Si lo piensas bien
no han caído tantos, quedan muchos días todavía. Estos juegos no están siendo
tan sangrientos, normalmente la mitad de los tributos caen el primer día y
segundo otros tantos a causa de las heridas de la primera batalla. Solo
sobreviven los más fuertes y astutos e incluso eso, a veces, no les sirve de
nada. Seguramente el Capitolio este ideando algo para que muramos más rápido, o
tal vez prefiere hacerlo de una manera lenta para que los vencedores sufran
mas. Quiero quitarme esa idea de la cabeza, sigo caminando en dirección a la
orilla para alejarme del muto. Por el camino veo unos arbustos llenos de bayas
y me pongo a recolectar, veo que hay venenosas y esas las dejo donde están,
cuando llevo más o menos una hora ya he llenado la parte de debajo de la
mochila y como veo que hay suficientes paro de recogerlas. Algo llama mi
atención mientras cierro la mochila, es una especie de pavo salvaje, está
comiendo algo que debe haber en el suelo. Me acerco lentamente y cuando estoy a
escasos metros lanzo el cuchillo como me enseño Haymitch. Le doy de lleno,
orgullosa y con una sonrisa me acerco a recoger mi presa pero veo algo que no
me gusta nada. A unos dos o tres metros de donde estaba mi presa veo unas botas
como las que yo llevo puestas. Alguien esta tumbado entre los matorrales, lo
que no sé es si está muerto. Vacilo unos segundos y decido mirar por si alguien
necesita ayuda. Tal vez sean Joel o Cristina, jamás me perdonaría el no
haberlos ayudado. Dejo la presa donde está y avanzo un poco hasta el lugar.
Aparto un poco los matorrales. Es Gina, el chico del distrito 8.
Está en el suelo con el
cuerpo desgarrado. Lo primero que me viene a la cabeza es la bestia pero ya ha
pasado la hora. Me fijo mejor en las heridas y no son de garras, son picotazos.
Tiene todo el cuerpo ensangrentado como si los pájaros le hubiesen atacado de
repente y se lo hubiesen intentado comer. Pero eso no es lo peor, lo peor es
que todavía respira, todavía está vivo. Me agacho para ver si puedo hacer algo
pero su cuerpo está sangrando y totalmente destrozado, ni siquiera sé como sigue
vivo. Le subo un poco la cabeza y la apoyo en una raíz que sale del suelo para
que respire mejor. Intento ayudarle, aprieto las heridas para que no sangren
pero su carne está rota, desgarrada, hay trozos que faltan… No sé qué hacer, y
el tampoco tiene fuerzas para nada. Me fijo en él y veo que intenta mover la
boca pero le cuesta, su cara está destrozada, aun así se le reconoce. Leo sus
labios y mis ojos se abren cuando acaba de decirme lo que quería. Una sola
palabra, una súplica. “Mátame” No quiero, no puedo, no puedo matarle sin más.
Pero está sufriendo tanto, se está muriendo poco a poco. Una lágrima cae por mi
mejilla y la borro en seguida, si yo estuviese en su lugar desearía que alguien
apareciese con un cuchillo y me matase. Corro hasta donde está el pavo y cojo
mi cuchillo, me lo pienso una vez más antes de hacerlo porque una vez que lo
decida no habrá marcha atrás. Cuando vuelvo a donde está Gina me agacho como
estaba antes, soy capaz de leer un ‘Gracias’ de sus labios y lo único que puedo
hacer es asentir. Tras un lo siento que va dirigido tanto a Gina como a sus
padres o incluso hacia mí misma, le hago un corte limpio en el cuello. Un corte
con el que no te da tiempo a sufrir ni a notar nada, el corte que se utiliza
para matar a las presas de caza para que no lo pasen mal. Limpio el cuchillo
con las hojas que hay en el suelo. Me acerco al joven y le cierro los ojos. Al
principio dudo en coger la mochila que lleva pero tal vez me venga bien, de
todas formas si yo hubiese muerto como él me gustaría que alguien recogiese lo
mío y eso le ayudase para sobrevivir. Le digo una vez más que lo siento, cojo
la mochila y voy hasta donde deje la mía al lado del pavo. Estoy dada la
vuelta cuando suena el cañonazo. Diez, pienso. Solo quedan diecisiete.
Como ya no me hace falta
ir hasta la orilla porque estoy segura de que la bestia ha desaparecido decido
alejarme lo más posible de ese lugar, no sé que le paso a Gina pero no quiero
que me ocurra a mí también. El aerodeslizador bajará a por el cuerpo asique será
mejor que me ponga en marcha. Camino durante varias horas sin ningún
encontronazo, nada de tributos ni de mutos lo que en realidad me relaja.
Supongo que será por la tarde, miro al cielo para comprobarlo pero el sol
todavía no ha empezado a esconderse asique no es muy tarde. Mientras camino
pienso en el reloj. Una hora se que pertenece a la lluvia, otra al muto o
bestia y otra a los pájaros o lo que sea eso. Solo he descubierto tres horas,
son doce. De las tres solo me gusta una, espero que las demás sean mejores.
Aunque si no descubro mas tampoco me importa mucho.
Sigo caminando entre el
bosque, voy en línea recta asique sé que no voy a llegar al final de la Arena.
Pienso en como escaparon todos en el antiguo reloj. Rompiendo el campo de
fuerza. Eso es, tengo que conseguir hacer lo mismo, pero esta vez no hay rayos
asique tengo que ver como lo hago. Primero lo primero, necesito llegar a la
cueva y comprobar cómo están los chicos. Mientras camino me acuerdo de la
mochila de Gina, paro un rato a la sombra y me subo a un árbol para mayor
seguridad. Cuando voy a hacerlo me miro las manos. Si que tengo que ir a la
orilla, se me había olvidado por completo el barro. Ahora por lo menos estoy
más cerca de la cueva asique el viaje de vuelta será más corto. Giro hacia la
derecha para llegar a la playa, pienso en lo que me encontraré allí ya que
seguramente esté alguno de los tributos más fuertes. Voy con cuidado examinando
la zona. En una hora he avanzado más de lo normal y estoy casi en la orilla, me
escondo tras unos matorrales. El calor de la Arena me está dando una sed que se
que no puede ser saciada. Levanto la vista y compruebo la zona, veo una sombra
que sale de la cornucopia, pero allí hay más de un tributo. Con cuidado me
dirijo más a la izquierda para que no me vean. Cuando estoy en frente de una de
las paredes de la cornucopia, lejos de la entrada, me dirijo a la playa. Antes
de nada escondo mis provisiones por si acaso. Con cuidado y mi cuchillo en la
mano voy sigilosamente, triunfante porque nadie me ha visto me baño en la
playa. Me hundo en el agua de la playa que reconforta mi piel y quita el barro.
Siento frescor en el cuerpo y con el calor que hace es una buena señal. Cuando
me lavo decido salir de allí lo más rápido posible pero entonces oigo una voz.
Mi cabeza se gira instantáneamente hacia la cornucopia.
-¡Caly ven aquí! – una
voz masculina pega un grito, lo veo y lo reconozco, distrito 13, esto puede ser
peligroso, me he metido en un lio.
-Dime Black
-Me ha parecido ver algo
por allí, quédate vigilando la zona, voy a ver que ha sido
Me ha visto, me sumerjo
y aguanto la respiración, pero no soy muy buena y no llevo ni un minuto cuando
necesito salir de nuevo. Salgo un poco y respiro, me vuelvo a meter en el agua.
Mi corazón se acelera y mi ritmo aumente. Puede que esta vez este mas en
peligro que con la bestia. Pienso un poco, es del 13 así que le habrán escogido
no por ser hijo de vencedores sino por ser hijo de un alto mando, de alguien
importante. De ser así corro verdadero peligro porque le habrán enseñado a
luchar para ser un buen soldado, el 13 siempre ha actuado de forma diferente a
los demás, siguen reclutando soldados por si hubiese una nueva guerra. En todos
los distritos, sobre todo en el 13 y el 2 y también en el Capitolio, los rebeldes
siguen formándose por si hubiese una revelación por parte de los ciudadanos del
antiguo Capitolio, aún así lo que hacen en el 13 me parece exagerado, reclutan
a los niños una vez hayan cumplido diez años. La falta de oxígeno me devuelve a
la realidad y me mareo un poco. Saco mi cuchillo de la bota y con él en la mano
subo una vez más a tomar un poco de aire. Veo que Black está rodeando la zona,
si no quiero que me vea tengo que intentar mantenerme más tiempo en el agua,
sin respirar. Sin querer le he clavado el cuchillo a un pez, intento quitarlo
porque posiblemente lo necesite, los ojos me escuecen por la sal. Muevo una y
otra vez el cuchillo pero no tengo fuerzas para quitar el pez porque necesito
salir a la superficie una vez más. Intento no hacer ruido, cuando salgo veo a
Black más cerca, estoy asustada, parece que me ha visto. Va a acercarse cuando
Caly grita. Black no duda ni un momento en ir a socorrer a su compañera y en
cuanto le pierdo de vista salgo corriendo. Voy hacia los arbustos sin dudarlo un
instante. Recojo mis provisiones y me alejo de allí lo más rápido posible. Hoy
tiene que ser mi día de suerte, no lo digo solo por el pez que se ha quedado en
mi cuchillo, ni por el pavo, he salvado dos veces mi vida y las dos por un
grito. Pero aunque sea mi día de suerte no debo arriesgarme más, que la suerte
este de tu parte en los Juegos es bueno pero abusar de ella es insensato. No
puedo evitar alegrarme por mí pero me dan pena los dos chicos atacados por la
bestia. Aún así no puedo sentirme culpable. Nada de esto es culpa mía, es solo
culpa del Capitolio. Sigo caminando, ahora cabreada, cálculo que me queda dos
horas y media de camino más o menos. Estoy fresquita lo que hace que mi paso
sea más rápido porque el calor no me cansa. Supongo que cuando llegue Gale
habrá acabado con el conejo, ya había durado demasiado. Tengo un pavo y un pez
asique la comida de momento no me preocupa, además cuento con la bayas. Todavía
no sé que hay en la mochila de Gina pero no voy a pararme para verlo, ya lo
miraré cuando llegue al refugio. Miro a los lados y noto que me he desviado un
poco, sigo en el camino que lleva hasta la cueva pero este sitio… es el mismo
camino que recorrí con Will. No puedo evitarlo, salgo corriendo una vez más.
Llevo las provisiones, la mochila en la espalda y el cuchillo en la mano.
Podría descubrirme pero no me importa mucho. Me guardo el cuchillo en la bota
de nuevo y sigo corriendo. Mi corazón se acelera, el ritmo aumenta y mi
respiración es más acelerada que antes, mis piernas se mueven deprisa, una
detrás de otra sin darme tiempo apenas en pensar. De repente freno, sin más.
Estoy llegando al sitio donde murió, supongo que por un cuarto de hora que
llegue más tarde no pasara nada. Llego a los matorrales donde nos escondimos y
lo revivo todo de nuevo, esa roca enorme y al lado un roble altísimo, a la
izquierda de este es donde apareció Austin. Los cuerpos ya se los han llevado y
algún tributo ha debido pasar por aquí porque las mochilas no están. Pero no he
venido por las mochilas. Me acerco hasta la roca y la toco con la mano, me
agacho para dejar mis cosas y saco el cuchillo. Comienzo a marcar en la roca
una frase.Rayarla cuesta demasiado, con las dos manos clavo el cuchillo y lo
muevo grabando en la roca las letras que componen dos simples palabras.
‘Siempre Will’ Me gustaría escribir más pero cuesta demasiado rayar esa
roca. Se lo debía. El Capitolio estará asombrado pero no me importa su
reacción, pueden pensar que es un signo de revelación, yo se que en realidad es
símbolo de lo que realmente me importó. Antes de macharme me beso la mano y la
coloco encima de lo que he escrito. Pienso en lo importante que ha sido para mí
y dejo escapar una frase.
-Pagaran por todo, te lo
prometo William. Nunca te olvidaré.
Cierro los ojos, ya he
hecho lo que tenía que hacer. Recojo las cosas y camino sin mirar atrás, todo
tiene que seguir adelante, yo debo seguir adelante. Por Gale, por mama,
por papa, por Finnick, por Haymitch, por William, por todos. Quiero demostrarle
al Capitolio que no le pertenezco. Avanzo sin más, me queda un largo camino,
empiezo a correr porque no estoy cansada, porque lo necesito, porque quiero
despejarme, porque no quiero hundirme. Tengo ganas de llorar pero llevo tanto
tiempo ocultándome tras una máscara que lo único que muestra es la persona
fuerte en la que me he convertido, que temo, que al llorar se vaya el
maquillaje y deje ver que en realidad no soy tan fuerte como aparento. Porque
detrás de la máscara las cosas duelen, detrás de la máscara hay una chica que
ha tenido que madurar más rápido para poder mantenerse con vida, para conseguir
que su hermano no muera, una chica que sigue levantándose, que se pone de pie y
continua su camino aunque no le queden casi esperanzas. Detrás de la máscara
hay una chica que es fuerte, pero que tiene miedo de no serlo lo suficiente
para aguantar el peso que tiene encima. Porque creo que si lloro no podré
levantarme de nuevo. Puede parecer ridículo en las circunstancias en las que me
encuentro, pero llorar, llorar es mi mayor miedo. Sigo corriendo para
despejarme, para olvidar mis ideas, para salir de esta pesadilla. Pero hay
pesadillas en las que por mucho que corras, si alguien no viene a rescatarte de
ese mundo de sueños en el que te sumerges al cerrar los ojos, no logras
encontrar la salida. Necesito que me rescaten de este infierno. De esta
pesadilla en la que los del Capitolio me tienen retenida. Quiero que la máscara
deje de existir, necesito mostrarme fuerte de verdad, porque realmente he
superado tantas cosas que ya no la necesito. El Capitolio acaba de empezar a
conocerme. A conocer quien soy realmente, la máscara de la entrevista ha dejado
de existir, ahora soy yo. Ya no pueden conseguir que me derrumbe, este tiempo
he ido construyendo una barrera que me impedía ver con claridad las cosas.
Demostrarle al Capitolio que no pueden acabar conmigo, que no les pertenezco,
esa es mi mayor arma, demostrarle a los rebeldes, a los distritos que han de
seguir luchando, igual que estoy haciendo yo. La llama que había en mi interior
se ha avivado y ahora se está convirtiendo en un fuego que recorre todo mi
cuerpo. Pero el fuego es peligroso, el Capitolio ha jugado con él y eso no ha
sido una buena idea. Solo tengo que calmarme, el fuego que hay en mi interior
ahora mismo está alimentado de la fuerza, pero si la rabia lo controla puede
ser mi perdición, necesito calmarme para ver cómo utilizarlo a mi favor.
Mientras corro mis ideas desaparecen y me vienen canciones a la cabeza,
canciones que me cantaba mi madre. Paro en seco, he avanzado más de lo que
creía. Cantar, hace mucho que no canto. Papa siempre me decía que tenía una voz
preciosa, más bonita aun que la de mamá. Me conto que se enamoró de ella el día
que la escucho cantar en clase. Empiezo a caminar, con un paso más calmado. Una
canción que me de fuerzas, esperanzas… Tartamudeo una melodía en mi cabeza y
siento que necesito cantarla, porque necesito despejarme. No puedo hacerlo
porque tal vez haya tributos cerca, pero lo necesito. Es la canción que cantaba
mama, la cantaba para la tía Prim. Sigo caminando y mientras comienzo a cantar,
al principio la voz casi no me sale porque no tengo la fuerza necesaria pero
mientras canto recuerdo a mama, eso me da esperanzas, y si me oye cantar ella
también se sentirá mejor. Empiezo de nuevo, esta vez de verdad, es tu canción
mama pienso. Safe and Sound. Cierro los ojos y la empiezo.
Camino con normalidad, como si estuviese dando un paseo por el bosque, entono
la melodía y canto la letra. Cuando lo hago no puedo evitar sonreír. Me siento
como en casa, en el bosque del 12, con mi madre. Ahora mismo es todo perfecto,
es lo que necesitaba, ahora tengo más fuerza que antes, mas esperanza. ¿Qué
estarán pensando en los distritos? ¿Y el Capitolio? Yo sé que no me he vuelto
loca, desde que entre en ese tubo, desde que pise la Arena, mientras canto esta
canción siento que de verdad podrían encontrarnos, que no está todo perdido. Mi
canción ha acabado pero mi mensaje sigue en el aire. ‘Confío en vosotros’
Desde que apunte lo de
Will en la roca ha debido pasar casi una hora porque diviso la colina y más
abajo el desnivel. Avanzo mas, acelero el paso y sin quererlo me encuentro
corriendo de nuevo, estaba tan absorta en mis pensamientos, tan tranquila con
mi canción que apenas me he dado cuenta de que llevo todo el día fuera, de que
ya ha anochecido. Me dirijo a la entrada no sin antes comprobar que nadie me
sigue, es extraño ver que está todo tan tranquilo. El silencio en la Arena es
como un descanso, como un respiro, pero a la vez tienes que estar atento,
porque puede ser tu último silencio. Mi piel ya se ha secado, cuando me metí en
el agua pensé en mi hermano, si salimos los dos de esta, si Finnick sale
también, iremos al distrito 4 y haremos castillos de arena en la playa, nos
bañaremos y disfrutaremos como nunca antes lo habíamos hecho. Será bonito de
ver, de vivir.
Aparto los matorrales y
entro en la cueva. Me aseguro de taparla bien para que no se vea nada. Coloco
las ramas como siempre y después unas hojas que nos ocultan mejor. Miro por los
pequeños agujeros que quedan y como apenas se ve nada decido dejarlo, estamos a
salvo. Cuando entro Gale salta y me da un abrazo tan grande que ambos caemos al
suelo, no puedo evitar reírme. Finnick está dormido, no sé si se habrá
despertado en todo el día, espero que lo haya hecho. Le doy un beso a Gale en
la frente, no quiero soltarlo, empiezo a hacerle cosquillas y ambos acabamos
tumbados y riéndonos. Esto me recuerda mucho al 12, a mi casa. Mi hermano y yo
estamos juntos, riéndonos como antes, no quiero que este momento acabe.
Recuerdo a mama y a papa y me pregunto y abran sonreído al ver esta escena. Una
voz dulce e inocente me trae de vuelta al mundo real.
-¿Dónde has estado Amy?
-Pues he ido a por algo
de comer pequeño
- Menos mal porque tengo
mucha hambre ¿Y la otra mochila naranja?
-Me la he encontrado por
el camino, no sé que hay todavía, ¿quieres abrirla tu?
-Vale- se lanza
corriendo a por ella y la abre, cuando me asomo la aparta- Yo la abro.
-Vale, tranquilo que no
voy a quitártela- me siento en frente de él y sonrío- a ver, dime que tiene
dentro
-Hay… - empieza a sacar
cosas- una cuerda muy larga… una caja…
-¿Una caja? ¿Y que tiene
la caja?
-No sé, espera un
momento – veo como sus pequeñas manos intentan abrirla y como no puede se rinde
y me la da - yo no puedo abrirla…
-Vamos a ver – la abro
con cuidado y una sonrisa se dibuja en mi rostro- es medicina Gale, es una
pomada para curar las heridas.
-¿Y también cura las
heridas de cuando te caes de un árbol?
- Ahora veremos si las
cura, pero seguro que si – no me puedo creer que se acuerde de lo del árbol,
estaba casi dormida cuando lo dije, apenas me acordaba yo, dejo con cuidado la
cajita a mi derecha y me dirijo a Gale- a ver qué mas tiene la mochila
-Pues tiene… tiene una
bolsa de fresas y una caja de cerillas
-¿Fresas? ¿En serio? A
ver déjamelas – cojo la bolsa intrigada, vaya el Capitolio lo ha pensado todo,
en unas mochilas ponen un saco para que no mueras de frio y en otras fresas,
medicina, una cuerda y cerillas, así no te mueres de hambre, ni de frio y mucho
menos por una herida. Pero reconozco que estoy satisfecha. Hoy ha sido un buen
día, un muy buen día, recojo todo lo que tengo y voy a la derecha de la cueva
para organizar las provisiones, como veo que Gale se queda mirando le llamo
para que me ayude- a ver pequeño, tráeme el botellín, ¿conejo ha sobrado? –
Tras negarlo con la cabeza sonrío- ya lo suponía, ¿tienes hambre? Vamos a ver,
coge tres fresas y te las comes mientras preparo la comida ¿vale?
Tras su tímida sonrisa
las coge, se sienta encima del saco y se queda mirando lo que hago. Primero
cojo los palos que nos quedan y empiezo a hacer una lumbre. Las coloco juntas y
estreno la caja de cerillas, cuando está hecha, tapo con la bota hasta dejar
las brasas. Tenemos bayas, fresas, un pescado y un pavo. Cuando voy a dejar la
mochila en un lateral cae de ella un botellín. No me puedo creer que a Gale se
le pasase algo tan importante. Esta vacio pero aun así es una buena noticia,
esta noche tendremos aún más agua. Decido hacer el pescado porque sé que va a
durar menos, cuando esta cocinado lo pongo sobre una especie de plástico que
encontré al lado del botellín. Aviso a Gale para que coma lo que quiera y me
dirijo hacia la caja que contiene la medicina. Rasgo un poco más mi camiseta y
limpio las heridas de Finnick. No se ha despertado, pero respira.
Cuando Gale ha bebido
agua y queda tan solo un poco decido usarla para limpiar a Finnick. Yo puedo
aguantar un poco más, de todas formas no tardará mucho en empezar a llover,
siempre llueve a la misma hora, justo después de los rostros de los tributos
muertos. Limpio con cuidado cada herida y también le lavo la cara. Empiezo a
untarle la pomada en las heridas, en algunas algo más porque son más profundas.
Rezo para que funcione, como no puedo desperdiciar nada cierro la cajita y la
guardo al lado del saco. Miro el poco pescado que ha dejado Gale y me lo
termino. Estoy segura de que ha Finnick le hubiese encantado, el viene del
distrito 4. Pensé que estaría despierto al llegar pero veo que está tardando
más de lo normal. Tengo heridas superficiales de estos días pero no quiero
malgastar la pomada.
Mañana por la mañana
haré el pavo y nos daremos un buen festín, saldré a cazar más cerca y
buscaré algún palo largo que sirva para hacer una lanza. Puedo hacer unas
trampas con las cuerdas y conseguir unas buenas presas asique no me preocupa si
mañana gastamos el pavo. No quiero más riesgos, hoy he tenido bastante. Como
tenemos suficiente comida decido darme un capricho y me como junto a Gale casi
un cuarto de todas las bayas. Le digo que se acueste y que le avisaré cuando
empiece a llover y no pone ninguna resistencia. Se mete en el saco, recuerdo el
día que le acosté después del banquete. Es tan pequeño, le acaricio la frente y
cierro el saco. Un beso en la frente y mi hermano cierra los ojos. Sonrió para
mí misma y camino hasta el otro lado de la cueva. Me asomo por la entrada de la
cueva y me quedo mirando las estrellas que hay en el cielo y pienso en como
alguien que puede crear algo tan hermoso puede hacer cosas tan horribles.
Hipnotizada por las
estrellas vuelvo a la realidad cuando suena el himno del Capitolio. Las caras
de los tributos comienzan a aparecer. Madge y Parkert del 9 y Gina. Solo
tres caras aparecen esta noche. Al parecer no paso nada en la cornucopia cuando
Caly gritó, o tal vez hayan ganado un aliado. Madge y Parkert debieron morir
por la bestia. No puedo evitar cerrar los ojos. Justo cuando acaba empieza a
llover. No pierdo ni un segundo, despierto a Gale y le digo que coja los
botellines. Me quedo vigilando mientras mi hermano sacia su sed y acto seguido
hago yo lo mismo. Las grandes hojas están preparadas para que bebamos pero solo
los tributos que hayan observado otros Juegos lo sabrían, por suerte yo veía
videos para prepararme antes de que Haymicht me entrenase con los cuchillos, yo
siempre quería impresionarle. Lleno los botellines y entro con Gale. Uso uno
para mojar a Finnick y el otro para lavar a Gale que ha cogido algo de suciedad
de estar en la cueva. Salgo una vez mas y repito lo de siempre. Al final Gale
vuelve a tener sed y como estoy acostumbrada dejo que se beba un botellín
entero. Durante esa hora nos refrescamos y bebemos hasta que no podemos mas, al
final llenamos de nuevo los botellines y entramos de nuevo. Esta noche no va a
haber guardias, me merezco un descanso.
He dormido tranquila, no
recuerdo ninguna pesadilla ni ningún sueño. Me despierta un abrazo de Gale y
una súplica de que prepare la comida. Tal vez se haya pasado la hora de
desayunar, más bien es casi la hora de comer. No sé cuánto tiempo lleva Gale
despierto pero lo que sé es que no había dormido tanto desde que nos
secuestraron. Me siento totalmente descansada, renovada. Me levanto y le doy un
abrazo a mi hermano, después le pido que coloque las ramas como lo hacemos
siempre y compruebo que son las últimas que nos quedan. Hoy tengo que salir lo
quiera o no, además no vendrá nada mal conseguir algo de caza. Utilizo un poco
de agua para cambiarle a Finnick el paño, su temperatura ya es normal pero por
si acaso, prefiero no correr riesgos. Me siento para encender el fuego y
le pido a Gale que con las dos cuerdas haga nudos para hacer una trampa,
el sabe hacerlas muy bien y eso me ahorrará tiempo a mí. Mientras las ramas
prenden despellejo el pavo. Es más grande de lo que pensaba asique me lleva un
rato. No me importa porque la recompensa es toda la carne que consigo. Desgarro
con el cuchillo la carne para repartirla en cuatro trozos y así poder guardar
unas reservas. Mientras lo hago me viene a la cabeza Gina y se me quita un poco
el hambre. Guardo en el plástico tres trozos y el más grande comienzo a asarlo.
Gale acaba las trampas justo antes de que termine de cocinar y reconozco que
son perfectas. Ha pensado en todo, hay una que es más grande por si cazamos una
presa de mayor tamaño y otra más pequeña para conejos o animales parecidos.
Estoy tan orgullosa de él que no puedo evitar darle un beso. Nos sentamos a
comer, divido el trozo cocinado en dos partes y aun así tenemos más que de
sobra para ambos. Me preocupa que Finnick no despierte porque ya es el tercer
día que no come ni bebe nada. Acabamos el trozo y Gale empieza a chuparse los
dedos, le pregunto si quiere más pero niega con la cabeza. Estoy tan contenta
con las provisiones que decido gastar un poco más. Como voy a salir de caza no
me importa. Le entrego a Gale tres fresas y un puñado de bayas y cuando lo hago
sus ojos se abren tanto que dan a entender que no se puede creer que comamos
hoy tanto. Como no tengo hambre dejo mi parte guardada, al fin y al cabo
si Finnick despierta seremos tres, y tres comen más que dos. Nos queda aún un
botellín y medio llenos de agua, es suficiente para todo el día. Descansamos un
poco y dejamos que la comida repose. Hoy me encuentro perfectamente, no estoy
cansada, no tengo hambre ni sed y me siento muy optimista.
De repente pienso en lo
que no debería, todavía hay diecisiete tributos, son muchos, demasiados quizás.
Muevo la cabeza haciendo un intento de olvidarme de eso. Cocino otro trozo
grande de pavo y lo guardo de nuevo en el plástico por si a Gale le entra
hambre o yo vuelvo tarde. Recojo la mochila, paso todas las cosas a una
sola. Cojo el cuchillo y las dos trampas, me despido de Gale que después de
cuatro días tiene claro lo que debe hacer. Esta vez salgo menos preocupada,
tiene comida de sobra y agua más de la necesaria. No cojo nada de comer pero si
el medio botellín, no tengo pensado estar mucho tiempo fuera pero si las cosas
se tuercen tampoco me apetece morir de sed. Me dirijo hacia la entrada pero
antes de salir vuelvo hacia donde esta Gale y le abrazo de una forma que no
había hecho antes, también me dirijo a Finnick y le susurro un ‘te pondrás
bien’ Tengo que creerlo si no quiero derrumbarme. Supongo que necesitaba
hacerlo, el abrazo más que nada. Quedan diecisiete tributos, quince si nos
descontamos nosotros, es mucha gente que no dudará en matarme si así sobrevive.
Me alejo un poco pero no
demasiado y coloco las trampas a unos diez metros una de la otra. Como no se
cuánto tardarán en caer las presas decido investigar un poco la zona hacia
dentro del bosque. Me conozco la zona de la cueva hasta la orilla pero nunca he
llegado más allá de la cueva. Comienzo a subir el desnivel, resulta complicado
pero la colina parece más empinada, queda un largo camino por delante. El sol
me pega de lleno y eso hace que vaya mas lenta. Cuando consigo llegar a la cima
miro hacia atrás, ha avanzado bastante pero necesito avanzar más así que sigo
caminando. Media hora después me tomo un descanso, me siento en lo alto
de un árbol y observo la zona. Cuando estoy descansada empiezo a caminar de
nuevo y veo algo que me sorprende, a unos veinte metros de mí. Corro hasta allí
entusiasmada. Reconozco esa hoja, cuando estuve en el distrito 11 en una de mis
visitas vi que cultivaban esta misma planta. Eran batatas. Me acerco con más
detalle, hay pocas, pero las suficientes para alimentarnos un día o incluso
dos. Comienzo a escarbar en la tierra y empiezo a sacarlas una a una. Me miro
las uñas, no están muy estropeadas pero están sucias y llenas de tierra, si las
estilistas de mi madre me viesen no quiero imaginarme como se pondrían. Ahora
mismo eso no me preocupa asique sigo escarbando, sin perder de vista los
alrededores, de vez en cuando levanto la vista por si algún tributo apareciese.
Una ilusión crece en mi, más comida, las cosas no hacen más que mejorar. Las
coloco en la mochila con cuidado. Como no hay demasiadas acabo en una hora más
o menos. Con lo que me pesa la mochila no puedo seguir investigando asique
decido retroceder, tardaré un buen rato en llegar asique empiezo el camino
cuanto antes.
Mientras me dirijo a la
cueva oigo un grito cerca de mí que me pone los pelos de punta, salgo corriendo
sin dudarlo, sin pensar en que dejo atrás. Esta vez no puedo ayudar, no si eso
significa poner mi vida en juego. Si yo caigo lo hace mi hermano y no estoy
dispuesta a jugármela de esa manera. Corro tan rápido como me lo permite el
cuerpo. Miro atrás y nadie me persigue, tal vez haya pasado desapercibida. Me
voy alejando cuando veo a lo lejos una fogata, el humo va hacia arriba y deja
ver la posición del tributo. Solo puedo pensar una cosa, debe ser una trampa.
Cualquiera de lo que estamos aquí es lo suficientemente inteligente como para
no caer en algo tan sencillo, aunque la gente desesperada hace cosas
desesperadas. Decido alejarme cuanto antes de ese lugar, no quiero llevarme
sorpresas. Sigo caminando pero esta vez llevo el cuchillo en la mano por si
acaso. Oigo un cañonazo.
Mis manos empiezan a
sudar y me pongo nerviosa, mis ojos se abren y mis oídos permanecen atentos a
cualquier sonido. Un movimiento en falso podría ser mi perdición. Sigo hacia
delante sin perder de vista cualquier punto del bosque, me estoy acercando a
donde deje las trampas asique no hay problema. Veo una sombra y no me lo
pienso dos veces antes de salir corriendo, mi respiración aumenta al igual me
que mis latidos, siento que me agito por dentro y que empiezo a sudar de nuevo.
Un sudor frio recorre mi frente. Corro, correr es la única idea que tengo en
mente. Y entonces ocurre algo inesperado. Descubro una nueva hora del reloj.
Estoy cerca de la cueva,
a unos quince minutos, tardare menos si corro más pero mis piernas van tan
rápido como pueden. Tengo el chaleco quitado y lo uso para taparme la cara.
Tengo que salir de esa zona cuanto antes porque una hora encerrada aquí significa
la muerte segura. Lo que me persigue no tiene patas, ni garras, ni colmillos,
tampoco tiene picos que desgarren mi carne. El Capitolio decidió dejar algo de
la antigua Arena, y eligió uno de los peores horrores que había en el reloj.
Una niebla estaba por detrás de mí y yo corría para que no me alcanzase. Sé que
el reloj va por zonas, solo tengo que aguantar un poco más para salir de esta,
una vez que salga la niebla no puede alcanzarme. Miro alrededor de mí, nada me
sirve, vegetación, arbustos, árboles… nada que me ayude a escapar. Miro mis
opciones, no puedo subirme a un árbol, sé que no serviría, pararme significa
morir asique lo único que puedo hacer es correr. Cada segundo que pasa me
siento más débil, tropiezo con raíces que hay en el suelo porque voy tan
deprisa que cuando las veo es demasiado tarde para reaccionar. Las ramas más
bajas de los árboles arañan mi piel pero no me paro aunque cada golpe frena un
poco mi paso. Sigo corriendo y noto como la niebla cada vez está más cerca,
pero yo también estoy más cerca de la siguiente zona. Calculo que serán entre
las cuatro y las cinco de la tarde según la posición del sol, ya sé a qué hora
no debo salir detrás de la cueva. Ya queda menos, me repito lo mismo una y otra
vez para darme esperanzas. Cuando ya veo la zona que no tiene niebla tropiezo
con algo. Me intento levantar lo más rápido que puedo pero descubro que esta
vez no es que haya tropezado. Siento un dolor en la pierna intenso. Miro debajo
de mí. Alguien me ha agarrado el tobillo. Tiro una y otra vez intentando
soltarme, noto como la niebla me alcanza y sé que si estoy mucho rato en esta
comenzaré con las compulsiones y acabaré muerta. Lo siento mucho por el tributo
que me está agarrando pero casi no tengo fuerzas para salvarme yo, si intento
ayudarle voy a una muerte segura. Le golpeo la mano con el mango del cuchillo y
me suelto. Tiempo atrás alguna lágrima habría asomado por mis ojos pero después
de cuatro días en la Arena las cosas cambian, aún así yo no he cambiado tanto y
mis ojos se humedecen un poco y un lo siento quiere salir de mi boca. No hay
tiempo, me suelto por completo, tal vez nunca habría hecho esto pero por mucho
que quiera ayudarle no puedo hacerlo. Me alejo, mis piernas comienzan a fallar
por culpa de la niebla pero finalmente y tras un esfuerzo me tiro a la zona
donde estoy a salvo. Oigo un cañonazo y veo el aerodeslizador a lo lejos. Tengo
que alejarme asique a rastras me dirijo hacia los matorrales con el fin de que
nadie me encuentre. Ya no soy dueña de mi cuerpo. Apoyo la cabeza en un árbol y
dejo caer mis manos, estoy escondida y permaneceré ahí un rato, hasta que
controle de nuevo mi cuerpo. Cierro los ojos y lo último que veo es a Taylor,
la chica del 6 que agarraba mi pierna antes de que la abandonase para que
muriese.
Me despierto con el
canto de los pájaros, diferentes pájaros a mi alrededor crean una música que en
otra situación habría disfrutado escuchando. Muevo la cabeza e intento abrir
los ojos. Lo primero que veo es como los árboles y todo el bosque que hay alrededor
dan vueltas. Me encuentro algo mareada, cierro los ojos de nuevo y una
sensación de lejanía entra en mi mente, apartándome de todo lo que hay a mi
alrededor, alejándome de este mundo.
No se cuanto he dormido
desde que abrí los ojos por primera vez pero el sol esta mucho más bajo. Tardo
un poco en reaccionar y siento una punzada intensa en la cabeza. Me llevo las
manos a la cara y me froto los ojos, una vez que estoy despejada intento mover
las piernas, estas tardan en responder y aunque lo hacen con dificultad pero,
cuando ha pasado un rato, responden. Cojo mi chaleco que se encuentra en el
suelo al igual que mi mochila y me lo pongo por encima. Me cuesta ponerme de
pie pero tras varios intentos, poco a poco, lo consigo apoyándome en un árbol,
compruebo que no hay nadie en la zona antes de salir y cuando estoy segura me
dirijo a donde puse las trampas. Por el camino descubro que estoy algo torpe,
mis piernas a veces fallan e incluso se cruzan entre sí. Al caminar voy
mejorando, como si estuviese aprendiendo a andar, cuando llevo un rato
caminando mis piernas responden perfectamente. Tardo unos cinco minutos en
llegar. Estoy sedienta asique saco el botellín y bebo un poco.
Aproximadamente serán las siete o las ocho, después de la niebla debí quedarme
inconsciente o dormida. Es una sensación terrible, no se la recomendaría ni a
mi peor enemigo. Todavía me duele la cabeza y siento punzadas en las piernas.
Retiro los matorrales para comprobar a ver si he cazado algo y me desilusiono
porque no hay nada en la trampa. Tal vez no haya sido un buen lugar donde
ponerla. La recojo y la guardo en la mochila con las batatas. Este día no está
siendo muy bueno aunque empezó bastante bien. Ahora mismo solo pienso en
negativo, todavía estoy algo aturdida de la niebla y de vez en cuando me mareo
un poco. Seguida voy a la siguiente trampa con un poco mas de esperanza y
encuentro un conejo. Supongo que no es mucho pero me vale. Teniendo en cuenta
que también he recolectado batatas tal vez no haya sido un día del todo
perdido. Guardo la presa en la mochila que ya ha alcanzado un peso bastante
importante. Cargo con ella en la espalda y decido ir a la cueva. Camino con
facilidad puesto que no me cuesta tanto como cuando abrí los ojos. La verdad es
que no estoy prestando mucha atención al bosque, si un tributo anduviese cerca
puede que ni me diese cuenta, lo que en parte es muy peligroso pero en mi
estado lo único que pienso es en llegar al refugio. Mientras me dirijo a la
cueva veo una especie de ave en el suelo, no distingo muy bien lo que es pero
no dudo en lanzarle el cuchillo. Tal vez mis piernas me fallen un poco pero los
brazos siguen igual que siempre, me acerco a ver mi prisa y es irreconocible.
Parece un pavo pero es algo más pequeño, lo dejo en un ave salvaje porque no se
qué nombre tiene este bicho. Orgullosa limpio mi cuchillo y cargo mi nueva
presa a la espalda. Estoy más satisfecha de antes porque tenemos bastantes
provisiones. Seguro que mis padres están aliviados, me han visto pasar un mal
rato pero ahora tengo algunas recompensas, me gustaría saber que piensa el
Capitolio al respecto. Ni siquiera su niebla ha acabado conmigo, deben estar
molestos y eso podría ponerme en peligro porque ahora no dudaran en poner más
peligros en la Arena. La chica que murió en la niebla me da una ventaja, si no
hubiese muertes en un día estoy segura que pensarían alguna manera para
juntarnos en una nueva batalla de sangre. De repente noto una punzada aun más
grande en la pierna. Me subo el pantalón para comprobar que me pasa y descubro
que tengo una mancha de sangre enorme. Limpio un poco la zona con agua para ver
qué es y veo una raja profunda que deja ver la carne al rojo vivo. No sé cuando
me la he hecho ni con qué pero duele cada vez más. Siento pinchazos en la
pierna, me mareo un poco. Tengo que cerrar un poco los ojos y apoyarme en un
árbol mientras se me pasa. Vuelvo a abrir los ojos, entonces lo veo claro,
recuerdo cuando tropecé. Tropecé porque me clavaron un cuchillo, tenía tanta
prisa por escapar de la niebla que no preste suficiente atención. Cuando me
libere me agarro con la otra mano, recuerdo la cara de desesperación de la
tributo. Me siento culpable por no haberla ayudado pero sé que no podría haber
hecho nada para evitarlo. O moría ella o moríamos las dos. De nuevo cargo
a mi espalda todo lo que llevo y avanzo con un dolor que se hace cada vez más
insoportable. La Arena no solo te destroza por fuera sino que también lo hace
por dentro, con la muerte de cada tributo. Llego a la cueva al rato y con algo
de alivio retiro las ramas y los matorrales que la ocultan. Estoy demasiado
cansada, cansada por el día que llevo, cansado por todo lo que ha pasado en
estos días, cansada de lo que está haciendo el Capitolio. Cansada de este
infierno en el que me han encerrado. Solo quiero tumbarme a descansar pero por
lo visto el día de hoy está lleno de sorpresas.
Solo quiero tumbarme a
descansar pero por lo visto el día de hoy está lleno de sorpresas.
-Pensé que ya no
volverías, pero siempre tu vuelves – una voz dulce y masculina que proviene del
interior de la cueva resuena en mi cabeza, la voz proviene de alguien a quien
le cuesta hablar pero aún así es la voz inconfundible, burlona y seductora de
Finnick.
Entro en la cueva y
suelto todo lo que llevo, lo primero que hago es lanzarme a sus brazos, me
olvido de todo, de sus heridas y de las mías, de todo. Solo me encuentro con
esos ojos azules, un azul que se mezcla con el verde del mar. Solo pienso en
una cosa, ha vuelto, ha vuelto a mi lado. No sé si mis ojos se han humedecido
pero de lo que estoy segura es que eso no apagará la nueva llama que crece en
mí. Mi llama ha vuelto y ahora parece más fuerte que nunca, algo dentro de mí
recorre mi cuerpo. El como si el fuego corriese por mis venas y alcanzase cada
punto de mí, haciendo que sienta que ahora todo es posible. Lo llaman
esperanza, yo no sé describirlo pero creo que es una mezcla entre la felicidad
y la ilusión que siento en este momento. Un cosquilleo aparece en mi interior,
no son las mariposas a las que hacía referencia mi madre cuando hablaba de cómo
de enamoro de papá, son nervios. Nervios porque me he lanzado sin más a
abrazarle, sin pensar en nada, ni siquiera en lo que pasara cuando deje de
hacerlo. Solo sé que no quiero dejar de abrazarlo– Si que te alegras de verme –
tose un par de veces después de decirlo lo que me recuerda que aun esta débil,
no me había fijado en lo cerca que estábamos el uno del otro, nuestras caras,
nuestros cuerpos, puedo notar su respiración en mi cuello, el tacto de sus
dedos rozando mi piel, y el calor de su cuerpo aviva mi llama cada vez mas. Me
separo de él en seguida y voy a por él botellín de agua.
-No sabes cuánto –una
sonrisa se dibuja en mi rostro, la felicidad recorre mi cuerpo. Quiero parar
las agujas del reloj para que el tiempo se detenga, para que este momento no se
escape jamás y pueda vivirlo para siempre. Para que pueda seguir a su lado el
tiempo que quiera sin temor a lo que hay fuera de la cueva. El cosquilleo es
cada vez más intenso, no desaparece y cuando me acerco a Finnick siento que no
se irá nunca- toma, tienes que beber un poco Finnick, llevas cuatro días sin
tomar ni una gota de agua.
-Tranquila, Gale me dio
un poco de agua antes de quedarse dormido, no la desperdicies – me sonríe e
intenta incorporarse, yo no dudo en ayudarle pero cuando lo hago, él se da
cuenta de que no es el único herido, su cara cambia completamente- ¿Qué te ha
pasado? Estas sangrando Amy, ¿Quién te ha hecho eso?
-Tranquilo, estoy bien,
son solo unos rasguños y lo de la pierna no es más que un corte superficial.
-No, no es ningún corte
superficial, solo te lo repetiré una vez, estas sangrando – intenta moverse, se
acerca hacia mí, preocupado, pero me aparto en seguida, no quiero que vea como
son realmente las heridas. Me agarra la mano para que no me aleje y su mirada
se endurece- Coge el agua y límpiate la herida y después te echas medicina, me
ha dicho Gale que tenemos una caja entera.
-No Finnick, tú
necesitas la medicina más que yo…
-Amy, o te das la
medicina o te juro que salgo de esta cueva y voy directo a un tributo para que
me mate, así tendrás medicina de sobra para ti.
-Si sales de esta cueva
no te dará tiempo a llegar a ningún tributo porque te mataré yo misma por
insensato- mi tono ya no es tranquilo, es una mezcla entre enfado y
preocupación, después de todo lo que hemos pasado no me creo que me diga eso-
me echare medicina, será mejor que te acuestes, te despertaré para cenar, lo
mejor es que descanses.
Estoy seria, enfadada,
preocupada, rabia es lo que encuentro en mi interior, rabia porque Finnick está
peor que yo, porque lleva cuatro días inconsciente y rabia porque aun estando
así sigue preocupado por mí. He demostrado muchas veces que soy capaz de
sobrevivir, no necesito que me vigile, que se preocupe, solo necesito que se
recupere. Me observa durante un rato y como sé que no va a parar me lavo la
herida con el agua que queda en mi botellín y me doy un poco de pomada,
reconozco que el efecto es increíble, no sé cómo estará mi pierna mañana pero
ahora la siento mucho más calmada, casi ni me duele. El alivio es más que
inmediato.
Descanso un poco apoyada
en la pared, cuando me siento mejor recojo las provisiones que deje casi al ras
de la entrada. Me dirijo hacia donde lo guardamos todo y me viene a la cabeza
lo afortunados que somos. Todavía no han encontrado la cueva y tal vez no lo
hagan porque está muy bien oculta, tenemos provisiones para varios días y
sabemos de sobra donde conseguir agua. Compruebo que las fresas siguen igual, y
las bayas también, el trozo de pavo que deje cocinado ha desaparecido lo que me
hace pensar que Finnick habrá comido un poco. Tanto pavo no cabe en un niño tan
pequeño como Gale. Coloco el conejo y el ave al fondo y las batatas también,
con lo que he conseguido hoy tenemos mínimo para tres días. El agua sabemos
cómo conseguirla asique tampoco nos escasea, en este momento solo puedo ver
puntos positivos. Cuando cojo los dos trozos grandes de pavo que quedan para
cocinarlos me doy cuenta de que no hay palos para hacer fuego, entonces
recuerdo que esta mañana no apagué las brasas asique con suerte no se habrán
consumido aún. Miro hacia donde cociné esta mañana y efectivamente queda lo
suficiente como para cocinar, no sé en qué estaría pensando para olvidarme de
algo tan importante pero me alegra haberlo hecho. Sé que tardaré más en
hacer la comida porque las brasas que quedan son escasas pero no me preocupa
porque no tengo prisa.
Dejo los dos trozos de
pavo haciéndose y voy de nuevo hasta las provisiones. Hoy Finnick ha despertado
y tenemos que celebrarlo. Reparto todas las bayas en tres montones, y veo que
hay muchísimas más de las que pensaba, a estos montones les añado una fresa a
cada uno. Tal vez ahora que somos tres, resulte insensato hacer este reparto,
pero aquí en la Arena no sabes cuándo va a acabar todo, y las buenas noticias
son ocasiones que hay que celebrar ya que aquí, escasean. Vuelvo a ver cómo va
el pavo y le doy la vuelta para que se haga por el otro lado. Soy mejor
cocinera de lo que pensaba, si volvemos a casa le pediré a papa que me enseñe a
hacer postres como los que hace él. Recuerdo levantarme por las mañanas con un
olor a pan recién orneado, bajaba las escaleras con la mano apoyada en ellas,
los pies descalzos sobre esa alfombra de terciopelo y mi camisón puesto, me
imaginaba bajando con un vestido de gala de mamá, unos zapatos de tacón altos y
un recogido hermoso en el pelo. Al llegar al final de las escaleras volvía a la
realidad, y mi realidad no dejaba nada que desear. Cruzaba el pasillo hasta la
cocina donde mi padre orneaba dulces de repostería, cuando me veía se acercaba
y me daba los buenos días, un abrazo y uno de sus bollos recién hechos, siempre
me los hacía con forma de luna y me decía que si la luna fuese la mitad de
bella que yo, brillaría con más fuerza. Siempre he sido la niña de
sus ojos, sé lo que el antiguo Capitolio le hizo a mi padre y siempre me he
preguntado como a una persona que le han sucedido cosas tan horribles puede ser
así de buena, de bondadosa, mi madre siempre dice que papá es como el pan que
hornea, por fuera una corteza dura que soporta grandes golpes y por dentro
tierno como es él. Quiero volver a verle ornear, quiero seguir siendo la niña
de sus ojos. Reparo en que eso es imposible, ya que los juegos del hambre solo
tienen un vencedor. Compruebo una vez más el pavo y veo que en unos minutos
estará listo. Mientras, me planteo la idea de quedarme mañana descansando en la
cueva. Supongo que podemos sobrevivir un día sin caza teniendo en cuenta
nuestras provisiones y algo de reposo no me vendrá mal. Ya lo decidiré cuando
me levanta, todo depende de cómo me encuentre. Me acerco al fuego y retiro el
pavo, con el cuchillo desgarro uno de los trozos. Me planteo darle el grande a
Gale pero Finnick lleva días sin comer y seguramente necesite mas. Me acerco a
él y le despierto con delicadeza, estoy un poco enfadada por su
comentario pero se que solo se preocupaba por mí. El abre lentamente los ojos,
esos ojos azules que me hacen pensar que estoy a salvo. Sus labios tienen la
intención de moverse para decir algo pero yo me adelanto y le pido que coma. Le
ayudo a incorporarse un poco y le entrego el trozo de pavo. Al principio se
espera pero yo insisto en que coma, que yo lo haré después. Me cuesta
convencerlo e incluso tengo que enseñarle mi trozo, se queja porque el suyo es
más grande pero le digo que tenemos comida de sobra. Se sorprende al ver tanta
y tiene ganas de preguntar cómo lo he conseguido pero tras un gesto que le hago
empieza a comer el pavo en seguida, y se ve en la expresión de su cara, que
necesitaba llevarse algo a la boca. Al rato me dice algo que termina en
delicioso pero yo no le presto mucha atención porque estoy ocupada despertando
a Gale. Cuando Gale abre los ojos lo hace emocionado, primero me
abraza como hace siempre, a continuación me dice que Finnick se despertó y
después comienza a contarme el maravilloso sueño que ha tenido. No había quien
callase a Gale, se le veía tan emocionado que consiguió que yo acabase como él.
Tras un rato escuchándole hablar Finnick y yo nos reímos, el pregunta que nos
hace gracias pero no se que responderle. No recuerdo haberme reído tanto en semanas
y eso hace que mis ojos muestren algo de ilusión. Miro a Finnick lleno de
heridas, aun no ha acabado de comer. Esta riéndose al igual que yo, tiene una
risa maravillosa, una risa que me hace sentir bien, que me da esperanzas, que
me da ganas de abrazarle. Me gustaría pensar que al salir de aquí podría oír
esa risa cada día pero eso no va a ocurrir, de aquí solo sale uno y tiene que
ser mi hermano. La voz de Gale me rescata de mis pensamientos, no sé cómo se
acuerda de todo el sueño. Antes de que el pavo se enfríe le digo que empieza a
comer y ambos nos sentamos a comer junto a Finnick. Cuando hemos acabado todos
estamos satisfechos, pero como ha sido un día especial, podemos darnos el lujo
de acabar por completo con nuestro hambre. Me levanto a por las bayas y la
fresa, solo he querido coger una para cada uno porque no quiero
desperdiciarlas. Cuando Gale la ve, se le dibuja una sonrisa, yo sé que es su
fruta favorita, le encantaba que mama las trajese cuando las compraba en el
Quemadero. El recuerdo de mama aparece continuamente en mi cabeza y lo que más
pena me da no es no volver a casa sino, no poder abrazarla de nuevo. Les
doy a cada uno el montón que le corresponde y Finnick me mira con incredulidad,
como si no se creyese que pudiese comerse todo. Me rio y empiezo a comer las
bayas que estas deliciosas, una explosión de sabor y un toque refrescante que
alivia un poco la sed que tenemos. La fresa voy a dársela a Gale pero Finnick
me ha leído la mente y ya le ha dado la suya. Él siempre piensa en todo, me
acerco y con la fresa en la mano sin que él pueda verla, le pido que cierre los
ojos. Al principio no quiere pero los acaba cerrando. Abre un poco uno para ver
qué voy a hacer pero ya es tarde, le meto la fresa en la boca antes de que
pueda negarse y con una sonrisa me da las gracias. Ahora sí, apago las brasas y
apunto mentalmente el ir a por ramas mañana, tal vez no tenga que salir a cazar
pero si queremos comer necesitamos madera. Cojo los botellines y se los doy a
mis dos tributos favoritos, esta noche lloverá de nuevo asique tenemos el lujo
de gastar todo el agua. Gale no duda ni un momento en empezar a beber y cuando
está satisfecho me dice que si quiero un poco. Bebo casi todo lo que queda pero
antes de acabar el botellín vuelvo a preguntarle si quiere más, con una sonrisa
y un gracias que sale de su boca coge el botellín y se encarga de acabárselo.
Finnick me convence para compartir el otro, me siento a su lado, cuando me toca
a mi beber hago que trago el agua pero en realidad no la bebo, él la necesita
más. Cuando lo acabamos los dejo a mi lado para salir en unas horas a
llenarlos. Decido dormirme hasta entonces, solo son un par de horas pero me
vendrá bien el descanso, cierro los ojos tranquila y me tumbo en el frio suelo
de la cueva, sé que no va a pasar nada, Finnick se queda cuidando de nosotros.
Despierto en mitad del
bosque, me levanto agitada, preguntándome que hago allí. Busco a Gale
rápidamente pero no está a mi lado y Finnick tampoco. El calor se pega a mi
cuerpo lo que me da a entender que estoy cerca de la orilla pero no sé por qué.
Una humedad pegajosa invade el ambiente. Desesperada intento buscar algo que me
explique porque me encuentro en este lugar. Las ideas se pasan por mi cabeza
pero ninguna tiene sentido, me acosté en la cueva y he despertado aquí. Solo se
me ocurre una cosa, el Capitolio esta juntando a los tributos, pero tampoco es
razonable, nunca antes habían movido a un tributo, siempre han buscado alguna
forma de atraerlos a un mismo sitio. Camino dudosa entre los árboles,
apoyándome en ellos para ayudarme a avanzar. Sigo dándole vueltas a la idea del
Capitolio sin acabar de entenderla, a lo mejor necesitan que los Juegos acaben
ya porque Panmen está a punto de encontrarnos. Un foco de esperanza intenta
lucir en mi interior pero no lo consigue, sé que es imposible, que no nos
encontrarán. Ahora solo me interesa saber cómo he llegado hasta aquí, y lo más
importante, qué ha pasado con Gale. Me siento agotada, las piernas no avanzan
casi y mi respiración es cada vez más lenta. Los latidos de mi corazón
disminuyen y al mismo tiempo me empiezo a marear. Siento como la cabeza se me
va a los lados y como confundo los sonidos del bosque. Hago un intento por
seguir avanzando pero como no puedo me apoyo en un árbol para ver si se
me pasa. Las preguntas pasan por mi cabeza y no tengo respuesta para ninguna.
No sé qué hago allí ni donde están Gale o Finnick. Recuerdo acostarme en la
cueva pero cómo he llegado a parar aquí entonces. Mi cabeza arde cada vez más y
siento fuertes pinchazos. El dolor es similar a cuando Colin me corto con su
espada, primero sientes el corte y después diferentes punzadas hasta que
empieza a escocer, ahora no escuece simplemente recibo una y otra vez las
punzadas. Me llevo las manos a la cabeza y mis rodillas se doblan buscando el
suelo. Me gustaría levantarme y buscar a mi hermano pero no tengo fuerzas.
Quiero hacerlo fácil, quiero cerrar los ojos y que pase lo que tenga que pasar.
Empiezo a ver todo borroso y las formas las confundo, esa sensación hace que me
maree aun mas y siento la necesidad de tumbarme. Decido quedarme allí hasta que
descubra como he llegado a esta zona. De repente algo hace que tenga que abrir
los ojos y en un intento de ponerme de pie tropiezo y caigo raspándome todo el
brazo. La sangre que empieza a salir de este, pero no me preocupa. Detrás de
mí, está Colin, con sus dos espadas en la mano. Tengo miedo, las manos me sudan
y mis piernas no responden, me giro completamente en el suelo y mis ojos se
encuentran con su mirada, llena de odio y rabia. Cierro los ojos pensando que
todo ha acabado cuando oigo una voz lejana que me llama. Reconozco esa voz, es
Finnick. Repite una vez mi nombre, otra más, lo hace continuamente. No puedo
evitar preguntarme donde esta, si habrá venido a ayudarme, abro los ojos
buscándole entre el bosque y entonces todo se vuelve oscuro.
-Ey, Amy mírame, Amy
abre los ojos – noto que alguien me mueve, alguien me llama, mi cabeza da
vueltas y no consigo centrarme- Amy por favor, despierta. Ha sido una
pesadilla, estoy aquí Amy. Despierta.
Una suave voz que
empieza a sonar a suplica, es la voz de Finnick. Le oigo lejano, ni siquiera sé
lo que dice, suena un eco constante, solo logro captar las últimas palabras.
¿Una pesadilla? No sé donde estoy, ni que me pasa. Empiezo a abrir los ojos
lentamente. Unos ojos azules me reciben, una sonrisa va seguida de estos. Me
incorporo con cuidado, la mano de Finnick me ayuda delicadamente subiendo mi
cuello. Apoyo la espalda en la fría roca de la cueva e intento centrarme un
poco. Miro a mi alrededor, Gale está dormido, Finnick está a mi lado, estamos
en la cueva. Lo primero que hago es llevarme la mano al brazo contrario,
compruebo que no sangro y eso me alivia. Respiro hondo, tranquilamente. Me tomo
mi tiempo para asimilar lo que me ha ocurrido. Solo ha sido una pesadilla,
aunque me he levantado más cansada que antes, parecía tan real. Solo una
pesadilla me repito.
-¿Estas mejor? Pensé que
no ibas a despertarte, estabas sudando y no parabas de moverte, me tenías
preocupado.
-Tranquilo Finnick,
estoy bien, he soñado con Colin- mi voz se quiebra un poco al recordarlo, todas
las sensaciones, parecía tan real todo- era una pesadilla…
-Lo sé, si hubiese sido
un sueño habrías soñado conmigo- lo ha vuelto a hacer, es la misma voz que pone
cuando bromea, es una voz seductora que para mí resulta incluso cómica. Aún así
lo consigue y me arrebata una sonrisa, le miro a los ojos y no puedo evitar
pensar que me alegra tenerle aquí. – Deberíamos salir a fuera, se que estas
demasiado ocupada admirando mis ojos pero si queremos conseguir agua deberíamos
salir ahora.
Mis mejillas han debido
sonrojarse porque un calor inconfundible las recorre, me levanto sin mirarle a
la cara y despierto a Gale para salir, cojo los botellines y voy a salir cuando
Finnick se pone de pie.
-No, tú te quedas aquí,
ahora entraremos Gale y yo con los botellines para que bebas lo que quieras y
te curaré las heridas – veo que Finnick va a rechistar pero antes de que lo
haga me niego una vez más a que salga- te quedas aquí y no voy a discutirlo
más, espera a que volvamos.
De la pesadilla a la
vida real, necesitamos agua para sobrevivir, no se me puede olvidar que estamos
en los Juegos del Hambre, que nos estamos jugando la vida. Creo que ya no
diferencio cual de las dos situaciones es la verdadera pesadilla. Aún así,
tener a Finnick a mi lado hace que este infierno queme menos, que sea más fácil
de sobrellevar.
Salimos con cuidado,
como siempre yo primero por si acaso y además llevo el cuchillo. Después de la
pesadilla creo que debería llevar protección en todo momento. Miro al cielo,
una vez más me he perdido las caras de los tributos, no se a cuantos nos
enfrentamos. Nos dirigimos a las hojas de siempre, lavo a Gale y después dejo
que beba lo que quiera. Yo hago lo mismo. Lleno los botellines con prisa y
cuando Gale no tiene más sed me lo llevo dentro con Finnick. Al entrar le
entrego un botellín a Finnick para que beba lo que quiera y después voy a pon
la pomada. Mientras bebe le lavo las heridas y después le unto un poco de la
pomada. Empiezo con las piernas, sigo por la espalda, los brazos, cuando llego
a la cara agarra mi mano y la dirige hasta mi hombro. Yo quedo completamente
bloqueada porque no se qué hacer, mis dedos rozan la herida untando así la
pomada. Lo que siento es un alivio inmediato. Después Finnick coge un poco más
y me da por la cara, y sigue así hasta que llega a mi pierna, donde está el
corte. Con delicadeza coge un poco más de la pomada y empieza a extenderlo con
un suave masaje. Respiro profundamente, me relajo, no voy a pedirle que pare,
ni que guarde la pomada para él, por primera vez voy a hacerle caso. El sigue
haciéndolo delicadamente, de vez en cuando levanta la vista y me mira a los
ojos, por un momento el tiempo se detiene pero cuando baja la mirada y vuelve a
darme la pomada vuelvo a la realidad. Cuando termina sigo por donde me había
quedado y le cubro cada una de sus heridas. Sonrío mientras lo hago porque no
puedo evitarlo. Espero un poco a que la pomada se absorba por completo. Al
acabar me levanto y me dirijo fuera para rellenar los botellines porque la hora
estará a punto de acabar. Mientras los estoy llenando veo una sombra a unos
metros de mi, con el cuchillo espero a que se mueva otra vez, siento como un
escalofrío recorre mi cuerpo de arriba abajo. Espero, en silencio, parada.
Cuando pienso que han sido imaginaciones mías vuelvo a ver la sombra y sin
dudarlo un segundo lanzo mi cuchillo contra ella. Este queda clavado en algo.
No sé porque lo he hecho, porque he reaccionado así. ¿Y si era un tributo?
Espero a oír un cañonazo, un grito de dolor o algo que me indique que acabo de
lanzarle el cuchillo a un ser humano pero ninguna de esas señales viene. Miro a
mi alrededor, dudosa, al final decido ir a comprobar a que he dado. Ando con
cuidado, las gotas de lluvia caen en mi piel empapándome, esta lluvia impide
que vea bien lo que significa que también le impide la vista a otros tributos
asique tal vez no corro tanto peligro. Aparto unos matorrales y suspiro
aliviada al ver que mi cuchillo ha atravesado un conejo que pasaba por allí.
Recojo mi presa, inconscientemente he cazado un bonito conejo, la suerte está
hoy de mi parte. Me alegro de que no haya sido un tributo. Recojo los
botellines del suelo y me dirijo de nuevo a la cueva, estoy empapada y tengo
frio, espero que se me pase rápido. Cuando entro la expresión de Finnick entre
preocupación y asombro me hace reír.
-Tardabas mucho, me has
asustado.
-Bueno, he traído un
compañero- le enseño el conejo y Finnick abre los ojos impresionado
- Pensé que la sangre
era tuya. Se supone que ibas a por agua.
-Ya, yo tampoco me lo
esperaba, ni siquiera vi que era un conejo- se lo digo sonriente, dejo el
conejo donde tenemos las demás presas y me agacho para guardar los botellines,
también dejo el cuchillo. Miro a Gale que está durmiendo tranquilamente y
después vuelvo con Finnick- Mañana no hará falta ir a por comida, tenemos de
sobra, y también agua asique solo saldré a por ramas por la mañana. Nos
quedaremos aquí durante todo el día, es lo más seguro, cuanto menos salgamos
menos riesgos.
-Mientras tú no corras
más riesgos me vale, ya has hecho demasiado.
-No podría haberlo hecho
si no me hubieses salvado primero
-Sabes que volvería a
hacerlo, lo haré las veces que hagan falta.
Sonrío. Siento la
necesidad de quedarme a su lado, de dormir abrazada a él. No quiero tener
pesadillas, solo quiero estar a su lado. Me tumbo y pasa su brazo por encima de
mí, apoyo mi cabeza en él. Cierro los ojos tranquila, mañana será un nuevo día.
No sueño, duermo
tranquilamente toda la noche, un rayo de sol que se cuela en la cueva me
despierta. Abro los ojos lentamente y un bostezo sale de mi, cuando me siento
miro alrededor de toda la cueva. Algo me inquieta. Miro asustada, me levanto y
comienzo a dar vueltas intentando encontrar una respuesta. Finnick ha
desaparecido. Despierto a Gale y le pregunto si le ha visto pero el parece tan
asombrado como yo y lo único que consigo es que se preocupe. Le digo que ha ido
a poner unas trampas y que se le había olvidado una de ellas, que era solo para
saber si había vuelto a por ella mientras yo dormía. Consigo tranquilizarle y
pienso en como tranquilizarme yo. Compruebo que falta un cuchillo y mil ideas
pasan por mi cabeza. Tal vez no quiera estar con nosotros, tal vez se considere
una carga o algo parecido. O a lo mejor a salido a por bayas. Recuerdo nuestra
conversación de ayer intentando buscar una pista que me diga donde esta, como
encontrarle. Las reservas están igual que antes, un conejo, una especie de ave que
todavía no sé que es y el pavo. También está la bolsa de fresas, la medicina y
dos botellines enteros de agua. Lo único que falta es su cuchillo pero un
cuchillo no le servirá de mucho en tu estado. Me fijo mejor y descubro que si
falta algo, la mochila naranja vacía que uso cuando voy de caza. No me puedo
creer que se haya ido de esta manera, sin despedirse ni nada. Sin llevarse
reservas para poder sobrevivir. Quiero pensar que está cogiendo bayas y que va
a volver pronto pero el tiempo pasa y nadie aparece en la cueva. Sigo mirando
una y otra vez a la entrada, estoy nerviosa y no paro de mover las manos. Acabo
cogiendo un trozo de cuerda y practico los nudos que aprendí en los
entrenamientos para poder mejorar mis trampas. No puedo hacer comida porque o
hay leña pero no quiero salir y dejar a Gale solo, quiero esperar por si vuelve
Finnick. Cuando me quiero dar cuenta han debido de pasar varias horas, sigo
apoyada en la pared, sentada, con la cabeza hacia atrás. Me miro los dedos,
unas ampollas han aparecido en estos, decido dejar la cuerda al menos durante
un rato. Se me vuelve a pasar por la cabeza la idea de salir a buscarle.
Respiro uno y empiezo a contar, tengo que ser inteligente, hacer lo primero que
se me pase por la cabeza no es ninguna estrategia. Gale está durmiendo y le veo
tan indefenso que soy incapaz de dejarle aquí e irme a buscar a Finnick. Me
pregunto dónde estará, cuánto tiempo llevara fuera y lo peor, me pregunto si se
habrá cruzado una vez más con Colin. Decido que lo mejor es calmarme y esperar,
no tengo hambre porque todavía no es la hora de comer por lo que me tumbo al
lado de Gale y le abrazo porque me da miedo que el también desaparezca.
Al cerrar los ojos caigo
de inmediato en un sueño profundo. Tengo una pesadilla extraña, la bestia me
persigue una vez más por el bosque, recorro los mismos pasos que aquella vez
pero cuando me subo al árbol y le voy a clavar la lanza en los ojos, estos
cambian y se convierten en unos ojos azules, los reconozco en seguida. Solo
Finnick tiene ese azul, un azul verdoso que hace que puedas ver el mar. Me
quedo paralizada la bestia sigue abajo y soy incapaz de reaccionar, solo miro
esos ojos. Despierto de golpe, sudando. Me toco la frente que esta ardiendo e
intento respirar con calma. Aliviada de que fuese una pesadilla solo, ya que el
muto me ha puesto los pelos de punta, me incorporo. Deben ser las tres o las
cuatro, hemos dormido mucho. Un olor a pescado llega hasta mí, mis cejas se
arquean en señal de confusión. Me levanto con cuidado para no despertar a Gale
y cuando me doy la vuelta, sorprendida me encuentro a Finnick cocinando. Quiero
gritarle y decirle todo lo que pienso pero verle ahí me deja sin palabras,
reacciono exactamente igual que en mi pesadilla y me quedo paralizada, aun así
nada hace que mi rabia desaparezca.
-¿Se puede saber dónde
has estado toda la mañana? – me corta y hace un intento de excusarse.
- Amy yo solo salí a…
-¿Saliste? Solo Finnick,
hay tributos ahí fuera que no se lo pensarían antes de matarte y a ti no se te
ocurre otra cosa que poner tu vida en juego. Estas herido y eres más débil
ahora, un cuchillo no te hubiese servido de nada si hubieses tropezado con alguien.
Además ¿Qué pasa si te hubiesen seguido Finnick? Estamos juntos en esto, no
puedes ponerte a jugar solo. Finnick por si no te has dado cuenta, este juego
es peligroso.
-Amy, lo sé. Mírame –me
agarra de los hombros y me mira, me siento culpable por cómo le he tratado pero
tenía que hacerlo, no puede arriesgarse sin más. – Tú has cuidado de Gale y de
mí, has conseguido comida, agua, un refugio… Lo has hecho todo Amy, solo quería
que descansaras, quería ayudar. Me desperté antes de que amaneciese, era de
madrugada y estaba completamente desvelado. Pensé que salir a por ramas sería
una buena idea, anoche dijiste que necesitábamos y como me encontraba mejor
decidí salir yo. Tuve cuidado de que nadie me viese. No pensaba tardar tanto
pero vi una rama más grande y pensé que si afilaba la punta podría usarla de
arma y cuando acabe se me ocurrió que podía acercarme a la orilla y pescar
algo, aunque reconozco que se tarda bastante en ir.
-¿Has estado en la
orilla? –mis ojos se abren de repente, no había pensado en el pescado que
estaba cocinando porque estaba ocupada mirando a ver si Finnick se encontraba
bien. De repente tengo ganas de gritarle, no me creo que se haya arriesgado
tanto. Creo que estoy enfadada porque dentro de mi arde algo que no puedo
controlas, ya no soy dueña de mis palabras- Es que ¿acaso no sabes que en la
cornucopia están los tributos más fuertes?, Finnick se han aliado y la tienen
bajo su control. Montan guardias para que nadie se acerque hasta allí, ni
siquiera sé cómo has salido con vida. ¿Y todo por algo de comer Finnick?
¡Tenemos más que de sobra, podemos mantenernos con esto! ¿No piensas Finnick?
¡Podrían haberte matado! No estamos en el distrito 4, aquí no puedes salir a
pescar sin más, aquí te juegas la vida. Finnick esto son los Juegos del Hambre,
vamos a morir, ¿lo entiendes? No puedes salir y arriesgarte a que te maten, los
demás no se lo pensaran dos veces antes de acabar con tu vida. Solo eres una
pieza más en los Juegos, como todos nosotros. Esta vez nadie va a aparecer para
rescatarnos, estamos perdidos. Se trata de nosotros, de mantenernos con vida el
mayor tiempo posible, no de jugártela sin más.
Mis palabras duelen, lo
sé. La verdad es dura, difícil de asimilar. Creo que es la primera vez que me
doy cuenta de lo que significa estar aquí, tenía que decirlo para creérmelo yo
misma. Nadie va a rescatarnos, nadie va a venir a por nosotros. 27 tributos han
entrado en la Arena y solo uno podrá salir.
Siento rabia por dentro,
pero el amargo sabor de culpabilidad hace que desaparezca. Finnick no ha hecho
nada malo, tan solo quería ayudar. Ha traído ramas de sobra para un par de
días, ha traído mas comida e incluso ha hecho una lanza que podría sernos muy
útil. Y yo le he gritado. Siento la necesidad de llorar. Porque esas palabras no
solo iban hacia Finnick, en el fondo también iban para mí, para que me diese
cuenta de lo que realmente está pasando. Noto como mis ojos se humedecen y veo
a Finnick acercarse. Él me abraza y sin querer ya estoy llorando, esta vez no
podía aguantarlo más. Lo necesitaba. Finnick me susurra que no pasa nada, que
está ahí. Eso es lo que más me duele, que él siempre está ahí. Jamás podré
estar a su altura, no quiero perderle, no ahora. Le pido perdón, una y otra vez
pero él me repite que no pasa nada, que todo está bien. En realidad lo nuestro
es lo único que está bien, los Juegos del Hambre están acabando conmigo poco a
poco. Los tributos vencedores no cambian porque tengan que matar a gente,
cambian por lo que viven en la Arena. Porque sé que cuando salga de aquí para
mí todo va a ser diferente. Porque si consigo salir las pesadillas inundarán
mis sueños y si no lo consigo habré vivido mis últimas horas en una pesadilla
de la que nunca pude escapar. Gale se despierta preguntando qué pasa, dice que
por qué discutíamos y yo con una sonrisa le digo que no pasa nada malo. Me
agacho y el con la mano borra mis lágrimas. Tiene una mano muy pequeña, lo que
me recuerda lo pequeño que es él. ¡No me gusta verte llorar’ me dice, y no
puedo evitar sonreír por tener en frente mía a la persona más bonita de este
mundo. Le cojo en brazos y le doy una abrazo como el que le daba cuando era más
pequeño. De repente sus tripas empiezan a rugir.
-¿Tienes hambre tigre?
¿Has oigo como rugían?
-Sí, parecía que iban a
comerte
-Venga pequeño, será
mejor que comas algo, no queremos que ese tigre que hay dentro de tu tripa
salga a comernos a nosotros.
Finnick ha preparado
tres pescados, uno para cada uno. La hora de comer ya ha pasado y es tarde así
que los cogemos con ganas y la verdad es que están deliciosos. Después comemos
dos fresas cada uno. A este ritmo la bolsa ha bajado y tan solo quedan tres.
Una para cada uno, las guardamos para una ocasión especial. Estamos completos y
casi no bebemos agua porque el pescado no nos ha dado mucha sed. Vuelvo a curar
las heridas de Finnick que muestran una gran mejora. Se la doy como siempre,
con cuidado. A veces pone caras de dolor pero se lo aguanta, cuando lo hace yo
le acaricio delicadamente la zona para que se relaje y funciona porque puedo ver
el alivio en su cara. Yo no me echo aunque Finnick insista. No hay que
desperdiciarla, ha bajado en estos días bastante. Además, las mías apenas se
ven, la pomada es medicina del Capitolio sin duda alguna. Me quedo hablando un
rato con Finnick y al final le digo que voy a salir. Me pregunta que por qué y
utiliza casi los mismos argumentos que yo antes pero yo le digo que no tardare
mucho y que voy a por una cosa que escondí el día antes de que el despertase.
Al principio duda y no me extraña porque la excusa que le he dado es realmente
mala pero al final accede y un poco antes de irme se acuesta agotado. Cojo una
mochila vacía, un cuchillo y una cuerda por si acaso. Necesito salir de la
cueva e investigar un poco más. No suena coherente después de lo que le he
dicho a Finnick pero me he dado cuenta de que si quiero salir de la Arena tengo
que encontrar la manera. Todos los años la Arena era ‘cubierta’ por un escudo
protector, siempre había un punto débil. Tal vez ese escudo cumpla una doble
función, tal vez nos oculte y por eso Panmen no puede localizarnos. No puedo
dejar que el Capitolio vea mis intenciones asique me limitaré a buscar algo que
me sirva para sobrevivir estos días y si por casualidad encuentro algo que
pueda utilizar contra el Capitolio eso sumará un punto a mi favor. Camino
decidida hacia el lado de la cueva. Subo con dificultad el desnivel y antes de
llegar arriba del todo miro hacia el cielo e intento ubicarme. Más o menos
serán las tres y media, decido darme prisa para salir cuanto antes de esta
zona, no es que me traiga buenos recuerdos
Avanzo rápidamente, intento ir por la sombra porque el calor es insoportable, se pega al cuerpo e impide respirar cuando llevas un rato bajo el sol. En unos quince minutos habré atravesado la zona de niebla. Un escalofrío recorre mi cuerpo y revivo aquel día sumergida en unos recuerdos e imágenes que ojalá algún día sea capaz de borrar. Me subo a un árbol para ver mejor la zona. Mis manos ahora son más duras y subo con más facilidad. De vez en cuando un dolor donde tengo la herida de la pierna hace que tenga que parar pero tras esperar un poco sigo trepando. Cuando estoy arriba me siento en la rama más gorda para mayor seguridad, compruebo que no hay nadie alrededor y bajo de nuevo. Bajar es más complicado que subir, para mí siempre lo ha sido. Tienes que ir probando donde poner el pie y tienes que ponerlo en el sitio correcto si no quieres caer. A la altura que estoy y calculando la caída no creo que saliese muy bien parada si eso ocurre. Recibo algún que otro pinchazo en la pierna pero no puedo parar en la bajada, es muy complicado. Cuando bajo un suspiro sale de mí, miro a lo lejos y solo veo bosque, parce que la Arena no acabe nunca. Sigo caminando porque por mucho que camine sé que no llegare al final hoy y si quiero descubrir algo he de ponerme en marcha. Voy observando el bosque y pienso que en otras condiciones seria un bonito lugar donde pasar el día. Los arboles son tan altos que proporcionan unas sombras increíbles, hace calor pero el aire es húmedo y se pega a tu cuerpo, las plantas que encuentras cuando caminas son diferentes incluso añadiría que cada vez son más bonitas. Me agacho a oler una inconscientemente y recuerdo los ramos que le hacía a mamá cuando era más pequeña. Solo había una flor que nunca cogía, la rosa. Mama las odiaba aunque nunca entendí muy bien el por qué. Camino tranquilamente porque tampoco tengo prisa aunque me obligo a acelerar el paso porque tengo que estar de vuelta lo antes posible, no quiero que Finnick se preocupe y acabe saliendo a buscarme. Mientras camino me doy cuenta de que voy a pasar la zona de la niebla y no puedo evitar preguntarme qué clase de peligros habrá en esta otra zona. Niebla venenosa, lluvia, bestia, pájaros, me quedan muchas horas por descubrir en el reloj aunque la verdad es que no tengo prisa por hacerlo. Veo una sombra un poco más adelante. Avanzo más despacio por si acaso. Voy tan atenta a mis pensamientos que no me doy cuenta de que mi pie ha golpeado algo hasta que oigo el ruido. Rápidamente miro alrededor a ver si alguien más lo ha escuchado. Observo detenidamente y cuando creo que estoy fuera de peligro miro al suelo para averiguar que ha producido el ruido metálico. No descubro que ha sido porque oído algo moverse entre los arbustos, miro a la derecha hacia dónde viene el ruido y me doy cuenta que es de donde vi anteriormente la sombra. Salgo corriendo sin dudarlo un segundo, cada vez estoy más lejos de la cueva pero ahora eso no me importa. Tendría que haberme quedado allí y no haber salido a buscar problemas, tendría que haber hecho caso a las palabras que le dije a Finnick. Con el cuchillo avanzo sin mirar atrás por temor a lo que pueda perseguirme. Podría ser un animal, un muto o incluso un tributo. Y la verdad, no se cual de los tres sería peor. Corro cada vez más deprisa, tengo energías suficientes para hacerlo. Intento girar el mayor número de veces para despistar a lo que me persigue, veo un árbol grande y pienso que es mi oportunidad. No sé cuantas veces me habrá salvado el saber trepar a lo largo de estos Juegos. Cinco días han pasado ya desde que entre en la Arena, parecen menos, aquí el tiempo vuela, vas siempre con prisas intentando sobrevivir y corremos tanto que ni siquiera disfrutamos de los pocos días de vida que nos quedan. Podría decirse que un tributo ya muere cuando entra en la Arena, los días que pasas aquí dentro luchando para salir no cuentan cómo vida, esos días te vas matando poco a poco. Miro atrás antes de trepar el árbol y no veo nada a mi espalda. Subo con cuidado, primero una mano, luego otra, un pequeño impulso y ya tengo la pierna subida. Ahora es lo mismo de siempre, solo que más rápido por miedo a que me encuentren. Mi mano esta sudorosa y resbalo cuando voy ya por la mitad. No tardo en incorporarme y sigo subiendo. Me doy más prisa que antes y cuando llego a una de las ramas altas me pongo de pie sobre esta y me agarro al árbol para que se me vea lo menos posible. Decido rodearlo y ponerme en el lado contrario para no ser un blanco fácil, me cuesta un poco porque cuando miro al suelo me mareo un poco pero cuando ya estoy me siento más aliviada. Asomo la cabeza para ver lo que pasa y me encuentro un tributo que viene corriendo hasta aquí.
Desde aquí arriba puedo
ver todos los alrededores, es una buena posición. Tengo el cuchillo metido en
la bota porque si no, no podía trepar aunque aquí arriba no me va a servir de
mucho a no ser que lo lance. Me fijo mejor en la tributo, en la mano lleva el
arco que me dio William hace tres días. Cuando pienso en él un escalofrío me
recorre, tenía que estar cerca de nosotros, de Finnick, de Colin... Si estaba
tan cerca para coger el arco ¿por qué no nos ayudo? Me fijo mas en ella, la
tributo es una chica joven. Tendrá unos diecinueve años, veinte quizás. No
puedo verla bien la cara desde aquí arriba pero es una chica alta, lleva el
pelo recogido con una coleta. Se ha girado hacia mi lado, escondo rápido la
cabeza. Suspiro esperando que no haya conseguido verme y poco después vuelvo a
asomarme para comprobar que no me ha visto, entonces le veo la cara. Mis ojos
quedan fijos en su rostro y su cara se graba en mi mente trayendo recuerdos de
los días antes de entrar en la Arena. Evelyn. La chica que hablaba con Finnick
en la cena, la que me miro con esa cara cuando me levante para irme, la que se
sonrió cuando le dije a Colin que si me iría con él. Esa chica que parecía tan
dulce resulta que no lo es tanto, seguro que en cuanto me vio vino a por mí.
Evelyn, la compañera de Colin, seguramente le ayudo cuando estaba herido, no
creo que le dejase tirado, aunque sea lo haría por su distrito. Es una chica
fuerte, se le nota en los brazos. Es del distrito 3, en otros tiempos para mí
eso sería terrible. Un tributo del distrito 3, uno de los distritos con más
vencedores junto al 1 y el 2, contra un tributo del 12, con tan solo tres
vencedores, dos de ellos, mis padres. En el 12 siempre morían los tributos, la
trágica historia del 12, aunque al parecer esa trágica historia no ha acabado
aún. Veo como mira a los lados y da una patada al árbol cabreada. El miedo
recorre mi cuerpo al igual que la furia el suyo. Sigue buscándome pero si me
muevo lo más mínimo se dará cuenta de que estoy encima de ella. Con el arco
podría alcanzarme perfectamente si es buena. No sé cuánto tiempo permaneceré
arriba pero mi vista es abarca mucho terreno, decido observar los alrededores a
ver si descubro algo contra el Capitolio pero, hasta donde me alcanza la vista
sigue siendo todo bosque. Lo único que puedo comprobar es que el reloj es
enorme, enorme y redondo. No veo nada que me sorprenda ni que me diga que hay
una nueva hora en el reloj pero algo hace que mi vista quede fija en un punto.
Cierro un poco los ojos para fijar mejor la vista, agarrada al árbol para no
caerme me inclino un poco hacia delante sin moverme demasiado. Dos tributos se
dirigen hacia aquí, calculo que tardarán un rato pero si no se aleja Evelyn
podría ser muy peligroso para ellos. Quiero buscar la manera de avisarles pero
me resulta imposible sin ser descubierta antes. No puedo poner mi vida en
riesgo. Evelyn comienza a dar vueltas alrededor del árbol mirando a todas
partes, se dirige a unos arbustos y mira a ver si estoy allí. Yo me pego más al
tronco con la esperanza de que no me vea. Estoy nerviosa, que me tiemblen las
piernas no es una buena opción en este momento asique intento calmarme, si
permanezco así no tiene por qué encontrarme. Temo que lo haga, podría ser el
fin de mis Juegos. La situación no puede empeorar, o tal vez si puede. Los
otros dos tributos siguen avanzando en esta dirección, en unos minutos esto
podría convertirse en un baño de sangre. Espectáculo para el Capitolio y más
muertes para Panmen, esto no puede ser bueno. Seguramente Clover esté
comentando lo que sucede, me lo imagino narrando una asombrosa historia y
preguntándose qué haré para salir de esta. Ya les he sorprendido en varias
ocasiones asique espero no decepcionarles esta vez. Vuelvo a mirar abajo,
la he perdido de vista, tal vez se haya ido. Miro alrededor y por desgracia, la
vuelvo a encontrar. Evelyn está cabreada, no sabía que tuviese tantas ganas de
matarme. Decido apartar la ista para no ponerme más nerviosa, analizo la
situación y recuerdo a los dos tributos. Miro hacia donde estaban antes, siguen
avanzando, van con cuidado, ahora los veo más de cerca pero no diferencio gran
cosa. Son un chico y una chica, no puedo ver nada más. Seguramente sean del
mismo distrito, aunque no sé cuantas parejas quedan. Empiezo a notar que tengo
sed, si sigo aquí arriba mucho más tiempo voy a morir asfixiada, el sol me está
matando. Evelyn ha vuelto al sitio de antes y se ha sentado a la sombra del
árbol, los otros dos chicos cada vez se acercan más y más. Quiero sentarme pero
si lo hago tal vez Evelyn se dé cuenta. Espero a que pase el tiempo, cierro los
ojos y me apoyo en el árbol. Noto el sol encima de mi cabeza y el calor
asfixiando mi cuerpo, abro los ojos y miro hacia arriba. Siento que me mareo un
poco, todo empieza a volverse negro y noto que la cabeza me da vueltas, debe
ser por el calor. Cierro los ojos de nuevo y respiro calmada esperando a que se
me pase. No sé cuánto tiempo pasa pero cuando los abro de nuevo los dos
tributos están a unos doce metros más o menos. Evelyn también les ha visto
porque no duda un ponerse de pie y esconderse detrás del árbol. Tiene una
piedra en la mano y no entiendo muy bien que pretende hacer con ella. Los dos
tributos se acercan más, cuando están a unos siete metros Evelyn lanza la
piedra a unos arbustos que hay a la derecha. Los dos tributos lo oyen e
inmediatamente se giran hacia el sonido, me fijo un poco más y distingo la cara
de la chica. El otro tributo la sujeta con cuidado y la pone detrás de él, la
cara de preocupación y miedo de la chica es inconfundible.
Hasta donde me llega la
vista es Cristina, la hija de la presidenta. El Capitolio debe estar
disfrutando de este momento. Su madre no tanto. Y yo, sinceramente tampoco
estoy a gusto con esta situación. Las risas del día del ‘banquete’ me vienen a
la cabeza, esa chica tan risueña con la que tanto hablé tal vez no dure mucho
aquí. Cuando me fijo en el chico siento que me rompo a pedazos, mi corazón se
para, mi respiración se acelera. Mis manos sudan y mis ojos se quedan fijados
en él. Siento que me voy a caer, que voy a dejar de respirar de repente, es
Joel. Podría ser cualquier tributo, ¿pero por que ellos? Se trataba de proteger
a mi hermano, de no hacer amigos, de sacarle con vida. Ahora las emociones me
golpean, mi corazón me ruega una cosa, mi cabeza me ordena la contraria. Evelyn
se encuentra justo debajo de mi rama, vuelve a dar la vuelta al árbol y se
coloca enfrente de ellos apuntándoles con el arco. Lo hace con delicadeza,
regodeándose de que lleva la ventaja. Coloca tranquilamente la flecha y tensa
el arco lentamente. Cristina hace el ademan de salir corriendo pero Evelyn la
apunta y Joel se pone delante en un acto reflejo. Ella no ha soltado la flecha
todavía, como si esperase algo. Podría hacerlo, ahora que está entretenida
podría huir sin más. Pero no voy a hacerlo, es mi momento, no de salir huyendo
ni de correr, es el momento de actuar, de enseñarle al Capitolio que no soy una
pieza más en sus Juegos. De demostrarles que no me conocen, que no saben cómo
voy a actuar. Que ellos no mueven, muevo yo. Yo soy la que decide y solo yo
actuó. Seguramente estén esperando un baño de sangre y la huida de Amy Mellark
pero eso no va a pasar. No me he convertido en un peón, esta vez yo decido cómo
jugar. Empiezo a bajar con cuidado, ninguno de los tributos me ha visto aún,
bajo despacio para no hacer ruido y lentamente voy poniendo un pie tras el
otro. Intento no escurrirme, ignoro las punzadas en mi herida. Olvido mí
alrededor, me concentro solo en la bajada. Oigo como Evelyn ríe pero desde
donde estoy no puedo ver nada, el tronco me tapa todo. Cuando llego al suelo
bajo con un pequeño salto para no hacer ruido. Miro hacia donde se encuentran
los tributos esperando no encontrar un arco apuntándome. Joel me ha visto pero
le hago un gesto con la mano y pongo el dedo sobre mi labio como muestra de
silencio. El cambia completamente la mirada y vuelve a estar atento a Evelyn.
Sería capaz de dejarme escapar, me salvaría. Oigo la voz chocante de Evelyn, el
sarcasmo la invade, la confianza la lleva y el odio es la que habla.
- Yo que vosotros
no correría, con este arco podría alcanzaron en poco tiempo, mi flecha os
atravesaría y moriríais desangrados.
-Evelyn no tienes por
qué hacerlo, seguramente estén intentando rescatarnos, estarán buscando…
-¿El qué? ¿La manera de
encontrarnos? ¿De verdad lo crees? Yo pienso que la única manera de salir de
aquí cuanto antes es matar a todos los tributos –oigo sus palabras pero no la
presto atención, se que está ahí, que yo estoy ahí también. La oigo hablar.
Cada palabra, cada frase, las guardo en mí pero no las asimilo. Con la mano
saco el cuchillo de mi bota y me acerco a ella, veo la expresión de Cristina
que abre los ojos porque no me había visto pero si dice algo estoy muerta-
Cristina ¿qué te pasa? A juzgar por tu expresión diría que esperabas que mama
viniese a buscarte ¿verdad? Os propongo un trato, a ti Cristina te dejare
correr y te perseguiré hasta que te mate y a ti Joel, si intentas ayudarla
disparare ahora mismo está flecha que te atravesará sin dudarlo por un
instante, y si no la ayudas, dejaré que te alíes conmigo.
-No voy a dejar que la
hagas daño Evelyn, puedes dispararme si quieres- Joel está ganando tiempo para
que pueda acercarme, su vista se desvía disimuladamente hacia mí, asiento para
que no se preocupe. Estoy a unos dos metros pero tengo que ir despacio y con
cuidado para que no me oiga, quiero pedirle a Joel siga entreteniéndola pro no
hace falta - ¿me oyes Evelyn? Dispara ya, no voy a dejar que la mates sin más.
-Es una pena chico,
tenia buenos planes para ti
-Yo tengo otros planes
para ti Evelyn –no le da tiempo a reaccionar, es mi oportunidad, nota mi voz en
su espalda pero es demasiado tarde para que se mueva o para intentar liberarse,
rápidamente paso mi brazo por encima de ella y con el cuchillo en la mano le
hago una raja en el cuello haciendo que se desangre. La sangre baja lentamente
y cada vez es más abundante, se desliza por su cuello y me empapa la mano. El
terror ha debido aparecer en su cara al escuchar mi voz, este se ve reflejado
en la expresión de Cristina y poco después cuando reacciono en la mía. No sé si
me he convertido en una máquina de matar, no sé si esta noche tendré
pesadillas, intento no sentirme culpable porque yo solo pretendía salvar a Joel
y a Cristina pero lo que siento por dentro es la peor sensación que he tenido
hasta ahora. Es peor que morirse de hambre o de sed, es peor que tener miedo
porque un tributo o un muto te persiga, es peor que todo eso porque me siento
como el Capitolio, no puedo mirar mis manos llenas de sangre, no puedo pensar
en otra cosa. No soy tan diferente a ellos. Noto como Evelyn cae de mis brazos
hacia el suelo y oigo un cañonazo. Un cañonazo que yo he provocado. El cuchillo
se resbala de mi mano cae al suelo lentamente. Mis manos tiemblan y
no soy capaz de mirar a Joel o a Cristina a la cara por miedo a lo que piensen
de mi, veo la mochila de Evelyn y el arco y quiero agacharme y cogerlos, quiero
sacar de aquí a Joel y a Cristina pero algo en mi interior me lo impide. Quiero
mover una pierna y después otra, empezar a caminar pero mi cuerpo no reacciona.
Las ordenes no llegan, tan solo estoy parada. Parada en el tiempo, en el
momento que he matado, todo se repite una y otra vez en mi cabeza sin descanso.
Cada persona que mato, cada tributo que muere por mi culpa es como si una parte
de mi muriese con él, por dentro me siento rota, me siento mal. Mis padres no
pueden estar orgullosos de mí, ni yo misma lo estoy. Un sentimiento de
culpabilidad aparece en mi. Al final le he dado un buen espectáculo al
Capitolio, como ellos querían. Cuando quiero darme cuenta, Joel esta en frente
de mi. Tiene un trozo de la camiseta de Evelyn en la mano que ha debido de
rasgar y me está limpiando la sangre que tengo. No sé a dónde miran mis ojos
porque no siento que este allí con ellos. Me siento en un lugar apartado
lejano, solo hay una cosa que me trae de vuelta. Un sincero gracias que sale de
Cristina. Esa palabra golpea mi corazón y me rescata de la pesadilla. Un
gracias que lo que en realidad significa es ‘gracias por haberla matado’ El
infierno de los Juegos arde en mí, mi llama ahora no es de esperanza, mis manos
están machadas de sangre. Solo una cosa pasa por mi cabeza, no soy tan
diferente a ellos.
-Creí que íbamos a morir
pero tú nos has salvado Amy, gracias, de verdad.
-Cristina tiene razón
Amy, si no hubiese sido por ti estaríamos muertos – acaba de limpiarme la
sangre de las manos y me mira a los ojos y con la mano sube mi barbilla hasta
que nuestras miradas se encuentran- no has hecho nada malo, no tienes la culpa
de lo que ha pasado.
-Joel, Amy, tenemos que
salir de aquí, pronto bajara el aerodeslizador para llevarse el cuerpo.
-Vamos – Joel se agacha
y me coloca el carcaj en la espalda, después me da el arco y como no reacciono
agarra mi mano y lo coloca sobre ella, la mochila se la da a Cristina y noto
como me coge la mano y la aprieta con fuerza. Cristina asiente, recoge el
cuchillo, empieza a avanzar y después de ella vamos nosotros. Me susurra algo
que hace que me encuentre de nuevo –No dejes que esto acabe contigo, es lo que
quiere el Capitolio, que te sientas mal, que te destruyas poco a poco. Amy nos
has salvado la vida, has evitado dos muertes mas, eso no es malo. No dejes que
ellos ganen, no juegues su juego.
De repente vuelvo a la
realidad, por muy mal, por lo rota que me sienta, que este no puedo
dejar que esto acabe conmigo, no después de todo lo que he pasado, no ahora que
Gale está a salvo. Joel tiene razón, no puedo jugar su juego, tengo que jugar
el mío. Sabía que iba a matar a Evelyn, tenía que hacerlo. Yo misma lo dije, es
hora de que yo juegue con mis reglas. No puedo dejar que me hundan. Esto es lo
que me destrozaría, Clover me lo advirtió, la Arena te cambia, te destroza pero
si en realidad me siento así tal vez no haya cambiado tanto. No soy una máquina
de matar, mi humanidad sigue en mí. Puedo notar el dolor de su muerte, puedo
notar ese amargo sabor de culpabilidad, puedo sentir que lo que he hecho está
mal. Si siento todo eso, por muy malos que sean mis actos sigo siendo yo misma.
No puedo permitir que todo lo que he construido se destruya. Las ideas surgen
en mi, los acontecimientos que han pasado pasan por mi cabeza pero después de
esto tenemos que seguir adelante y eso supone un problema. Analizo la situación
y permanezco callada unos segundos, cuando estoy segura de todo hago un mapa
mentalmente. Cojo mi arco más fuerte y miro a Joel a los ojos.
-Tenemos salir de aquí
cuanto antes, ¿veis esa zona de allí? Tenemos que atravesarla lo antes posible
porque hay una niebla venenosa, si visteis los últimos juegos sabréis que ahora
mismo estamos en un reloj, como el de la otra vez. Cada hora un nuevo horror
–sus caras son de asombro parece que ellos no habían descubierto esa parte pero
yo sigo hablando. No me detengo, se que hablo rápido, no hay tiempo y este es
un lugar peligroso, cualquier tributo podría vernos- la niebla venenosa empieza
en esa zona a las cuatro o las cinco de la tarde, por la posición del sol eso
será –titubeo, miro arriba para ubicarme. Me pongo la mano en la frente para
tapar un poco el sol y cuando distingo su posición hago cuanto me explico Gale
en el bosque. Calculo el tiempo que queda, mi voz se quiebra un poco- en media
hora.
-Amy, si lo que estás
diciendo es verdad- le corto antes de que acabe la frase
-No nos da tiempo a atravesarla
Joel, ya me he dado cuenta, avanzaremos hasta el límite y esperaremos a que
pase la hora escondidos, no podemos hacer otra cosa. Lo mejor es que nos
pongamos en marcha cuanto antes.
Joel sonríe al verme tan
decidida, este cambio tan brusco ha sorprendido a Cristina que camina a mi
derecha. He cogido una flecha del carcaj y la he colocado en el arco por si
acaso. No lo he tensado pero seré más rápida por si pasa algo. El bosque tiene
zonas diferentes, algunas fáciles de divisar por lo que son más peligrosas,
otras en cambio son frondosas y no se te ve a penas. Observo las dos opciones y
estudio la situación, cuando lleguemos tendremos que esperar a que acabe la
niebla por lo que pisa realmente no tenemos. Decido ir por la zona frondosa. Es
difícil de atravesar y nos va a retrasar pero también nos da más oportunidades
a la hora de pasar desapercibidos. Agarro a Cristina del brazo y le hago una
señal a la otra zona. Su cara muestra confusión ya que debe pensar que estoy
loca por ir por el camino más complicado pero no tarda en comprender porque lo
hago. Joel nos sigue y empezamos a caminar. Aunque tenemos que ir quitando
ramas y arbustos, esquivando raíces que sobresalen del suelo y estando atentos
a los animales que haya, nuestro paso no va tan lento como pensaba. Temo que
salga algún animal o muto ya que reaccionaríamos tarde. Esta zona es buena para
ocultarse pero al igual que nos ocultamos nosotros podrían hacerlo los mutos, o
peor, los demás tributos. Siempre hay un riesgo pero esperemos que haya también
una recompensa aunque solo sea esta vez. Caminamos rápido ya que Joel y
Cristina no están cansados y me pregunto qué haremos cuando crucemos la zona.
Me planteo la idea de llevarles a la cueva conmigo pero si hago eso luego será
peor. A la hora de la verdad todos querremos sobrevivir y yo daría cualquier
cosa por mi hermano. Ya es difícil pensar en que Finnick podría llegar a la
final con nosotros asique no quiero imaginar cómo sería con Joel y Cristina.
Tengo que buscar otra manera de ayudarles. Miro a Cristina mientras camina, es
una chica dulce, aparenta ser débil pero si ha llegado hasta aquí es todo lo
contrario. No me refiero a fuerte en el sentido de levantar grandes pesos,
matar a quien ella quiera o ese tipo de cosas, existe mucha gente así en Panmen
pero para sobrevivir en la Arena se necesita otro tipo de fuerza. Una fuerza
que haga que te levantes por las mañanas y sigas luchando. Una fuerza que no te
deje rendirte, que no te abandone, que te obligue a levantarte y a tener
esperanzas. Una fuerza interior que te diga que todo puede salir bien. Cristina
ahora tiene un aspecto frágil, esta algo sucia y ha perdido peso en estos días,
su cara es un poco más pálida pero aun así esta guapa. Calculo que tendrá más o
menos mi edad, año arriba, año abajo. Es una chica rubia con una sonrisa
preciosa, tal vez parezca inocente pero espero que pueda sorprendernos en la
Arena y sepa luchar bien, eso la mantendrá a salvo, aunque no la he visto
utilizar ningún arma nunca. Joel en cambio es mayor que nosotras, él es fuerte,
en todos los sentidos. Seguro que ha mantenido con vida a Cristina gran parte
del tiempo, a él se le ve más optimista, dispuesto a luchar. Joel es el chico
por el que cualquier chica caería rendida, el es apuesto, no lo niego, pero es
más que eso. Joel es una buena persona, es simpático y gracioso, el día de la
cena se mostró como era realmente y vi en él un chico encantador. Joel para mí
sería un gran amigo, en otras circunstancias claro. No sé qué hare cuando
crucemos la zona pero debo irlo pensando. De repente me doy cuenta de donde
estamos. Estaba tan sumergida en mis pensamientos que no me he dado cuenta de
lo rápido que hemos avanzado. Mis brazos se abren y me paro en seco, dos
cuerpos distraídos chocan contra ellos. Me miran de forma extraña y me limito a
contestar.
-Parad, un paso más y
estaremos en la zona.
-Amy, ¿puedo preguntarte
algo?- la voz de Cristina es como un hilo y yo asiento para darla algo de
tranquilidad- la niebla de la que hablas ¿es exactamente igual que la de los
juegos anteriores?
-Sí Cristina, y te
aseguro que la sensación no es agradable –Joel me mira preocupado pero yo evito
su pregunta, no me apetece hablar de ese día. El parece preocupado y arquea las
cejas pero niego con la cabeza- cambiemos de tema, aún nos queda una hora, la
niebla está empezando, deberíamos alejarnos un poco. ¿Cómo habéis sobrevivido
hasta ahora?
-Muy buena pregunta
–Cristina parece entusiasmado por contarlo y cualquier cosa me vendrá bien para
despejar la mente y distraerme, Joel sonríe y se sienta a la sombra, por lo que
parece esto va a ser largo, yo hago lo mismo y Cristina empieza a hablar-
Reconozco que cuando me metieron en el tubo me sentí perdida, aparecimos en
medio de la nada y oía la voz de Clover. Estaba tan nerviosa que no
sabía lo que decía, no tenía ni idea de que haría en la Arena. Oía sus palabras
pero no asimilaba nada, tan solo estaba ahí, con las piernas temblando y a mi
lado un montón de tributos más fuertes que yo que no dudarían nada en acabar
con mi vida. Empecé a ver todas las cosas que había en frente nuestra y cuando
sonó la señal estaba tan distraída que tardé en reaccionar, me chocaba con los
demás tributos, algunos sangraban y otros caían al suelo. Pensé que todos
tendrían alguien en quien apoyarse, el tributo de su distrito pero yo no tenía
compañero. No quería acercarme a por armas, lo único que quería era salir de
allí asique tropecé con una mochila y me agache para cogerla, salí corriendo
tan rápido como pude y de repente choque con un tributo, él se puso en frente
de mí con un cuchillo y si no hubiese sido por Joel habría muerto en ese
momento. Él apareció sin más y se libro del otro tributo, con Joel iba la chica
de su distrito, Gisele. Vi que Joel llevaba una mochila como la mía y ella otra
igual, el me agarro la mano y me dijo que le siguiese. Lo hice sin dudarlo,
estaba tan perdida que no entendía nada, no era capaz de hacer absolutamente
nada. Mientras corríamos Gisele fue rápida y cogió una bolsa de manzanas que se
he había caído a un tributo del distrito 1, casi la mata cuando se la quito
pero escapamos. Pelearon un poco pero ella fue lista y consiguió escapar.
Estábamos yendo en dirección hacia el bosque cuando nos caímos al agua, ni
siquiera lo vimos venir. Casi no sé nadar pero Joel me ayudo bastante. Me
sujeto por la cintura y me ayudo a llegar a la orilla. Gisele era muy rápida y
lista, se adelantaba a todos los movimientos y casi no tardó nada en salir del
agua. Ella nos estaba esperando fuera, no escapo, no nos dejó tirados, tan solo
nos esperó. Salimos los tres del agua y nos dirigimos al bosque. El agua no nos
vino mal para refrescarnos. Estuvimos andando todo el día y cuando anocheció
estábamos lo suficientemente lejos para descansar, nos ocultamos entre unas
plantas que había altas y esa noche no hubo guardias, estábamos demasiado
cansados, demasiado agotados pero sobre todo estábamos destrozados por lo que
estaba ocurriendo. Mientras dormíamos empecé a notar que me mojaba y sí que lo
estaba haciendo porque llovía. Sacamos nuestros botellines y los llenamos
varias veces. En las mochilas teníamos cerillas, un saco la de Gisele, algo de
comida y los botellines. Además contábamos con la bolsa de manzanas que eran
bastantes. Por la mañana nos comimos dos manzanas cada uno porque la comida de
las mochilas decidimos reservarla, era un poco de cecina, algo de carne y una
bolsa llena de fruta diferente. Tuvimos suerte de no cruzarnos con ningún
tributo en los dos primeros días porque no teníamos armas para luchar. Nos
limitábamos a quedarnos escondidos, comer, dormir y hacer guardias. El tercer
día nos quedamos casi sin manzanas, empezamos a perder fuerzas porque no nos
aportaba todo lo necesario. Buscábamos un refugio donde estar más protegidos
pero no encontrábamos nada útil asique seguimos caminando, como cada noche
llueve llenamos nuestros botellines asique no pasamos sed. El cuarto día, bueno
ayer, ocurrió algo extraño, oímos un grito y decidimos irnos de allí, íbamos
corriendo cuando tropezamos con un tributo, estaba lleno de picaduras, su
cuerpo estaba inflamado por completo y estaba muerto, parecía que acaba de
morir, ni siquiera había llegado el aerodeslizador. Decidimos alejarnos del
lugar. Encontramos unos arbustos enormes que dejaban un hueco en el centro y
nos pareció un buen lugar para escondernos. Gisele dijo que tendríamos que ir a
por comida y se ofreció voluntaria para buscar bayas o algo para alimentarnos,
le pusimos pegas al que fuese sola pero ella insistió. Anoche vimos su cara en
el cielo –su voz se corta, miro a Joel y no me encuentro con sus ojos, el está
mirando al otro lado y respira hondo para contenerse, le agarro la mano a
Cristina y suelto un ‘lo siento’ Cristina me sonríe y sigue hablando- esta
mañana pensamos en seguir caminando, conseguir bayas y eso, como la idea que
tubo Gisele, y lo demás ya lo sabes. He intentado resumirte estos cuatro días
lo más posible. Nuestro paso por la Arena no ha sido muy interesante.
-Es casi mejor así
Cristina, a veces lo interesante no es bueno –quiero cambiar de tema pero no
encuentro la forma, Joel sigue mirando al otro lado, como si no estuviese aquí
– es increíble que hayáis durado tanto sin armas, y con solo manzanas y lo de
la mochila. Tenéis mucho merito.
-No es mérito Amy, solo
ha sido suerte –la voz de Joel suena diferente- además las manzanas se
acabaron, la comida de la mochila también, salimos porque no teníamos otro
remedio y si no fuese por ti estaríamos muertos, no creo que duremos mucho mas.
-Joel no digas eso,
habríais encontrado la manera. –estoy rota, oírle decir eso duele. Tiene razón,
no todos saldremos de aquí, ni siquiera sabemos cuánto tiempo vamos a durar. Lo
único que podemos asegurarnos es de seguir luchando y no perder las esperanzas-
Queda un poco para que acabe la niebla, después seguiremos adelante, tendréis
que esperarme en una colina que hay, yo bajare un subnivel e iré a por unas
cosas, después volveré con vosotros.
- ¿A dónde vas a ir?
- No puedo decírtelo
Cristina pero necesito que confiéis en mí
- Acabas de salvarnos la
vida, confiaría en ti para cualquier cosa
Me alegra oírlo, tengo
un plan. Quiero ayudarles y eso es justo lo que haré. Joel es un chico muy
fuerte, sé que sabrá cuidar de Cristina. Me siento en una roca y observo como
Joel mira al horizonte. Me pregunto que estará pasando por si cabeza ahora
mismo. Cristina se sienta a su lado e intenta animarle, debe haber ocurrido
algo que yo no sé o tal vez haya dicho algo que no estuviese bien porque ahora
Joel está diferente. Cuando digo diferente hablo de que se comporta de una
forma distinta, su mirada e incluso la expresión de su cara a cambiado. Me
atrevería a decir que ya no estoy viendo al mismo chico de antes, alegre,
esperanzado, risueño, positivo… Cristina me sonríe y me dice que no me
preocupe y como no se qué hacer asiento y decido hacer algo productivo me subo
al árbol para ver si hay mas tributos en la zona, la niebla nos tiene atrapados
y no podemos continuar, tal vez a algún tributo le haya ocurrido lo mismo. Será
mejor que me fije bien, necesito saber a que me enfrento si quiero tener más
posibilidades de salir de esta. Quiero tenerlo todo controlado. Trepo con más
facilidad de lo que lo hacía hace unos días, creo que ahora soy un poco más
ágil o a lo mejor mi cuerpo se ha acostumbrado un poco más a la Arena. Lo noto
en todo, mi resistencia y mi fuerza han aumentado, creo que incluso yo misma
estoy cambiando un poco, mi forma física ha mejorado y eso me facilita algunas
cosas. Escalo con facilidad ya que no supone para mí ningún problema. Me coloco
en una de las ramas más altas, el sol me da de lleno y es una sensación de
tranquilidad que me gustaría sentir más a menudo. Me agarro al árbol y miro los
alrededores, si hay algún tributo cerca debe estar escondido porque no consigo
ver ninguno. Eso consigue animarme un poco, cuidar de los dos tributos que
están debajo de mí no va a ser fácil y atravesar la Arena tres personas sin cruzarnos
a nadie ni tener ningún problema es algo difícil de esperar. Decido echar un
último vistazo y todo lo que abarca mi vista lo cubre un silencio reconfortante
y a la vez peligroso. No le doy más vueltas y bajo con cuidado y me siento al
lado de Joel.
Miro al cielo, el color
del cielo hoy es hermoso, me fijo una vez más en la posición del sol. Sonriente
le digo que no queda mucho para que acabe la niebla y eso parece animarle.
Hablamos un poco de nuestras familias y de nuestra vida antes de la Arena, recordamos
historias graciosas y sucesos inolvidables. Nos reímos de las cosas que
hacíamos de pequeños y nos sorprendemos al descubrir que nuestras vidas no son
tan diferentes. También comentamos un poco como son nuestros padres, nuestros
amigos y nuestra vida en general. Las sonrisas de nuestras caras se borran
cuando todos pensamos en que no volveremos a casa pero la voz de Cristina que
está llena de optimismo nos dice que no hay que rendirse tan fácilmente.
Estamos tan absortos en nuestras historias que no nos damos cuenta de
que la niebla está empezando a desaparecer. Poco a poco se ve como
se desvanece e igual que apareció, se va. Cogemos nuestras cosas y cargamos con
nuestras armas, esperamos hasta estar completamente seguros y cuando comprobamos
que la niebla ha acabado por completo, yo doy el primer paso. Seguimos
avanzando.
Al principio no hablamos
pero cuando llevamos caminando un rato la energía de Cristina y su inagotable
intento por empezar una conversación hace que acabemos hablando todos. Joel
esta a mi lado, ambos caminados atentos a cualquier movimiento. Miro como lo
hace, camina atento al bosque y a la vez a sus pasos, tiene preparado el
cuchillo que cogió Cristina de cuando mate a Evelyn. Joel tiene más
oportunidades que cualquier otro en un combate cuerpo a cuerpo asique viendo
las posiciones decido formarnos de otra manera. Cristina es más débil y tal vez
no haya trabajado nunca, su vida en el Capitolio es diferente a la de los
distritos. Aunque ahora los tiempos habían cambiado y todos éramos iguales, la
gente de los distritos seguía haciendo lo que su distrito había hecho siempre,
al fin y al cabo necesitamos comer, energía, transporte… La gente del Capitolio
también hacía cosas, pero sobre todo se encargaban de otras tareas. Una de las principales
tareas que tenía el Capitolio era encargarse de la salud de todo Panmen,
contaban con numerosos hospitales llenos de cirujanos expertos. Unos
aerodeslizadores iban al distrito que los reclamase si se encargaba de una
situación de emergencia y en menos de diez minutos estabas en una camilla
esperando para que te atendiesen. También se encargan de la economía y todo lo
referente a Panmen, aún así el nivel de vida de la población era igualitario.
En los distritos era diferente, aunque yo tuviese dinero de sobra me interesaba
ir al bosque, al igual que a Finnick le gusto aprender a pescar y hacer redes.
Aunque el distrito de Joel se especializa en energía seguramente aprendiese a
luchar como lo hace porque sus padres se lo enseñarían, los vencedores no
tienen que trabajar después de haber ganado los juegos, el dinero que tienen es
suficiente asique se encargan de otras cosas para no aburrirse y muchos
vencedores que conocí por mama y papa enseñaban a sus hijos a luchar cuerpo a
cuerpo por el mero hecho de enseñarles algo práctico, al igual que mi madre me
enseño a cazar.
Le pido a Joel que se
ponga el último y a Cristina que avance hasta el medio de ambos, yo voy
delante. Creo que estas posiciones están mucho mejor que las de antes, espero
no equivocarme. Cualquier peligro que salga podré localizarlo, en cambio Joel
será de gran ayuda yendo el último si queremos mantener a Cristina a salvo. Sin
duda tengo razón en lo que he pensado antes y si Cristina es la más débil
también se convierte en nuestro problema. Es un blanco fácil, y nuestro punto
débil, pero la mantendremos a salvo por encima de todo. Hemos avanzado bastante
desde que empezamos, habrá pasado más de media hora porque estamos por más de
la mitad de la zona. De repente un cañonazo y después un ruido ensordecedor
aparece. Con el arco en la mano, la flecha en este y la cuerda tensada me giro
por completo sin dudarlo un segundo. Veo a Joel y a Cristina a salvo y eso me
alivia, no hemos perdido a nadie. Hago una señal para que paren, un tributo a muerto.
Subo con cuidado a un árbol, confiándole a Joel mi arco y a Cristina mi
mochila. Subo con cuidado agarrándome bien y cuando estoy arriba diviso un
aerodeslizador. A unas dos zonas a la derecha el Capitolio se lleva el cuerpo
de un tributo. Bajo para decirles que no hay peligro, un pie, después otro. Una
punzada en la pierna hace que resbale perdiendo el equilibrio, intento
sujetarme con las manos pero lo único que hago es rasparlas con la corteza del
árbol sin lograr frenar la caída. Por suerte Joel esta abajo y sin dudarlo un
momento me coge antes de que choque contra el suelo.
-Deberías tener más
cuidado
-Debería – me miro la
pierna y veo que la herida se ha abierto y sangra un poco, en realidad sangra
bastante, Joel me mira preocupado pero yo reacciono rápido- me clavaron un
cuchillo, he sentido un dolor en la pierna y he perdido el equilibrio, por eso he
caído. No hay peligro, podemos seguir.
-Creo que deberíamos
parar un rato, no tiene muy buena pinta
-Será mejor que nos
sentemos, tengo algo que podría ayudarte con esa herida- la voz de Cristina
interrumpe la conversación que tengo con Joel, al final accedo y nos sentamos.
Cristina abre su mochila y deja la de Evelyn en el suelo- tengo una venda que
venía en la mochila, no la he necesitado hasta ahora pero estoy segura de que a
ti te vendrá bien. Toma Joel, empieza a vendarle la pierna.
Cristina sonríe y guarda lo poco que queda en su mochila. Joel se pone de pie y se acerca hasta ella, coge la venda y viene. Yo le miro desafiante pero al final me convence. Joel comienza a subirme el pantalón, cuando esta por la rodilla decide vendar todo el gemelo que es donde básicamente se encuentra la herida. Tal vez sea más abajo pero él prefiere vendar toda la zona. Lo hace con cuidado, sus manos son rápidas y trabajan fácilmente. Parece que llevase haciéndolo toda la vida. Pinchazos aparecen de vez en cuando pero oculto mis muecas de dolor para que no se preocupen. Pasa la venda una y otra vez, no se acaba nunca. Yo no sé dónde mirar ya. Siento que debo romper este momento porque la tensión que siento es demasiada asique abro la boca sin decir nada inteligente.
-Cristina, ¿qué tiene la
mochila de Evelyn?
-La verdad es que no lo
he mirado –me mira y entiende lo que quiero. Acto seguido abre la mochila,
empieza a sacar objetos y los nombra uno a uno, su sonrisa se agranda al sacar
el primero- aquí hay un botellín y está lleno de agua, también hay un plástico,
tiene carne, parece pavo o algo parecido, la verdad es que no había visto una
carne tan rara hasta ahora, y las comidas del Capitolio no es que sean muy
normales. Tiene una cuerda, es muy larga y hay un cuchillo, también tenía tres
manzanas, podría haber sido otra fruta.
-Bueno, siempre que sea
comida es bueno – Joel la mira y sonríe, se nota que han pasado malos momentos
con la comida. En realidad el perdió a su compañera por salir a buscar algo
para comer. No me quiero imaginar cómo debe sentirse. Acaba de vendarme y aprieta
el vendaje con un nudo, me mira y sigue hablando- con esto bastará, en unos
días se te habrá curado, recuerda que tienes que limpiarla y véndala cuando
acabes, la venda hará que cure más rápido porque impedirá que se abra como te
ha ocurrido antes.
-Muchas gracias Joel
-No ha sido nada. Pero
no hagas tantos esfuerzos, según veo esa herida algo me dice que no has
descansado desde que hemos entrado aquí. –me sonríe con confianza, yo asiento
para darle a entender que se a lo que se refiere. Aún así seguiré haciendo
esfuerzos, eso lo sé, en la Arena no hay descansos. Estiro un poco la pierna y
me bajo el pantalón, el se sienta de nuevo- Cristina será mejor que no te
quejes de lo que hay en la mochila, la mitad del contenido es comida y ya sabes
que eso escasea por aquí.
-Cristina, déjame la
cuerda- una idea me ha venido a la cabeza después del comentario de Joel, la
comida escasea pero no si sabes cómo buscarla y ese es su problema, no saben
cómo hacerlo- os quedaréis con todo lo que hay en la mochila
-No, tú mataste a Evelyn
y debes quedarte con ella, ahora es tuya
-Tienes razón Joel, es
mía y por eso os la regalo. Os vendrá bien –Cristina me pasa la cuerda atenta a
mis movimientos- en la mochila hay algo de carne y fruta, eso os mantendrá con
vida unos días pero tenéis que aprender a cazar. En la mochila también hay un
cuchillo que os servirá para matar a vuestras presas. Joel, en los
entrenamientos vi que lanzarlos no se te daba mal asique aprovéchalo para
cuando veas un animal. Cristina se que a ti no se te dan muy bien las armas
pero te voy a enseñar a hacer tres trampas básicas para que podáis cazar
también de esta manera, con la cuerda aprenderás a hacerlas enseguida.
Ella me mira sonriente y
noto el entusiasmo en su cara. Nos ponemos a hacerlas, paso a paso Cristina
está atenta a cada movimiento. Para mi asombro aprende muy deprisa y su
habilidad con los dedos facilita que ate los nudos necesarios. En unos quince
minutos ya sabe más o menos hacer las tres trampas. Le digo que practique lo
que nos queda de camino y guardamos todo en las mochilas. Es hora de ponerse en
marcha de nuevo. Como dije, en la Arena no hay descanso. Joel saca uno de sus
botellines lleno de agua y me lo ofrece, al final lo repartimos entre todos. La
sensación del agua pasando por mi garganta es reconfortante, sentía sed desde
hace mucho pero no quería que desperdiciaran el agua que les quedaba. Después
me ofrece un puñado de bayas que recolectaron antes de encontrarse con Evelyn y
las acepto porque sé que quieren agradecerme lo de sus vidas, lo de la mochila
y aunque yo solo quiero que lo olviden se que se sienten mejor ayudándome de
esta forma.
Como no estamos
cansados, recorremos el camino con facilidad. Nuestras piernas no nos piden
parar asique seguimos adelante aunque atentos a nuestro alrededor. El tramo más
complicado quizás es la zona en la que hay que atravesar una parte muy frondosa
del bosque. Si no tienes cuidado recibirás arañazos de parte de las ramas y si
no miras al suelo puede que tropieces con una de las enormes raíces medio
enterradas en el suelo. No tardamos mucho en atravesar la zona que nos quedaba
y ya diviso el desnivel. Seguimos hablando durante el tramo que queda y cuando
llegamos a este les hago una señal para que paren. Por sus caras creen que hay
algún peligro pero no tardo en tranquilizarles. Tengo que llegar a la cueva
sola y después volveré con ellos.
-Voy a ir a por una
cosa, necesito que confiéis en mí, vaciad una de vuestras mochilas y dádmela.
-Pero Amy, ¿qué vas a
hacer?
-Tienes que confiar en mi
Cristina – necesito que confíen, no puedo explicarles ahora nada. Me muerdo el
labio nerviosa. Creo que no lo harán pero in más, ella vacía su mochila y pasa
sus cosas a las de Joel en la que hay espacio de sobra para ambas, no vacila ni
un momento y me entrego la mochila de inmediato junto a las tres manzanas, un
botellín y mi cuchillo. Al principio no lo entiendo pero acabo viendo cuáles
son sus intenciones – no puedo aceptar esto Cristina
-Amy, has hecho ya mucho
por nosotros, acéptalo –la voz de Joel se abre paso, tan segura y melodiosa
como siempre- Yo estoy de acuerdo con Cristina, quédate eso, no podemos
ofrecerte mucho más pero espero que te sirva de algo. Seguramente te venga bien
un botellín para hermano, nosotros con dos tenemos de sobra, de verdad.
-Muchas gracias Joel, y
a ti también Cristina – son unas personas tan increíbles que el no poder
llevarlas conmigo hace que me sienta cada vez peor pero no puedo hacer más por
ellos. Me convenzo a mí misma. Sé que no puedo decirles que me acompañen, solo
hay un ganador, un vencedor, uno vuelve a casa y los demás mueren. Ese es el
Juego. Si llegásemos a la final tendría que matarlos y no quiero que eso
ocurra. Miro al cielo y compruebo que ya es tarde– anochecerá en
pocas horas y deberéis seguir vuestro camino asique será mejor que me de prisa.
Tenéis que esperadme, no tardare mucho, esconderos entre aquellos arbustos. Por
favor no me preguntéis nada, solo confiad en mí.
Veo como Joel asiente y
coge a Cristina del brazo, ambos se alejan hasta los matorrales. Yo me giro y
empiezo a bajar con cuidado el desnivel, llego abajo en seguida ya que se baja
con facilidad. Aunque me resulta un poco molesta la herida gracias a la presión
de la venda me duele menos. Cuando llego abajo intento mirar hacia arriba por
si Joel y Cristina se han movido. Al comprobar que siguen a salvo continúo. Voy
hasta donde los arbustos ocultan la cueva y los aparto como siempre. Respiro
hondo y no tardo en entrar. Dentro me encuentro a Finnick y a Gale. Al verme
con el arco y las dos mochilas y Finnick no sabe cómo reaccionar. Esta sentado
mirándome, su cara muestra confusión, enfado, alivio… No dice nada, no hace
nada, tan solo me mira, como si me estuviese castigando por algo que haya
hecho. Es tardísimo, no pensé que me entretendría tanto cuando le mentí acerca
de dónde iba. Voy a abrir la boca pero él se pone de pie y dice una única frase
ya que no es capaz de decir más.
-No voy a dejarte salir
más sola, esta vez sí que pensé que no volverías
-Pero ya estoy aquí
Finnick, te dije que volvería y lo he hecho –intento decirlo sin que me tiemble
la voz pero el tono de Finnick era tan duro que no consigo hacerlo, aún así, mi
voz suena fuerte, e incluso me atrevería a decir que tiene un toque
de insensibilidad. Por una parte, me alegra que se preocupe tanto
por mí pero por otra, no sé si eso es lo que quiero. Finnick ahora me mira a la
cara y temo por lo siguiente que tengo que decirle- Ahora tengo algo de prisa,
me marchare tan solo un momento.
-No Amy, tienes un arco
y una mochila y no sé si quiero saber cómo lo has conseguido porque no me creí
lo de que ibas a buscar una cosa que escondiste, tanto tu como yo vimos que el
arco se quedo donde Colin y no creo que te hayas arriesgado y hayas salido a
buscarle.
-Finnick solo serán unos
minutos y después volveré, te lo prometo.
-No, te he dicho que no
vas a salir más. ¿Sabes lo que ha sido escuchar dos cañonazos y que tú no
estuvieses aquí? No ha sido uno Amy, han sido dos. Podrías haber sido tú,
podría haberte perdido para siempre. Llevo mirando la entrada de la cueva todo
el día, han sonado dos cañonazos y tú no venias Amy. Gale no paraba de
preguntar, solo estuvo tranquilo un rato y aún así preguntaba dónde te habías
ido. Si no lo haces por mí, hazlo por él pero por favor quédate en la cueva.
-Finnick, lo siento, no
pensé que fuese a ocurrir algo así – me acerco a él y dejo todo en el suelo,
con la mano en su cara le miro a los ojos – estoy bien Finnick, de verdad. Solo
serán unos minutos.
-Entonces dime dónde vas
a ir, y si en media hora no has vuelto saldré a buscarte.
-No hará falta, volveré
en unos minutos. Joel y Cristina están encima de la colina, en unos arbustos
escondidos, les prometí que les ayudaría…- él me corta, pregunta que de donde
han salido Joel y Cristina y que hacen aquí pero yo le tranquilizo – están
bien, no te preocupes. No tienen comida ni armas y pensé que podría llevarle
algo de lo nuestro, al fin y al cabo tenemos de sobra y con el arco podré
conseguir más comida. Ellos nos necesitan Finnick, te prometo que no tardaré
mucho.
-Vale, pero ten cuidado
y dale recuerdos míos.
Creo que noto una
sonrisa en su rostro. Me suelta la mano. Me dirijo al final de la cueva y veo a
Gale dormido, no sé cómo puede dormir con los gritos que dimos al principio,
Katniss siempre decía que tenía un sueño profundo. Voy hasta las provisiones y
dejo el botellín vacío, las tres manzanas y el cuchillo lo dejo en la mochila.
Sé que les vendrá bien un cuchillo mas y teniendo en cuenta que tengo el arco,
a mi no me hace falta. Ellos tienen un poco de carne que no les durará a penas
un día, deben ser las sobras del desayuno de Evelyn porque estaban en aquel
plástico ya cocinadas. Las bayas las comimos por el camino asique solo les
queda eso. Miro nuestras provisiones; dos conejos, un ave, bastantes
batatas, tres botellines de agua, tres manzanas y tres fresas. También está el
gran trozo de pavo cocinado de anoche, el cual pensábamos cenar hoy los tres.
Tenemos comida de sobra para mantenernos. Meto en la mochila de Evelyn un
conejo y el trozo de pavo, también añado unas cuantas batatas, tenemos
sufiientes para alimentarnos durante un día e incluso sobrarían asique no
echare en falta unas cuantas. Por lo que se aportan bastante energía y eso en
la Arena está bien. Cojo también una cuerda, sé que solo tenemos dos pero con
el arco no necesitaré trampas. Cierro la mochila y me dirijo a fuera,
antes de irme me despido de Finnick que ha decidido empezar a preparar nuestra
cena ya que he cogido lo que teníamos pensado cenar. Observo que es lo que
elige, hoy tenemos conejo. Eso nos deja con un ave, las batatas y la fruta.
Suficiente para nosotros tres. Salgo fuera y coloco las ramas de tal manera que
no se vea.
Comienzo a subir la
colina, subir ese desnivel es
más difícil que bajarlo. He cogido el arco por si acaso pero para subir tengo que colgármelo al igual que la mochila. Cuando tengo aseguradas mis cosas y bien sujetas a la espalda, miro mis manos raspadas, con un suspiro decido seguir adelante. Aprovecho las piedras que me golpearon el primer día en la Arena para apoyarme y subir mejor. Me fio mas de mi pierna izquierda después de lo del árbol así que, la derecha tan solo la uso de apoyo. Con las manos raspadas tardo un poco más pero en unos pocos minutos estoy arriba. Después de estos días en la Arena estoy tan acostumbrada al dolor que incluso a veces consigo ignorarlo. Me dirijo a los arbustos y silbo para que sepan que me acerco. Salen despacio, a juzgar por sus caras pensaban que ya no volvería.
más difícil que bajarlo. He cogido el arco por si acaso pero para subir tengo que colgármelo al igual que la mochila. Cuando tengo aseguradas mis cosas y bien sujetas a la espalda, miro mis manos raspadas, con un suspiro decido seguir adelante. Aprovecho las piedras que me golpearon el primer día en la Arena para apoyarme y subir mejor. Me fio mas de mi pierna izquierda después de lo del árbol así que, la derecha tan solo la uso de apoyo. Con las manos raspadas tardo un poco más pero en unos pocos minutos estoy arriba. Después de estos días en la Arena estoy tan acostumbrada al dolor que incluso a veces consigo ignorarlo. Me dirijo a los arbustos y silbo para que sepan que me acerco. Salen despacio, a juzgar por sus caras pensaban que ya no volvería.
-Hola chicos-dejo mis cosas en el suelo y me agacho para abrir la mochila
de Evelyn. Mientras estoy agachada rebuscando las cosas alzo la vista y les
miro seria, antes de que digan nada les explico los planes que tengo para lo
que he traído, no les dejo interrumpirme por lo que no les queda más remedio
que escuchar atentamente-toma Cristina, un cuchillo. Joel te defenderá siempre
pero tal vez tú lo necesites, no quiero que te niegues a cogerlo porque tengo
otro en el lugar del que vengo. Joel, os traigo algunas previsiones, no son
muchas pero espero que os sirva. Hay un conejo, con eso podréis pasar un día y
si no os llega podéis comer algo más de lo que he traído. Contáis con un trozo
de pavo, esta cocinado, es como la mitad porque lo demás ya nos lo comimos Gale
y yo pero os dará para un día más. Comed lo primero el pavo, esta cocinado así
que os durará menos tiempo. También os traigo unas batatas que recolecte, con
esto y la carne de Evelyn quizás duréis tres días aunque no os aseguro nada,
tendréis que ser vosotros los responsables de repartir la comida. No puedo
hacer nada más. También he metido una cuerda, he pensado que os vendría bien
para las trampas pero también para más cosas. Las cuerdas que nos da el
Capitolio son muy grandes, no solo para que cacemos, también tienen otros
planes útiles para ellas. He pensado que por la noche si no encontráis refugio
podéis ataros a un árbol para dormir, tenéis que buscar uno que sea alto, con
muchas ramas y hojas que puedan ocultaros, deberéis trepar hasta lo más alto
posible para esconderos mejor de los demás tributos. Con esta cuerda y la de la
mochila de Elvelyn tenéis dos. Llevad una cada uno, si perdéis una mochila por
cualquier cosa será mejor que perdáis una cuerda y no ambas. Practicar de día
trepando árboles porque si os encuentran, trepar rápido será vuestra mayor
ventaja. No debéis hacer hogueras con ramas verdes, el humo os descubriría.
Quemar tan solo unos palos y apagarlos corriendo con la bota, así cocinareis
con las brasas y no habrá humo del cual preocuparse. Acordaros de ocultar los
restos de la hoguera para no dejar pistas de por donde vais. Para cazar podéis
usar las cuerdas o los cuchillos, pero no desperdiciéis nunca la oportunidad de
una presa, las provisiones no os durarán mucho asique debéis aprender a cazar.
Intentad no cruzaros con tributos, caminad de día y subiros a un árbol alto de
vez en cuando para mirar los alrededores. Tened cuidado con las horas y estad
atento al reloj. Podréis conseguir agua cuando llueva, es justo la hora después
de que las caras de los tributos aparezcan, aprovechad para llenar los botellines
porque es la única oportunidad hasta el día siguiente. Haced guardias y por
nada os acerquéis a la orilla. Los más fuertes se aliaron, se hicieron con la
cornucopia y ahora la playa les pertenece. Alejaros lo más que podáis de allí,
pero también de esta zona. Dirigiros al bosque, si veis una sombra salid
corriendo. Me gustaría poder hacer más por vosotros pero daros esta comida es
lo único que he podido hacer, lo siento.
-¿Sentirlo?-Joel me
agarra de los hombros y me mira fijamente- Amy, nos has salvado la vida, acabas
de darnos comida para sobrevivir y tus consejos nos mantendrán con vida unos
días. Has hecho mucho por nosotros. Nadie te hubiese reclamado nada si nos
hubieses dejado morir, aún así nos ayudaste, te lo debemos todo Amy.
-Es verdad Amy, jamás se
nos habría ocurrido lo de los árboles, no sabía hacer trampas y ni siquiera
teníamos comida o armas, tú nos has dado la oportunidad de vivir más tiempo, es
más de lo que te habríamos pedido. Has hecho todo lo que estaba de tu mano
–Cristina se deja ver y Joel se aparta, ella me da un abrazo y sus ojos se
humedecen un poco- gracias por todo, espero verte cuando nos rescaten, si
salimos de esta siempre serás bienvenida en casa.
-Saldremos Cristina-
Joel me mira, ambos sabemos que lo que digo es mentira pero es la única manera
que encuentro de consolarla, él se acerca y me abraza también. Me da un beso en
la frente y las gracias. Tras eso se despide, Cristina coge la mochila y me
dice adiós con la mano, lo único que sale de mi es una frase que de verdad
siento, un susurro que se lleva el viento – Espero volver a veros
Antes de que cualquier
tributo pueda encontrarme me dirijo de nuevo a la cueva. La bajada es fácil y
como ya no llevo la mochila, nada excepto el arco dificulta el que baje más
rápido. Tal vez mis raspadas manos no sean ahora una gran dificultad pero no
puedo evitar el leve dolor que aparece al apoyarlas. Supongo que la agilidad
que he cogido estos días me permite saber ya donde poner los pies sin mirar las
rocas, me doy cuenta de que bajo con mucha facilidad. No tardo en llegar a la
cueva para sorpresa de Finnick. Oculto la entrada con las ramas evitando
cualquier hueco. Me fijo en que la cena esta casi lista y huele de maravilla.
Gale está al lado de Finnick viendo como cocina asique debió despertar poco
después de que yo me fuese. Entro con el arco, lo apoyo en la pared con cuidado
y me siento a su lado. Al principio bajo la cabeza y me quedo pensando en
silencio pero la reacción de Gale al verme me impide escuchar mis propios pensamientos.
Tan solo oigo su voz, está llena de ilusión.
-Hola Amy, te he echado
de menos – me da un abrazo y después señala el arco con una sonrisa que ilumina
su rostro- ¿Es como el de mama?
-No, el de mama es mejor
–le cojo en brazos y voy hasta donde Finnick- pero ¿a que es bonito?
-Sí, es dorado, parece
que está hecho de oro
-Es verdad, parece de
oro – le dejo en el suelo y me siento con ellos, miro a Finnick y el parece
darse cuenta- te dije que no tardaría
-Lo sé, y me alegra que
no tardases. La cena esta casi, si quieres puedes acostarte un rato.
-Estoy bien, gracias.
Prefiero quedarme aquí – Gale se sienta encima mía de repente y me sonríe.
Mirar a mi hermano a los ojos y ver que estos siguen brillando con la ilusión
de siempre me arrebata una pequeña sonrisa. Él está feliz, no sabe lo que
ocurre, tan solo está aquí porque yo le he dicho que estamos jugando a un
juego. A él le basta con eso, confía demasiado en mí. Algún día entenderá que
le mentí para regalarle una vida. Espero que no me olvide nunca, porque yo sé
que no lo haré – creo que tu también quieres que me quede ¿verdad Gale?
Vuelvo a mirar a
Finnick. Sé que no tiene sentido pero verle ahí hace que sea más optimista.
Cuando le veo cocinando me recuerda a mi padre. Peeta Mellark, el joven que conquisto
el corazón de Panmen, y el de mi madre. No puedo explicar con palabras lo mucho
que quiero a mi padre. Mi padre es perfecto, mucho más de lo que merezco, al
igual que mi madre. Es por ellos y por Gale por lo que debo llevarle de vuelta
a casa. Pero a la vez Finnick me hace pensar en el futuro, el me trae
recuerdos, muchísimos recuerdos. Pero lo que realmente querría es hacer mis
propios recuerdos a su lado. Poder abrazarlo al lado del mar, en el 4. Eso que
imagino, eso que mi mente convierte en un sueño es tan solo eso. Un sueño.
Jamás se convertirá en un recuerdo, no tengo un futuro del cual hablar.
La sonrisa que había en
mi rostro se ha apagad poco a poco, me concentro en mis pensamientos, la vista
en un punto fijo y respiro con más dificultad. Mis pensamientos se apoderan de
mi mente y ya no los controlo. La tristeza invade mi mundo. Un ‘Amy’ me
despierta, Finnick me mira preocupado. Le dedico la mejor sonrisa que puedo
pero parece que se da cuenta de que es falsa. Me da miedo que me pregunte qué me
pasa, odio que la gente lo haga. Ellos saben que te pasa algo y tú también lo
sabes, pero no te apetece hablar de ello, nunca apetece. Para que no se
preocupe levanto a Gale. Le sonrío y empiezo a hacer algo práctico quitándome
así todas las ideas de la cabeza. Cojo los botellines, los llenos los reparto
entre nosotros como cada noche, los vacios los coloco cerca de la entrada. Hago
mentalmente una lista de nuestras provisiones: los cuatro botellines de
agua, un ave, batatas, tres manzanas y tres fresas. El conejo lo está cocinando
Finnick. Mis cejas se arquean, parece mentira lo que puede hacer el dar algunas
provisiones, ahora incluso me parece poco lo que tenemos pero nunca me
arrepentiré, es más, ojalá pudiese haberles llevado más. Me centro en lo que
tenemos y calculo los días. Hoy, el conejo, si sobra algo podremos desayunarlo
mañana para tener algo de fuerzas. Mañana, pavo, lo repartiremos para el día y
la noche, no sobrará nada. Necesitaré salir mañana, después de comer. Finnick
no querrá que lo haga pero buscaré la manera de hacerlo, quiera o no. No estoy
dispuesta a poner su vida en riesgo más veces. Su vida… al final su vida no
contará. No puedo quitarme esa idea de la cabeza, he de llevar a mi hermano a
casa y para ello Finnick tiene que morir. Duele solo el pensarlo, no quiero
hacerlo, no quiero que muera, quiero que se quede a mi lado. Para siempre.
-Eh, te veo con mala
cara, come y después duerme- su voz me despierta como otras tantas veces- yo me
encargo de llenar los botellines y de recoger.
No rechisto a la
invitación de Finnick, no lo hago porque quiero cerrar los ojos de una vez,
quiero olvidarme de todo y sumergirme en un mundo de sueños donde las cosas no
sean tan malas. Donde Finnick no tenga que morir para que mi hermano vuelva a
casa.
Cojo el trozo de conejo
que me corresponde y lo parto por la mitad, dejo el otro en el plástico donde
Finnick ha colocado el sobrante. No tengo apetito, ni hambre. Miro a Finnick
que me va a agarrar de la mano pero le niego con la cabeza. Bebo agua y me lavo
las manos y sin pensarlo más tumbo en el frío suelo de la cueva cerrando los
ojos. Mañana será otro día.
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